No se puede decir que los apocalípticos incendios de Australia en 2020 fuesen una sorpresa. Un informe de 2018 de la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth ​y de la Oficina de Meteorología australiana concluyó que el cambio climático iba a contribuir a agravar los incendios, debido al incremento de las temperaturas medias y máximas, y también de la duración de los periodos de sequía.

El informe concluye literalmente que "se incrementarán los días con riesgo de incendio y la temporada de incendios se alargará en el sur y en el este de Australia". Esta fue precisamente la zona asolada por los macroincendios australianos.

Si te interesa el tema, consulta el artículo ¿Qué es el cambio climático?

El cambio climático favorece las condiciones para que haya incendios más graves

El cambio climático no pone las chispas en los incendios forestales (la causa directa puede ser una negligencia o un accidente), pero sí crea las condiciones para que se produzcan y sean más grandes. Por supuesto, lo que vale para Australia, vale para cualquier otra región del planeta con condiciones similares, como es el caso de la península Ibérica.

El Niño indio y los incendios de Australia

Stefan Rahmstorf, jefe del departamento del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático en Alemania y uno de los expertos del IPCC de la ONU, está de acuerdo con los expertos australianos en que el calor y las sequías aumentan los riesgo de incendios de dimensiones desconocidas hasta ahora en muchas regiones del planeta.

Rahmstorf señala que el cambio climático afecta el ciclo del agua de manera que se producen menos lluvias en unas partes del mundo y más en otras. La consecuencia es que donde ya había sequías, habrá todavía más; y donde había inundaciones, estás serán más frecuentes y más destructivas.

El cambio climático se expresa de maneras peculiares en distintas zonas del planeta. Las temporadas de lluvias y de sequía en Australia responden al fenómeno del llamado "dipolo del Océano Indico" o "Niño indio" (por comparación con el fenómeno de "El Niño" en el océano Pacífico).

El dipolo se refiere a la diferencia en las temperaturas de la superficie del mar en zonas opuestas del océano Índico: cuando la temperatura del mar es más alta de lo normal en la región occidental, es más fría en la oriental, y como consecuencia hay más sequía en occidente y más inundaciones en oriente.
Por otra parte, los incendios de las dimensiones australianas contribuyen a su vez al cambio climático, formando un círculo vicioso. Cuando los árboles arden liberan el carbono almacenado en sus troncos, hojas, ramas y raíces. Esto provoca un aumento de la temperatura de la atmósfera y el riesgo de incendios futuros se incrementa también.
incendios australia
Imagen de los incendios desde un satélite de la NASA

El cambio climático también amenaza con una ola de incendios a España

En Australia, los incendios han seguido a los 34 meses más secos desde que comenzaron los registros. El año 2019 fue el más seco y el más caliente desde que existen registros. El pasado mes de diciembre se alcanzó la termperatura promedio record de 41.9 °C. En Europa, 2019 también fue el año más cálido de la historia, así que aumentan las probabilidades de que el próximo verano sea nefasto en relación con los incendios.

El bombero especialista en incendios Ignacio Villaverde explica en Climatica.lamarea.com que en Australia se previenen los incendios realizando quemas controladas, pero que este año las condiciones meteorológicas han sido tran extremas que el riesgo era demasiado alto.

Añade que si se produce una ola de incendios, en Australia, dadas las dimensiones del país, no se intenta controlarlos todos sino aquellos que amenazan a las poblaciones. Por eso ha llegado a haber 100 incendios fuera de control, algo que en España es prácticamente impensable. No obstante, advierte de que en España cada vez resulta más difícil controlarlos y evitar las víctimas humanas.

Los incendios de australia emiten más CO2 que 116 países juntos

El incendio más grande que aún está activo en Australia ha afectado ya a 600.000 hectáreas de terreno, su humo ha llegado a Chile, Argentina y Uruguay, y ha insuflado en la atmósfera 400 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono a la atmósfera, una cantidad equivalente a las emisiones sumadas de 116 países.

Los incendios no solo aceleran el cambio climático, también hacen más rápida la extinción de especies, sobre todo de mamíferos. En el momento de escribir este artículo, ha ardido el 70% de la selva tropical, incluyendo 104 parques y reservas naturales del estado de Victoria, y se calcula que han sido víctimas del fuego 500 millones de koalas, canguros, wallabies y otros pequeños animales.

¿Los políticos negacionistas aprenderán la lección?

Los científicos, las organizaciones ecologistas y los movimentos de jóvenes contra el cambio climático esperan que los políticos de todo el mundo aprendan la lección de los incendios autralianos.

El primero en aprender debiera ser el primer ministro australiano, Scott Morrison, líder del Partido Liberal que forma parte de la alianza de gobernantes que se resisten a tomar medidas para reducir sus emisiones de CO2, como Donald Trump (Estados Unidos), Vladimir Putin (Rusia) o Jair Bolsonaro (Brasil).

Morrison alega cínicamente que Australia solo contribuye con un 1,3% de las emisiones globales, como si eso fuera una justificación para que un país rico y muy vulnerable al cambio pudiera seguir aumentando su contribución dañina en lugar de reducirla y servir de ejemplo al resto de países del planeta para poder exigirles lo mismo.

Morrison ha llegado a afirmar, pese a los informes de su propia administración, que no existe "evidencia científica creíble" sobre que frenar las emisiones de gases con efecto invernadero pudiera servir para disminuir los incendios.