Estamos saqueando los océanos.

Según las investigaciones más recientes, los pescadores capturan cada año unos 109 millones de toneladas de peces, un 30% más de lo que se declara, lo que nos habla de aproximadamente 32 millones de toneladas obtenidas de forma clandestina.

Se pesca un 30% mas de lo que se declara

El caso de los peces es único entre los animales que tienen la desgracia de ser considerados “de consumo” y es que desconocemos el número real de individuos que perecen asfixiados en las redes, ellos son directamente contados por toneladas. Por millones de toneladas.

La pesca de arrastre y la cria en piscifactorías

El crimen ecológico que supone la pesca de arrastre en profundidad lleva años siendo denunciada por organizaciones en defensa del medio ambiente de todo el mundo. Las redes de arrastre son enormes mallas cónicas cuya abertura puede llegar a tener el tamaño de un campo de fútbol y se arrastran por el suelo del océano aniquilando todo lo que encuentran a su paso.

Este tipo de pesca no discrimina, recoge todo lo que encuentra en su camino. De media, entre el 30% y el 60% del contenido se tira por la borda de los buques de arrastre de profundidad en altamar, dejando a su paso un enorme rastro de animales muertos o moribundos por no pertenecer a especies “de interés”.

Por si esto fuera poco, la cría en piscifactorías es una de las mayores crueldades que se cometen actualmente contra los animales. En estas granjas industriales los animales viven hacinados en jaulas sumergidas bajo el agua.

Según Igualdad Animal, las condiciones de vida en las piscifactorías son tan extremas, que un estudio llevado a cabo por la Royal Society Open Science descubrió que los salmones criados en estas granjas marinas sufren depresión severa. Los expertos descubrieron que estos animales llegan a tener actitudes suicidas por la falta de estímulos y las condiciones de hacinamiento.

Lo que no sabías sobre la industria del pescado

Los peces son animales altamente sensibles y unos grandes desconocidos para nosotros, por eso a continuación te dejamos 5 buenas razones para dejarlos fuera del menú:

1. ¿Memoria de pez?

Uno de los grandes mitos sobre estos animales es que no poseen memoria, aquello de los 3 segundos. Pero en los últimos 15 años se han desarrollado numerosas investigaciones sobre el aprendizaje y la memoria de estos animales.

Ha llegado a constatarsee que la mayoría de los peces puede recordar a sus depredadores hasta un año después de ser atacados por ellos. Y una carpa que ha estado a punto de morder el anzuelo recuerda la experiencia y evita a los pescadores durante varios meses.

Kevin Warbunton, experto en el comportamiento de estos animales en la Universidad Charles Sturt en Australia y su equipo, confirmaron que los peces tienen memoria a largo plazo, y que aprenden a conocer en profundidad su hábitat y asocian la abundancia de alimentos o peligros con determinados lugares.

Esta información la utilizan para identificar vías de escape por si se presenta una amenaza, y también para trazar sus rutas favoritas. Además, si hay que inspeccionar una zona donde sospechan que hay un predador, es habitual que lo hagan por parejas para aumentar la seguridad.

2. Sensibles y afectuosos

Los peces poseen receptores sensoriales en el lateral de su cuerpo, lo que les permite detectar vibraciones bajo el agua, la movilidad de otros peces o la presencia de sus depredadores.

Los laboratorios marinos de Narragansett han comprobado en sus grabaciones que hay peces que emiten sonidos similares al ronroneo cuando se les acaricia. Son animales muy sensibles al contacto táctil, frotándose a menudo unos con otros en una conducta idéntica a la que realizan los gatos entre sí y con los humanos.

3. Padecen ansiedad

A pesar de la creencia generalizada respecto a la baja complejidad de estos animales, se han realizado numerosos estudios sobre el estrés en los peces. Se confirma que también padecen ansiedad y un aumento de los latidos del corazón y descargas de adrenalina y noradrenalina en la sangre ante situaciones estresantes o con el recuerdo de situaciones pasadas. Así, buena parte de las investigaciones estudian este fenómeno no solo como un proceso fisiológico sino también psicológico.

4. Son muy inteligentes

Culum Brown, de la Universidad Macquarie, en Australia, afirma que los peces viven en comunidades sociales complejas en las que hacen un seguimiento de los individuos, y pueden aprender unos de otros. Esto ayuda a desarrollar tradiciones culturales estables.

Los peces incluso se reconocen a sí mismos y a los demás. También cooperan entre sí y muestran señales de inteligencia maquiavélica, como la cooperación y la reconciliación.

Construyen estructuras complejas, son capaces de utilizar herramientas, y utilizan los mismos métodos para reconocer cantidades que los humanos. En su mayor parte, los sentidos primarios de los peces son tan buenos, y en muchos casos, mejores, que los de los seres humanos. Su comportamiento es muy similar al de los primates.

5. Una muerte terrible

A pesar de toda la evidencia científica sobre la sensibilidad de los peces, estos animales siguen encontrándose completamente desprotegidos y sufren un desprecio inimaginable por parte de la industria pesquera.

Los peces mueren de formas terribles: cuando son elevados en las redes desde la profundidad del agua, muchos sufren tal descompresión que sus órganos internos explotan, otros mueren ya en la superficie aplastados bajo los cuerpos de otros animales y el resto agoniza asfixiándose hasta morir.

Por más diferentes que puedan resultarnos, compartimos con estos animales lo realmente fundamental: la capacidad para sentir y el interés en vivir nuestra propia vida. Y en este momento, millones de ellos necesitan urgentemente nuestra solidaridad.

Como afirmaba la Doctora Sylvia Earl, bióloga marina “los peces son individuos todos diferentes unos de otros, algunos son tímidos, otros más agresivos, otros curiosos. No como a nadie que pueda conocer personalmente.”