No has tenido mala suerte, no. Es que no es fácil quererse y disfrutar del amor, no es fácil comunicarse bien y entenderse a la perfección, no es fácil tampoco amar desde la empatía, la generosidad y la solidaridad. Porque los humanos somos un poco egoístas.

Cada uno de nosotros tenemos nuestros intereses y nuestras necesidades y a veces tendemos a abusar de los demás y a pedirles que nos satisfagan los deseos, que nos cumplan los sueños, que cubran todas nuestras necesidades básicas.

Nos cuesta entender que una sola persona no puede llenar esos vacíos ni atendernos en exclusiva como si solo existiéramos nosotros.

No es una cuestión de mala suerte, no. Ni esto de sufrir por amor es solo un problema tuyo, es un problema colectivo. Nos cuesta juntarnos a trabajar en equipo porque nos han enseñado a competir y a dominar a los demás. Y la pareja no puede construirse desde las jerarquías y las luchas de poder: así no se disfruta, sino que se vive todo el tiempo peleando para no dominar y no dejarse dominar por el otro.

No es que tú hayas tenido mala suerte, no. Somos muchas, millones, las mujeres a las que nos ha ido mal en el amor. Nos han conquistado con palabras bonitas y nos hemos lanzado a la piscina buscando vivir el romance del siglo.

Desde pequeñitas nos han mitificado el amor: es normal que nos decepcionemos con unas expectativas tan altas, es normal que le pidamos al amor que nos cambie la vida a mejor, es normal que el amor sea el centro de nuestras vidas... Porque así nos educaron a todas: desde la televisión, el cine, los libros, las canciones, el profesorado y nuestro círculo familiar más próximo. Todos nos enseñaron el patriarcado y nos lo transmitieron para interiorizarlo.

No estamos condenadas a sufrir por amor: no sufrimos ningún hechizo que nos encadene al amor, nadie nos ha castigado con el sufrimiento.

Todos los seres humanos necesitamos amor y compañía, pero mujeres y hombres no somos educados en el amor de la misma manera. Para los hombres es una guerra y a las mujeres nos lo venden como un paraíso. Y por eso nos cuesta querernos: nos cuesta mucho construir relaciones sanas, libres y basadas en la igualdad porque no somos iguales.

Las mujeres no necesitamos buena suerte

Los hombres tienen privilegios y viven muy bien cuando se emparejan, nosotras no tanto. Ellos viven más si están casados, nosotras si estamos solteras. A quien beneficia el matrimonio es mayormente a ellos, porque a nosotras lo que nos toca generalmente es la doble jornada laboral, unas con “ayuda” y otras sin ella.

Así es que, sí, mala suerte la tenemos todas. Estamos todas intentando vivir historias de amor lindas preguntándonos por qué no funciona. Bueno, no funciona porque vivimos en un mundo muy desigual, violento y machista. Y así no se puede querer bien.

El feminismo está luchando para liberar al amor del patriarcado: cuantas más seamos, antes lo logramremos. Hay que desmitificarlo todo, hay que poner los pies en la tierra, hay que desmontar el amor, hay que pensarlo y reinventarlo.

Ayuda mucho juntarse en grupos a hablar y a trabajar el amor romántico, porque así podemos evitar sufrir en el proceso: también el trabajo del amor hay que poder disfrutarlo.

Y sí, es mucho trabajo –a solas y en grupo–, pero ya somos muchas (cada vez más) las mujeres que queremos disfrutar del amor y de la vida. Cada vez somos más las que ya no nos resignamos a pasarlo mal y a sufrir, las que ya no mendigamos amor, las que preferimos estar solas que mal acompañadas.

Somos cada vez más las que sabemos que esto no es un problema individual y que lo personal es político. No necesitamos la buena suerte: solo necesitamos un poco de sensatez y de sentido común, otro poco de amor a una misma, buenas amigas que nos den buenos consejos, un poco de responsabilidad con respecto a nuestro auto-cuidado y un gran compromiso con nosotras mismas y con las demás mujeres.