Muchas veces hacemos comida de más o simplemente nos sobra algo del plato. No hace falta tirarlo porque siempre se puede aprovechar.

Entiendo que algunas sobras dan más pereza, por ejemplo cuando son trocitos de verduras de un caldo o un pegote de macarrones que ya están fríos. No pasa nada, todo esto se puede aprovechar fácilmente para montar otros platos.

No solo ahorras y evitas tirar comida, es que te facilitas la labor de preparar otros platos, gastando menos tiempo y esfuerzo.

Cómo cocinar cada tipo de sobras

A continuación os comento algunas de las sobras más “problemáticas” y qué hacer con ellas para aprovecharlas bien.

1. Sobras de pasta

Seguramente una de las cosas que te tire atrás es ver que la pasta del día anterior se apegotona y al intentar removerla se rompe. No te preocupes, tiene arreglo.

  • Para evitarlo: antes de que se enfríe la pasta sobrante ponle un poco de aceite de oliva (con un atomizador es más fácil), remuévela muy bien y deja que se enfríe por completo. Después guárdala en un táper y a la nevera.
  • Si tu pasta ya está hecha un bloque: pon a hervir agua en una cacerola mediana y ten a mano un colador o espumadera grande. Cuando entre en ebullición fuerte echa la pasta, déjala un minuto y sácala rápidamente con el colador o espumadera. La pasta se habrá despegado y se habrá calentado. Remuévela y úsala en el plato que quieras.
  • Para qué puedo usarla: para cualquier plato de pasta, ya sea un clásico con salsa de tomate o una ensalada. Los fideos largos, espaguetis y tallarines también te sirven como pasta para un caldo o sopa (como el ramen). Las pastas rellenas como los tortellini también sirven para estos platos.

2. Sobras de arroz

Si nos sobra arroz cocido lo mejor es guardarlo para otras comidas. Con el arroz también puede pasar como con la pasta: que se apegotone, se rompa y ya no nos parezca tan apetecible. Para esto también tenemos soluciones.

  • Para evitarlo: nunca dejes el arroz en agua una vez hecho. Seguirá cociéndose y/o absorbiendo agua (si lo dejas en agua fría) a la vez que soltará almidones a ese agua, haciendo la mezcla resultante un engrudo duro y difícil de manejar.

Escurre muy bien el arroz si lo has hecho con abundante agua, esponja los granos de vez en cuando con un tenedor y cuando esté frío pásalo a un táper y a la nevera.

Si has hecho el arroz con el agua justa ya estará seco. Solo tienes que esponjarlo con un tenedor de vez en cuando hasta que se enfríe y guardarlo. Mientras se enfría el arroz, procura que esté tapado, así no se secarán los granos superficiales.

  • Para deshacer el bloque de arroz: en lugar de blanquearlo, como la pasta, hazlo a la sartén con unas gotas de aceite de oliva. Utiliza una cuchara de madera grande y ve deshaciendo el bloque de arroz mientras se calienta. En pocos minutos tendrás un arroz suelto y al dente.

Si vas a utilizar el arroz en un guiso o una preparación con bastante caldo puedes saltarte este paso. Pon el bloque de arroz en la olla con tu guiso caliente y deshazlo poco a poco con la espumadera, sin forzarlo. Tarda un par de minutos.

  • Para qué puedo usarlo: para cualquier plato con arroz, desde salteados a guisos y sopas. También para dulces y postres. Por ejemplo, si tienes arroz cocido tal cual (sin sal ni aceite) puedes hacer rápidamente un arroz con leche para desayunar. Basta con poner a hervir la bebida vegetal con canela y limón, añadir el arroz y retirar cuando esté cremoso (unos 4 minutos).

Para hacer porridge de arroz de desayuno, también. Puedes hacerlo igual que el arroz con leche y añadirle después un buen puñado de frutos secos y unas frutas (uvas, trocitos de pera, mandarina, etc).

3. Sobras de pan

El pan que te sobre puede aguantarte 1-2 días más, dependiendo del tipo de pan y de la temperatura y humedad que haga. Guárdalo siempre en una bolsa de papel o de tela y preferiblemente en una panera o en la despensa, lejos del vapor de agua y del sol.

Puedes congelarlo para usarlo cualquier otro día (recuerda protegerlo bien para que no sufra quemaduras por frío ni coja sabores raros) o dejar que se seque por completo para hacer pan rallado.

  • Cómo usar pan duro: si tu pan ya se ha puesto duro y seco no hay vuelta atrás, es decir, por mucho que lo calientes no va a volver a estar tierno, pero sí puedes usarlo de otras formas: como picatostes y haciendo pan rallado.
  • Para qué puedo usarlo: en sopas, por ejemplo, puedes echar unos trozos de pan cortado en cubitos si quieres unos tropezones blanditos. Si los quieres crujientes hazlos un par de minutos a la sartén con aceite de oliva y pimentón (es opcional).

El pan rallado nos suele venir muy bien para cohesionar masas como las de las albóndigas y hamburguesas, y para empanar croquetas. Puedes rallar el pan con un rallador normal y corriente para un grano fino, o utilizar los agujeros más grandes para un pan rallado más grueso, más parecido al panko o pan rallado japonés. También lo puedes hacer cortando los panes en trocitos y pasándolos por la batidora.

Guárdalo en un bote con cierre hermético y ve incorporando los panes rallados que vayas haciendo, agitando el bote para mezclar. No pasa nada por mezclar diferentes tipos de panes, más bien todo lo contrario, le da más sabor.

Utiliza siempre panes integrales de buena calidad, con o sin semillas, pero que sean integrales. Los picatostes y el pan rallado resultante de estos panes es mucho más rico, fragante y crujiente que los del pan blanco, así que merece la pena gastar un poco más por un pan más bueno, más sano y más aprovechable.

4. Las verduras de un caldo

Has hecho un caldo de verduras muy rico, cociéndolo durante un buen rato, y la idea es tomar solo el caldo. ¿Qué hacemos con esas verduras cocidísimas?

  • Zanahorias: hazte una crema de zanahorias con puerro, calabaza, calabacín, patata… lo que tengas a mano. También puedes servirlas con un cuscús, machacarlas con patata para hacer puré, etc. Al estar muy blandas también te sirven para unas tostadas: unta la zanahoria con un cuchillo sobre el pan y ponle unas semillas de sésamo o lino, una pizca de sal y aceite de oliva.
  • Nabos: si has usado nabos, que tampoco es que tengan muchísimo sabor, puedes machacarlos junto con patata para hacer un puré muy cremoso.
  • Puerros: también sirven para hacer cremas, como en el caso de las zanahorias, o para incorporarlos a un paté vegetal. Como tienes que batirlo todo junto no importa que los puerros estén muy blandos, solo procura que estén bien escurridos.
  • Apio: sécalo bien, córtalo en trocitos y úsalo en ensaladas. También sirve para patés vegetales.
  • Cebolla: hazte un pisto casero con los restos de cebolla y pimientos. Solo tendrás que pocharlos con aceite de oliva, añadir calabacín y unos tomates. Se hará más rápido ya que la cebolla y los pimientos ya están tiernos.
  • Calabaza: te sirve para purés y cremas además de patés vegetales o para comer tal cual, como acompañamiento de otros platos, o como base cremosa para un risotto.

5. Leche de coco

Seguramente hayas usado una parte para algún plato, te ha sobrado y no quieres que se te ponga mala. En la nevera aguanta unos 3 días, así que puedes pensar en algunas ideas para aprovecharla.

Si ves que no vas a hacer nada con ella en ese tiempo, congélala. Puedes usar cubiteras o un táper bien cerrado (no la congeles en la lata porque no cierra perfectamente).

Para qué puedes usarla:

  • Para el desayuno: una o dos cucharadas en el café, en las gachas, en un pudding de chía o con unas frutas frescas.
  • Para hacer cremosas unas verduras salteadas: puedes aprovechar también restos de verduras (espinacas, zanahoria, cebolla, brócoli, pimientos, etc), hacer un salteado y añadir un chorrito de leche de coco antes de apagar el fuego. Esto le dará un toque muy cremoso.
  • Para guisos y currys: ya sea un potaje de toda la vida, un guiso con patatas o un curry, siempre puedes añadir un chorrito de leche de coco para hacerlo más fragante y cremoso. Prueba a usarla en unos garbanzos con espinacas, queda genial.
  • En purés y cremas: añadiendo leche de coco quedan más cremosas. Añádela antes de batirlo todo junto y verás la diferencia.

6. El limón reseco

Creo que es un clásico en todas las neveras: medio limón reseco que hemos dejado ahí y no hemos reparado en su presencia.

Cómo evitarlo: Cuando uses solo medio limón piensa qué hacer con la otra mitad. Si quieres aprovecharla bien, pélala con un pelador de verduras y mete las pieles en una bolsita bien cerrada y congélalas. Con esto tendrás piel de limón para cualquier plato o preparación, sea dulce o salada.

El resto del limón guárdalo en un táper y ponlo a la vista, no en el fondo de la nevera. Será más fácil que lo veas y lo uses, por ejemplo, para aliñar una ensalada o para hacer hummus.

Cómo usar el limón reseco: como ya está seco y duro no hay mucha cosa que podamos hacer con él, pero podemos revivirlo un poco para tés e infusiones. Lávalo y ponlo en una cacerola con un par de tazas de agua. Cuando entre en ebullición fuerte baja el fuego y deja que se cueza 2-3 minutos más a fuego lento. Utiliza ese agua para hacerte té o infusiones, tendrán un buen sabor a limón.