Las articulaciones son una pieza básica del cuerpo, pero no solemos prestarles demasiada atención hasta que nos dan problemas, normalmente en forma de dolor.

Tenemos un cuerpo articulado y gracias a ello realizamos los movimientos. Nuestras articulaciones, diseñadas para permitirnos la movilidad, son capaces de soportar fuerzas enormes como la de la gravedad. Nos brindan flexibilidad, física y psicológica, nos marcan los límites físicos y psíquicos y nos ayudan a explorarlos.

Es importante recordar que las articulaciones se adaptan a nuestros movimientos diarios, a nuestra forma de movernos y expresarnos, por ello son un reflejo de nuestra situación física y psíquica. Se achican y se deterioran con la vida sedentaria y mejoran con el movimiento o con el ejercicio adecuado, mientras que el ejercicio inadecuado aún las destruye más.

Veamos cuáles son los cuidados naturales más importantes para mantener las articulaciones sanas y flexibles, primero en general y después en algunos de los problemas articulares más comunes, como la artrosis, la artritis reumatoide o la gota.

Cómo cuidar las articulaciones

La época invernal es quizá la que más nos hace recordar nuestras articulaciones, porque el frío y la humedad, unidos a los cambios de presión atmosférica, sensibilizan la articulación, a veces incluso produciendo dolor. La medicación que se suele emplear puede ser bastante fuerte y las artroscopias y la cirugía están a la orden del día. Es importante recordar los cuidados básicos de las articulaciones y comprender que debemos favorecerlas cada día y no producirles más daño, sea con una mala actitud o un uso agresivo.

1. Ejercicio suave para moverlas

Blandine Calais-Germain, en su ya clásica obra Anatomía para el movimiento (Ed. Liebre de Marzo), ya nos habla de la importancia de la articulación para el movimiento: de la articulación y de cada una de sus partes, del cartílago y de su capacidad de regeneración, de la sinovia que engrasa y nutre al cartílago a la vez que elimina sus sustancias de desecho, de la cápsula que mantiene en equilibrio la articulación y la conecta al movimiento. Todo ello es valioso para cuidar la forma física.

También nos habla del ejercicio específico para la articulación, que debe ser suave, para preservar y recuperar el deslizamiento fácil como si se lubricase la articulación con aceite, siempre con suavidad, sin fuerza, sin estirar ni contraer, de forma dulce.

Y es que el ejercicio es fundamental para mejorar la articulación, siempre que sea un ejercicio suave, que ponga en marcha todas las posibilidades de la articulación sin forzarla ni aumentar las presiones. se debe forzar ni producir dolor, el dolor es la barrera que nos avisa de que no debemos hacer eso.

Para las articulaciones que reciben peso es bueno quitarles fuerza de gravedad, lo que se consigue flotando en la piscina o en el mar.Nunca

La clave es movilizar la articulación sin que duela, pero, ante todo, moverla.

Este movimiento favorece la nutrición y la eliminación de sustancias agresivas para el cartílago, hace el líquido sinovial más fluido y la membrana aumenta su actividad.

La terapia fundamental en el cuidado de articulaciones es el masaje por uno mismo o a través de un terapeuta, pues la movilización pasiva ha demostrado ser la terapia más eficaz.

Además del ejercicio y el masaje, es importante revisar la postura y la forma de moverse. Pero la flexibilidad articular va unida asimismo a la flexibilidad psíquica, a la forma de moverse, de acercarse o de alejarse de los demás, de ser tolerante o agresivo.

Es importante ejercitar la tolerancia, saber aceptar las críticas y corregir los errores, no enjuiciar sino intentar comprender, ponerse en el punto de vista del otro, asumir lo inesperado, afrontar el cambio como un juego y, sobre todo, no dejar de tener una gran capacidad para reírse de uno mismo y de cualquier situación que resulte graciosa.

2. Alimentación para cuidar las articulaciones

Ante problemas articulares como la artrosis se propugnan las virtudes de los cartílagos animales que aportarían los elementos para que el cuerpo forme su propio cartílago. Pero su eficacia no está demostrada y tenemos maneras de favorecer la formación de colágeno con una alimentación vegetal y otros suplementos naturales.

Mucho más importante es que la dieta no incluya tóxicos. Hay que eliminar el tóxico de los líquidos sinoviales que alimentan el cartílago; esto, además de producirse con el ejercicio suave, se consigue procurando que las grasas que se toman no estén calentadas y consumiendo proteínas de origen vegetal: legumbres, cereales y semillas. Las grasas actuarían como un lubricante.

Ante problemas articulares serios es recomendable hacer ayuno un día a la semana o tres días al mes, así como controlar el peso, sobre todo para proteger las articulaciones que reciben más carga.

3. Tratamiento natural de la artrosis

La artrosis a la larga puede producir dolor y deformación de la articulación, lo que se debe a una pérdida de elasticidad y a la mayor permeabilidad del agua, que conducen a un incremento de la sobrecarga de los condrocitos y a una mayor exposición a enzimas encargadas de degradar el cartílago.

Predisponen a ella factores como: edad avanzada, sexo femenino, obesidad, traumatismo articular, deformidad articular, factores laborales, cierta prácticas deportivas y la debilidad muscular.

Con el tiempo, el cuerpo tiende a defenderse anulando los movimientos dolorosos. Los osteoblastos aumentan la formación ósea, lo que da lugar a unos huesos más rígidos. A su vez esto provoca microfracturas, seguidas de la formación de callos, mayor rigidez y más microfracturas. Se forman osteofitos (excrecencias óseas), el rasgo distintivo de la artrosis. Y todo ello limita el movimiento.

Ante una artrosis podemos recurrir a tratamientos naturales que alivian los síntomas y evitan un mayor deterioro.

  • Está comprobada la eficacia de masajes suecos en pacientes con artrosis de rodilla, con resultado de mejoría significativa en los índices de dolor y en la rigidez de los miembros.
  • Se puede apreciar que la acupuntura, como tratamiento para la artrosis, es muy eficaz, pues la mayoría de los pacientes que fueron tratados con acupuntura aseguraron haber tenido una mejora significativa en los síntomas de la enfermedad, al igual que ocurrió con los pacientes tratados con masaje sueco.

La combinación de tratamientos es la que suele lograr un mayor alivio sintomático. Quienes padecen artrosis deben modificar su estilo de vida para que el trastorno no se agrave. Eso implica:

  • Mantener un peso adecuado. La obesidad aumenta el riesgo de padecer artrosis y el adelgazamiento puede disminuir el dolor y ralentizar la progresión de la enfermedad.
  • Hacer ejercicio de forma regular con una combinación de ejercicio aeróbico, entrenamiento en resistencia y fortalecimiento. En las personas con artrosis, el ejercicio no solo contribuye a un estilo de vida saludable general, sino también a reducir la discapacidad y el dolor.
  • Seguir una dieta vegana o casi (vegetariana pura, sin leche ni huevos) para poder reducir el dolor articular sin tener que recurrir a medicamentos que provocan efectos secundarios dañinos.
  • Aplicar calor o frío en las articulaciones que dan síntomas puede proporcionar alivio y mejorar el intervalo de movimientos. Los baños calientes y las curas termales en balnearios son adecuadas.

Aparte de esas medidas, es importante prevenir el daño articular directo. Para ello será preciso no sobrecargar con peso la articulación afectada y evitarle traumatismos:

  • Para reducir la carga articular cuando existe afectación de caderas o rodillas hay que evitar permanecer de pie, ponerse de rodillas o en cuclillas.
  • Ha de plantearse el uso de un bastón, andador o plantillas con cuña. E
  • l ejercicio en el agua sin presión para las articulaciones (aqua-gym) es ideal.

4. Tratamiento natural de la artritis reumatoide

Esta enfermedad conlleva alteraciones dolorosas en articulaciones de las extremidades; aumentan por la noche y se tiene sensación de cuerpo dolorido al despertarse. A veces puede ir acompañada de ciertas manifestaciones de índole psíquica, como ocultación de los conflictos íntimos, problemas relacionados con la dominación y el control, agresividad hacia uno mismo...

El dolor podría interpretarse entonces como una especie de llamada de auxilio, como si el cuerpo dijese: sufro, luego existo. Se relaciona con antiguos contactos con bacterias o virus, pero es una hipótesis no muy válida. Lo más aceptado hoy es que existe un problema en el sistema inmunitario, o más bien en el sistema de identidad: la artritis en sí supone una agresión a este sistema de identidad dado que el cuerpo se ataca a sí mismo.

Las causas pueden deberse así a múltiples factores, como genéticos o endocrinos (se reduce durante la gestación y los corticoides merman su actividad). No se dispone de métodos demostrados para prevenirla.

Sin embargo, se puede recomendar lo siguiente:

  • Reírse. Ver películas y leer libros de humor, levantarse cada mañana y hacer el esfuerzo de reírse. Al principio resultará embarazoso, pero funciona, tal como demostró en su día Norman Cousins.
  • Ser creativo. Crear arte, bailar, tocar un instrumento, tocar el tambor, escribir... Encontrar sentido a la vida. Preguntarse qué es lo que le da a uno la energía para levantarse cada mañana. Amar a las personas. Relacionarse con «personas positivas», asegurándose de que superen en número a las "negativas".
  • Encontrar grupos de apoyo.
  • Comer bien. Intentar seguir una dieta vegetariana. Asegurarse de equilibrar la ingesta de proteínas y de tener un aporte adecuado de vitaminas.
  • El fortalecimiento muscular y el estiramiento pueden ser inestimables para mantener la función. Al principio se puede utilizar la fisioterapia para el entrenamiento; el taichí es de utilidad.
  • La meditación es muy recomendable en quienes están dispuestos a dedicar diariamente un tiempo para analizar más estrechamente la conexión entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Una opción más sencilla es el mindfulness.
  • Los ejercicios de relajación también se recomiendan, así como los métodos para hacer frente al estrés. El taichí y el yoga pueden aportar un componente meditativo a la práctica de ejercicio.
  • Conviene eliminar el consumo de café, tabaco y alcohol. Cuando se sospecha intolerancia a determinados productos (lácteos, trigo, cítricos o frutos secos) se debe intentar seguir una dieta de eliminación durante dos semanas para, posteriormente, intentar ver si se tolera el alimento sospechoso.
  • Ácidos grasos omega-3. Su presencia en la dieta puede aumentarse tomando harina o aceite de semillas de lino o siguiendo estos consejos para asegurarse el omega-3 necesario.
  • Especias útiles. Se empieza tomando un gramo de jengibre en polvo dos veces al día hasta un máximo de 4 gramos. Si no se observa ningún efecto tras 6-8 semanas, puede intentarse con cúrcuma (0,5-1 gramos, 2-3 veces al día).

5. Combatir la gota

Consiste en un aumento del ácido úrico en sangre, sea por motivos dietéticos o constitucionales. La hiperuricemia en las articulaciones dará una crisis con calor, rubor y tumor, una inflamación aguda y artritis muy frecuente en el dedo gordo del pie; bajo la piel quedarán residuos llamados tofos –si se eliminan por el riñón pueden dar litiasis y cólicos renales.

El tratamiento del ataque agudo puede hacerse mediante homeopatía: Colchicina CH4. Como antiinflamatorios, aplicaciones de arcilla fría o caliente; plantas útiles en infusión son el harpagofito, la lespedeza (Lespedeza capitana) y el rododendro. En homeopatía: Ribes nigrum 1DH.

Resulta útil el ayuno con abundantes jugos de fruta diluidos y caldos de verdura. Una vez pasada la crisis el estilo de vida debe modificarse:

  • Dieta. Supresión de carnes y pescados, aceites de semillas y alcohol, setas, legumbres y levaduras. La dieta vegetariana crudívora es ideal.
  • Líquidos. Se aumentará la ingesta de diuréticos y agua.
  • Aumentar la sudoración. Mediante sauna o baño de vapor.
  • Ejercicio abundante hasta sudar. También ejercicio articular.
  • Fitoterapia. Son adecuados el fresno, la genciana, la salvia, la arenaria roja, la melisa o toronjil, el grosellero, la ortiga, el abedul y el sauce.
  • Crenoterapia. Aguas oligometálicas y radiactivas en bebida y en baño. Tomar carbonato de litina (agua de litines).