Una buena digestión es clave para mantener buena salud, ya que de ella depende la absorción de los nutrientes que el cuerpo necesita. Pero lo cierto es que tener problemas con la digestión es más frecuente de los que parece.

Hay alimentos que pueden ayudarte a prevenir y evitar las molestias digestivas: unos nutren tu microbiota fortaleciendo tu sistema inmunitario y ayudando a mantener un buen tránsito intestinal, otros te ayudan a digerir mejor las proteínas y, finalmente, otros contienen sustancias amargas que estimulan las funciones del hígado y la vesícula biliar.

Así que, si quieres mejorar la digestión y llenar tu cuerpo de nutrientes, ¡toma nota de estos 6 alimentos!

 

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1. El salsifí alimenta la microbiota

Es la raíz comestible de una planta herbácea que abunda por las regiones mediterráneas. En medicina natural, tradicionalmente se recomienda para abrir el apetito y mejorar la digestión.

Para prepararlo, se limpia bien a fin de eliminar la tierra, se hierve en agua durante 40 minutos y se pela. El resultado es un bocado original, con un sabor similar al espárrago y una textura entre el plátano y la patata.

Es rico en nutrientes como las vitamina E, B1 y B2, los minerales hierro y calcio, y la prebiótica inulina, uno de los mejores alimentos para la microbiota intestinal.

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2. Sabor y digestión suave con fresas

La vitamina C estimula la secreción de enzimas que favorecen la digestión. Este nutriente se encuentra en abundancia en las fresas: 100 g aportan toda la requerida al día. Además la vitamina C favorece la absorción de su hierro (1 mg/100 g) y se acompaña de vitamina K.

Las fresas son la gran tentación de la primavera: cuando se recogen en su temporada natural, su aroma penetrante y su dulzor no defraudan las expectativas que despiertan su color rojo y forma de corazón.

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3. El kiwi estimula tu estómago

La actinidina es una enzima que está presente en el kiwi y que descompone las proteínas en sus aminoácidos, lo que favorece su asimilación. La fibra complementa sus beneficiosos efectos sobre la digestión.

Además, fortalece las defensas, gracias a su riqueza en vitamina C. Un solo kiwi (70 g) cubre con creces las necesidades diarias del organismo. Además aporta potasio, ácido fólico y algo de vitamina E.

Un estudio realizado en Italia mostró que los niños que consumían más kiwis sufrían menos dificultades respiratorias, como falta de aliento o tos nocturna.

De origen chino y adoptada como fruta nacional por Nueva Zelanda, se cultiva en nuestro país desde los años ochenta, sobre todo en Galicia, lo que permite tener acceso a la fruta cosechada en su mejor momento.

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4. La cebolla previene infecciones

El sabor suave y menos picante de la cebolla tierna o fresca permite consumirlas crudas en más cantidad que la cebolla seca. Es muy beneficiosa para la salud cardiovascular, respiratoria y articular y protege especialmente frente las molestas infecciones del sistema digestivo.

Resulta ideal para consumirla cruda en ensalada o como ingrediente de sopas.

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5. El rabanito te abre el apetito

Los rabanitos alegran los platos con su sabor picante y su textura crujiente, abren el apetito y resultan digestivos. Pertenecen a las crucíferas, la misma familia de las coles y, como ellas, contienen las mismas sustancias azufradas desintoxicantes y anticancerígenas. Los rabanitos de primavera se pueden comer crudos y con su piel.

Destacan los aportes minerales, con el potasio (255 mg/100 g), el calcio (25 mg) y el magnesio (10 mg) a la cabeza. También poseen cantidades significativas de vitamina C (27 mg) y de ácido fólico (27 mcg).

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6. Diente de león: amargo sano

Las hojas se emplean como las espinacas, crudas en ensaladas o cocinadas como verdura. En ensaladas tienen un sabor más bien amargo, por lo que se usan solamente los brotes tiernos. En su composición destacan los principios amargos taraxecina y taraxacerina, que estimulan las secreciones de los órganos digestivos, así como el funcionamiento del hígado.

También aportan vitaminas y minerales. Destaca la provitamina A, que ofrecen en una proporción setenta veces mayor que las naranjas y el doble que las espinacas. También contiene vitaminas B1, B2, C y E, y cantidades significativas de sales minerales como calcio, potasio, fósforo y magnesio.