Los edulcorantes son sustancias dulces con pocas o ninguna caloría utilizadas como alternativa al azúcar. Pero no todos son iguales. Cada edulcorante es un compuesto químico diferente y su comportamiento varía en el organismo.

Ahora bien, sobre todos recae una sospecha: la de que engañan al cuerpo y eso tiene sus consecuencias.

1. En vez de adelgazar, te engordan

Cuando tomamos un edulcorante, el cuerpo asocia el sabor dulce a las calorías. En respuesta, aumenta la producción de hormona insulina y se estimula el apetito. La consecuencia es que pueden provocar ganancia de peso, justo lo contrario de lo que se trata de conseguir con su consumo.

Podemos ofrecer al menos dos pruebas de este fenómeno. La primera es que los ganaderos utilizan edulcorantes como la sacarina para favorecer el engorde.

La segunda es el estudio realizado por el doctor Steven Stellman, de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), con 80.000 mujeres y que asocia el consumo de edulcorantes con aumento de peso.

2. Alteran tu microbiota intestinal

Uno de los procesos metabólicos alterados por los edulcorantes tiene que ver con la microbiota intestinal.

Un estudio realizado con ratones por investigadores del Weizmann Institute of Science (Israel) halló que la sacarina, la sucralosa y el aspartamo provocan modificaciones en la composición y el comportamiento de la flora intestinal que se relacionan con la tendencia a la obesidad.

Los edulcorantes más polémicos

En concreto, el aspartamo se ha relacionado con diferentes síntomas, como dolores de cabeza, pérdida de memoria, alteraciones de la visión e hiperactividad. En experimentación animal, ha provocado cáncer de cerebro, ganglios linfáticos y vías urinarias. Pero otros estudios no han confirmado estas sospechas y no hay un consenso científico.

En cuanto a la sacarina, el edulcorante más popular en los últimos años, tiene una historia controvertida. En experimentación animal y en altas dosis se ha asociado a cáncer de vejiga, pero los resultados no se han considerado extrapolables al ser humano.

La dextrosa, por su parte, es una forma de glucosa, un azúcar natural que se obtiene del trigo o el maíz.

La conclusión que podemos sacar de todos estos datos es que, en general, conviene evitar los edulcorantes, especialmente los edulcorantes que tienen más estudios en su contra: el aspartamo (E951 y E962), el acesulfamo (E950) y el ciclamato (E952).

Sin embargo, los edulcorantes más seguros, como los esteviósidos (E960) o el polvo de estevia, pueden utilizarse ocasionalmente en cantidades pequeñas.

Cómo sustituirlos

Como norma general, conviene moderar la presencia del sabor dulce en la dieta, aunque venga de la mano de sustancias naturales como el azúcar de caña integral, la miel o el sirope de agave.

El placer que proporciona este sabor puede obtenerse de manera más sana de ciertos alimentos. Puedes endulzar con frutas frescas enteras, desecadas u hortalizas como las zanahorias. Todos estos alimentos son dulces y además proporcionan una buena dosis de minerales, vitaminas y fibra.