El catedrático Nicolás Olea, que acaba de publicar el libro Libérate de tóxicos (Editorial RBA), es uno de los mayores expertos en el estudio del impacto de los disruptores endocrinos en nuestra salud. Desde la Universidad de Granada estudia cómo estas sustancias alteran nuestro sistema hormonal y provocan fallos, e incluso enfermedades metabólicas.

A través de la piel y la sangre, los disruptores endocrinos llegan a distintos órganos y tejidos porque están en todo: en los alimentos a través de los pesticidas, en productos de limpieza, cosméticos, envases alimentarios (también los de productos infantiles), tickets de la compra... Este año su equipo detectó bisfenol A incluso en los calcetines infantiles.

Aprovechando su paso por la última edición de Biocultura Madrid, hablamos con el doctor Olea sobre la imperiosidad de que se legisle para luchar contra los disruptores endocrinos. "Alguien tiene que decir ya algo sobre el uso de estos contaminantes", reivindicó en su charla sobre este tema.

Movilizarse contra los disruptores endocrinos

–Usted ha planteado montar una acción social conjunta para frenar los disruptores endocrinos. ¿Hay alguna estrategia?
–Esta propuesta de acción social es una reacción de enfado, porque las medidas gubernamentales se están retrasando enormemente. Aún no hay una estrategia...

Esperábamos que las impusiera Bruselas, porque desde 2012 el Parlamento Europeo pidió que se establezcan los criterios de detección de compuestos hormonalmente activos. Pero en 2019 aún no se ha hecho.

–Algunos expertos lleváis 23 años celebrando encuentros sobre disruptores endocrinos. ¿Por qué no dan más frutos?
–Sí, y los hacemos cada seis meses. Pero ahora Europa ha organizado el primer encuentro europeo de disruptores endocrinos cuando nosotros llevamos 23 años celebrando uno cada seis meses. Lo hacen para que los nuevos parlamentarios conozcan este problema y tomen la decisión de actuar en los próximos 4 años.

–¿Entonces hay esperanza?
–Ahora lo que necesitamos es empoderamiento social: madres, padres y personas con obligaciones medioambientales para que exijan una regulación mucho más estricta.

–Y está el caso del mercurio...
–Sí, en el consumo de pescado azul grande como el atún rojo, cazón, pez espada, emperador y lucio. La Comisión Europea ha presionado a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria para desaconsejar su consumo en niños menores de 10 años o mujeres que quieran quedarse embarazadas o lo estén, porque llevamos 10 años de retraso sobre esta advertencia sobre la ingesta de mercurio. Y el cadmio y el plomo tienen un efecto importante también sobre el desarrollo neuroconductual de los niños y la inteligencia.

¡Es tremendo! Se acabarán dando recomendaciones de pescado similares a las del consumo de alcohol. Para reducir la exposición a estos metales lo mejor es limitar la ingesta.

–¿Cómo ha terminado el mar lleno de mercurio?
–Por la actividad industrial y el vertido de residuos industriales al Mediterráneo y el Atlántico hasta que se vio su toxicidad. El mercurio de los termómetros es un mineral y no es tóxico, pero sí lo es el metilmercurio, que se organifica uniéndose a moléculas orgánicas.

El mar ya no lo podemos limpiar, pero sí limitar el consumo del pescado más contaminado.

La urgencia de regular los disruptores endocrinos

–¿Qué queda por regular?
–Todo. Hay miles de disruptores endocrinos en el mercado (blisfenones, ftalatos…), pero no hay ninguno regulado. La Unión Europea, a pesar de la insistencia del Parlamento Europeo, no ha regulado ninguno por su actividad hormonal, pero sí por su actividad carcinogénica, mutagénica o reprotóxica.

Dicen que en 2020 van a prohibir los tickets térmicos con bisfenol A y el recubrimiento con bisfenol A de los envases para menores de 3 años. Son medidas muy, muy escasas y muy tardías, que dejan fuera a las mujeres potencialmente embarazadas.

"La Unión Europea, a pesar de la insistencia del Parlamento Europeo, no ha regulado ningún disruptor endocrino por su actividad hormonal."

–Retirar productos inseguros es factible: lo hizo Francia en 2014...
–Exactamente, pero Francia no produce bisfenol A y España elabora el 60% de la producción europea en un fábrica que tiene el grupo Sabic en Cartagena. Son intocables. Hacen 500 millones de kilos de bisfenol A. De todos modos, la gente de allí, aunque desconfía de lo que sale por las chimeneas de la fábrica, está igual de expuesta que en Madrid o Barcelona porque el bisfenol A está en los materiales de consumo.

–En esta última edición BioCultura se han presentado nuevos envases ecológicos. ¿Existen ya realmente plásticos ecológicos?
–Se han presentado los ecoplásticos del Instituto de la Ingeniería del Plástico de Valencia. Pero no son definitivos. Están experimentando. Me han recordado a los biólogos moleculares cuando hablan de cáncer y prometen una medicina milagrosa para dentro de diez años.

–Dice que tenemos un problema con la toxicología reguladora que solo tiene en cuenta el sistema regulador de los adultos, pero no el de los niños...
–La toxicología reguladora es decimonónica y el conocimiento es del siglo XXI. Las agencias de regulación van por detrás de lo que ha producido la ciencia.

La toxicología solo se hacía para hombres blancos, pero en los 90 se enteran de que también tendrían que tener en cuenta a las mujeres con una fisiología diferente, un cúmulo de grasa diferente, una actividad hormonal distinta. A eso se añade que tampoco hay toxicología reguladora para niños, embriones y fetos, más vulnerables.

Todo el bagaje de investigación endocrina no se ha incluido aún en la regulación, por más que en 23 años les hemos reclamado que se establezcan tests específicos de actividad hormonal que sirvan para identificar los disruptores endocrinos. Aunque los test están disponibles, no se aplican. La industria se resiste a decir que el bisfenol A es estrogénico.

–¿Igual que cuando se evita reconocer el efecto cóctel?
–Sin duda, la palabra cóctel es el gran tabú. Los niveles máximos de residuos se hacen para el tomate, pero no para el menú del día. No abarca la realidad de la exposición, que es una mezcla combinada, un cóctel.

Los niños, entre los más vulnerables

–¿Y quién está controlando la presencia de los disruptores en Europa?
–No lo hace nadie. Nadie lo controla. Así que para enlentecer las cosas, nada peor que se haga un comité de expertos. El otro día recibí una nota del Comité Europeo de Riesgos Emergentes interesado en reunir expertos para estudiar la presencia del bisfenol A en los calcetines de los niños. Según el Comité del Consumidor y de Justicia, al ser europeos los calcetines analizados en nuestra investigación, el hecho de que los niños los chupen hace que preocupe haber encontrado disruptores endocrinos en textiles.

–El cáncer infantil es una de las enfermedades que más crecen... ¿Qué factor de riesgo incide más en su desarrollo?
–La parte química. Hoy podemos cuantificar muy bien los químicos, porque los tenemos en la orina y esos son los marcadores de los productos a los que hemos estado expuestos. Por eso no nos cortaron la cabeza cuando publicamos que el 100% de los niños españoles mean plástico.

Y por eso la regulación para niños es necesaria. Hay ventanas de exposición con mayor susceptibilidad para los individuos como son: el embarazo, la lactancia, el desarrollo sexual secundario, la pubertad y la menopausia, porque las reglas del juego en estas etapas no son las mismas. Pero lo primero que falta es el conocimiento de los clínicos y los médicos sobre los riesgos ambientales.

–¿Qué deberían valorar los médicos?
–Dónde vive el paciente y su trabajo, para valorar si está expuesto a ciertos factores ambientales, como la contaminación atmosférica o ciertos hábitos de consumo. Esto es necesario para el primer diagnóstico e incluso cuando queremos saber el origen de un tumor.

–El 70% de los efectos de los disruptores endocrinos se producen en las mujeres. ¿Podríamos hablar de maltrato por parte del sistema?
–Sí, hay maltrato porque hay unas atribuciones de sexo y de género. Pueden sufrir cáncer de mama, de vagina, endometriosis, diabetes, hipotiroidismo, hipovitaminosis D. Pero además hay un extraordinario retraso en el diagnóstico, porque consideran que solo son "cosas de mujeres". Emplean terminología inconcebible si se usara con hombres. Y si encima los problemas hormonales y endocrinos están relacionados con exposiciones ambientales tóxicas, los médicos ya no saben para dónde mirar.

–¿Por qué miran para otro lado cuando hay evidencias?
–Porque la medicina que practican es diagnóstica y terapéutica, pero no hace prevención. Tu médico de cabecera debería ser tu ambientalista de cabecera y no tienen ni idea de medio ambiente.

"Tu médico de cabecera debería ser tu ambientalista de cabecera"

Pesticidas en los alimentos que comemos

–España es el primer comprador de Europa de pesticidas, el segundo de fungicidas y el tercero de herbicidas. ¿Va a cambiar algo en el tránsito ecológico?

–Compramos 78.000 toneladas de pesticidas según Eurostat, lo que nos convierte en el país que más química agrícola consume. No hay señales de que el cambio vaya a ser inmediato. Se seguirán usando toneladas de pesticidas. Seguiremos estando los que consumimos ecológico y los que consumen convencional (industrial) pensando que ahorran, cuando habrá un mayor gasto en salud.

–¿No hay ninguna forma de atajar este corporativismo?
–En Europa todo pasa por los grupos de presión. En España no hay grupos de presión, pero no hay población ni profesionales que quiera hacer las cosas de forma diferente. Y cualquier innovación no va a llegar, porque la Administración tiene completamente blindada a la clase sanitaria para que haga oídos sordos a todo esto.

–Los científicos pedís más prevención...
–Sí, porque durante años hemos recibido subvenciones para escribir toneladas de papers que nadie se lee. Hemos producido 20 papers al año y por eso hemos recogido tanta evidencia que debería llevarles ya a actuar.

Se están tomando decisiones en tratamientos oncológicos y moleculares con mucha menos evidencia que la que nosotros hemos recogido en el medio ambiente. En la quimioterapia no hay tanta evidencia, pero los gobiernos pagan mucho dinero a las farmacéuticas. Debe haber prevención.

–Hay que conocer los efectos de los disruptores endocrinos, pero también saber comprar...
–Por supuesto, hay que comprar ecológico, de temporada, sin procesar y pagar el precio que merecen las cosas para asegurarse de que tienen calidad. Si tienes que escatimar, escatima en telefonía y no en comida. La calidad de la comida es lo que más te mereces.