La lactosa es un azúcar natural presente en la leche de los mamíferos, a la que aporta su sabor dulzón, pero no todas las personas la digieren correctamente. Concretamente, la lactosa es el azúcar de la leche y constituye su carbohidrato más importante, formado por la unión de dos moléculas simples, la glucosa y la galactosa.

La intolerancia a la lactosa no es una enfermedad propiamente dicha. Se trata de un trastorno causado por la disminución de la actividad de una enzima digestiva denominada lactasa, producida en el intestino delgado y encargada de desdoblar la lactosa.

¿Qué es la intolerancia a la lactosa?

Para poder digerir la lactosa y posteriormente absorberla, se precisa la acción de la lactasa, que se encarga de romper la molécula de lactosa. Cuando la molécula de lactosa llega íntegra al intestino grueso, se produce su fermentación y pueden aparecer los clásicos síntomas digestivos que definen la intolerancia.

Este mecanismo enzimático, vital en los recién nacidos, va perdiendo efectividad con el paso de los años en una dinámica que presenta cierta lógica dado que, a diferencia del resto de mamíferos, la especie humana es la única que consume leche después de la lactancia.

La deficiencia en lactasa, la enzima necesaria para la digestión de la lactosa, tiene una elevada prevalencia en las poblaciones asiáticas y subsaharianas y es mucho más frecuente en el sur de Europa que en los países nórdicos. En España se estima una afectación de entre un 15 y un 20% de toda la población adulta.

Intolerancia a la lactosa: síntomas

La intolerancia a la lactosa a menudo se infravalora, ya que sus síntomas pueden pasar casi desapercibidos. Los más frecuentes son

  • distensión
  • dolor abdominal
  • flatulencias
  • espasmos
  • diarreas ácidas y acuosas
  • En determinadas situaciones más o menos crónicas puede causar retrasos de crecimiento, trastornos de peso, cuadros de desnutrición, vómitos, náuseas.

¿Cuando aparecen los síntomas de la intolerancia a la lactosa?

Según los casos, inmediatamente después de su ingesta, o tras un período mayor de tiempo dependiendo de la cantidad tolerada. Puede oscilar desde los 30 minutos hasta las dos horas. Hay individuos con intolerancia que son asintomáticos toda la vida porque no sobrepasan sus límites.

Tipos de intolerancia a la lactosa

No existe un solo tipo de intolerancia a la lactosa, sino varios según la tolerancia a la dosis ingerida y la sintomatología presentada. Esta intolerancia se puede producir a cualquier edad: al nacer, durante la infancia al introducir la leche de vaca o ya de adulto.

La intolerancia primaria genética es progresiva y permanente. La secundaria, provocada por un daño intestinal, es reversible si se evita temporalmente la ingesta de lácteos y se regenera la mucosa. En la congénita, que es extremadamente rara, no se puede ingerir lactosa.

La sensibilidad a la lactosa varía ampliamente. En la intolerancia primaria, en la que la actividad de la lactasa desciende con los años, existen distintas categorías. Hay personas que la digieren de una sola vez hasta 12 g de lactosa (casi un vaso de leche) y otras que toleran cantidades inferiores.

Cómo se diagnostica la intolerancia a la lactosa

La falta de especificidad de la intolerancia a la lactosa obliga a diagnosticarla correctamente. El método más utilizado es el test del hidrógeno espirado. Se basa en detectar el nivel de este gas en el aliento, ya que si se digiere mal la lactosa, esta es fermentada por las bacterias del colon y produce mucho hidrógeno, que pasa a la sangre y a los pulmones y se elimina a través del aliento.

Otras pruebas menos usuales son el test sanguíneo o la biopsia.

Alimentos con más lactosa

  • Alimentos con mucha lactosa. La leche entera, la nata, los helados de leche y la bechamel presentan las mayores concentraciones.
  • Alimentos con poca lactosa. La mantequilla, el queso maduro (tipo manchego, gruyere y emmental) o la mozzarella contienen poca cantidad. En un nivel intermedio están la leche de cabra, el yogur y el queso fresco.

Aunque una persona no consuma productos lácteos por convicción ética o por salud, pueden estar consumiendo lactosa sin saberlo. Esto se debe a que la lactosa no solo está presente en los productos lácteos. Es un aditivo que se encuentra también en alimentos procesados, dulces, bebidas, dentífricos y medicamentos. Alrededor de un 20% de los medicamentos contienen lactosa como excipiente.