Todos poseemos en nuestra sangre una serie de sustancias contaminantes denominadas disruptores endocrinos que pueden causar problemas de salud graves. Han penetrado en el cuerpo con lo que comemos, lo que tocamos o el aire que respiramos.

Nicolás Olea, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, es experto en disruptores endocrinos y aconseja reducir la exposición a los contaminantes con efecto hormonal.

Nicolás Olea: el bisfenol atraviesa la barrera de la placenta

Después de escuchar al doctor Olea ya no se olvidan palabras como "ftalatos" o "bisfenol" y solo cabe la determinación de reducir el contacto con las sustancias que alteran nuestro sistema hormonal.

–El epidemiólogo López Abante, del Instituto de Salud Carlos III, ha publicado unos mapas de mortalidad donde se ve que algunos tipos de cáncer están aumentando. ¿Tiene alguna explicación?
–Aumenta, por ejemplo, el de vejiga, que es un cáncer típico de los trabajadores de la industria química. Pero la mayor amenaza, son los cánceres de colon y recto, que están aumentando un 2,6% en mujeres y un 4,1% anual en hombres.

Parece que hay una asociación por demostrar entre este tipo de cáncer y actividad industrial e incineradoras. El cáncer de mama también está subiendo en nuestros registros de Granada al 3,7% anual.

–¿Cuál puede ser la explicación de este incremento del cáncer de mama?
–Parece ligado a la industrialización. En 1995 investigamos si el uso de pesticidas como el DDT en los años 70 podía estar relacionado con el incremento de casos registrados 20 años después. Tomamos muestras de tejido adiposo de 300 mujeres con cáncer y 400 sanas.

Buscábamos los niveles de pesticidas y además determinamos la estrogenicidad, la carga de porquería hormonalmente activa. Nos salió que había una asociación.

–¿La exposición a contaminantes ambientales es el único factor?
–No, participan muchas variables, unas aumentan el riesgo y otras lo reducen. Por ejemplo, vimos que existe un mayor riesgo entre mujeres que han renunciado a los factores de protección como tener un hijo antes de los 19 años, tener más de 5 hijos o acumular al menos 34 meses de lactancia.

"Se han prohibido los biberones de plástico con bisfenol A, pero en todas las oficinas hay una fuente de agua cuyo bidón es de policarbonato"

–¿Por qué protege tener un hijo tan pronto?
–Los libros de medicina dicen que un embarazo temprano produce una transformación del tejido mamario que lo hace resistente a la carcinogénesis.

Un matemático que participaba en nuestros estudios y que no sabía nada de medicina nos dijo, “¿no será que el embarazo te hace perder los contaminantes, y cuantos más embarazos y cuanta más lactancia, más limpio queda el pecho de la madre?”.

–Pero entonces los contaminantes se los lleva el niño. Al final va a resultar que no es buena la lactancia...
–No, no. Los pediatras saben que es muy beneficiosa por otras razones. Pero ojo de dónde vienes, porque le das todo lo que has acumulado. Durante la gestación la criatura ya se está exponiendo a cantidad de contaminantes.

–Conozco a varios niños que han sufrido criptorquidia.
–Es muy frecuente. La criptorquidia consiste en que en el momento del nacimiento el bebé no presenta los testículos en las bolsas escrotales. Es una de las consecuencias de la sobreexposición a estrógenos ambientales durante la gestación.

Nuestros estudios han mostrado que en el sur de Andalucía había una relación entre incidencia de la criptorquidia en recién nacidos y el consumo de pesticidas forestales en el municipio y que el riesgo aumentaba con el consumo de productos cosméticos y con el aumento de peso durante el embarazo.

–Entonces las personas obesas en general están en mayor riesgo.
–Y a su vez, el sobrepeso puede ser consecuencia de la acción de estas sustancias. La obesidad y la diabetes están aumentando en todas partes. De nuevo comprobamos que a mayor acumulación de contaminantes orgánicos persistentes, mayor incidencia de diabetes tipo 2, que es la que se diagnostica en adultos.

–¿Qué es un niño o una niña DES?
–Durante las décadas de 1960 y 1970 se utilizó un medicamento denominado dietilestilbestrol (DES), un estrógeno sintético para prevenir los abortos espontáneos. A finales de la década de 1970 se prohibió, porque aumentaba el riesgo de cáncer de vagina y de mama.

En las consultas de ginecología de Francia o Reino Unido preguntan a las mujeres si sus madres fueron sometidas a ese tratamiento. En España, donde este medicamento se comercializaba bajo el nombre Protectona, no lo hemos conseguido.

"¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que el gobierno diga que las sartenes no tienen que llevar PFOS y PFOA ni los geles de baño ftalatos?"

–Los problemas de los que habla son debidos a los disruptores endocrinos, ¿qué son, cómo se definen?
Son “sustancias químicas que tienen efectos adversos para la salud de un organismo o para su descendencia como consecuencia de cambios en la función endocrina”. No son mutagénicos, no son carcinogénicos, por lo que escapan a los controles toxicológicos.

Los estrógenos naturales no atraviesan la barrera placentaria, porque la evolución ha sabido protegernos, pero hemos inventado sustancias artificales como el bisfenol con efectos estrogénicos y que sí son capaces de atravesar esa barrera.

–¿Cómo entramos en contacto con el bisfenol A?
En 2011 se prohibieron los biberones de policarbonato, porque contenían bisfenol A y se consideró un riesgo para los bebés. Sin embargo, en todas las oficinas de España hay una fuente de agua cuyo bidón es de policarbonato (el código de reciclaje triangular número 7 puede identificar este plástico).

–Retardantes de llama, plaguicidas, bisfenol... ¿estamos expuestos en el día a día a más disruptores?
–Muchos más. Por ejemplo, los alquilos perfluorados (PFOS y PFOA) que están en la composición de los utensilios de cocina antiadherentes, tipo teflón, y en las prendas impermeabilizadas con Goretex.

–Más disruptores: los ftlatos. ¿Es suficiente con evitar el plástico PVC?
–Estos aditivos se utilizan para fabricar plásticos blandos como el PVC. Ante las evidencias sobre sus efectos perjudiciales, la UE los prohibió en tetinas, chupetes y mordedores.

Pero esta medida no ha acabado con el problema porque continúan presentes en envases de alimentos, en tintes de la ropa, en perfumes y pintalabios…

–¿Qué podemos hacer?
–Algunos fabricantes de geles de baño ya venden productos con 0% de ftalatos, pero la mayoría de la gente todavía no sabe cuál es la ventaja.

¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que el gobierno diga que las sartenes no tienen que tener PFOS y PFOA ni los geles de baño ftalatos? No hace falta que esperemos a encontrarnos con los daños, con montones de enfermos, para tomar medidas.