Hace algunos años, un estudio demostró que existía una relación entre el estatus económico y la incidencia de la alergia a los frutos secos.

El hallazgo se produjo por casualidad. Los investigadores, dirigidos por la doctora Sandy Yip, analizaron una muestra de 8.306 personas que incluían 776 que sufrían de alegia a los cacahuetes, que es especialmente frecuente en los Estados Unidos. Se les ocurrió asociar la alergia con el nivel de ingresos y descubrieron que la aparición de la alergia entre los 1 los 9 años de edad era más frecuente entre las familias con más dinero. ¿Dónde está el secreto?

La excesiva higiene dificulta la maduración de la inmunidad

En realidad los investigadores no se sorprendieron, porque los datos confirmaban la “hipótesis de la higiene”, de la que se viene hablando desde la década de 1990. Según esta hipótesis, la exposición a agentes alergénicos, bacterias y virus durante los primeros años de vida refuerza o “entrena” el sistema inmunitario de una manera beneficiosa.

Se ha comprobado que los niños que viven en el campo, en contacto con la tierra, los animales y las plantas, y que no toman antibióticos ni otros medicamentos a las primeras de cambio, la incidencia de alergias alimentarias es menor. En cambio, es mayor entre los niños que viven en ciudades y en hogares impolutos. Y es que un buen entrenamiento inmunitario no solo previene las alergias, sino también las enfermedades autoinumnes.

¿Qué podemos hacer con los niños que viven en las ciudades? Algunos estudios sugieren que la convivencia con animales de compañía resulta beneficiosa para el sistema inmunitaria. Cuidar plantas y salir al campo los fines de semana y las vacaciones también es recomendable.