Dicen que vestirse por los pies es un signo de cordura. Y si además te pones ropa que no daña tu salud, no contamina ni calienta el planeta y está libre de explotación laboral, es un signo de lucidez y responsabilidad.

Después de la petrolífera, la moda es la segunda industria más contaminante del planeta: produce el 20 por ciento de los agentes tóxicos que se vierten en las aguas. Para ella trabajan unos 50 millones de personas, de las cuales el 75% se concentran en China, Bangladesh, la India y Turquía.

Los productos tóxicos que vierte esta industria no solo ensucian las aguas y las tierras de aquellos países, sino que llegan hasta nosotros con cada prenda: pesticidas y sustancias alergénicas e irritantes que se utilizan para teñir, blanquear o protegerla de los hongos.

Las iniciativas que van a revolucionar el mundo de la moda sostenible

Por fortuna, cada vez hay más personas interesadas en la ropa o la moda sostenible, un ámbito que está saliendo de lo minoritario para conquistar las grandes superficies y, si todo va bien, entrar en todos los armarios.

Alta costura eco

Algunas casas empiezan a construirse por el tejado. Muchos habrán oído hablar por primera vez de la moda sostenible gracias a diseñadoras de alta costura como Stella McCartney o Sybilla.

En la última Semana de la Moda de París, McCartney sorprendió con vestidos confeccionados con hilos obtenidos del reciclaje de botellas de plástico extraídas del mar, material con el que también ha diseñado las zapatillas Parley de Adidas.

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Con redes de pesca, recicladas por Ecoalf, ha creado la diseñadora Sybilla una colección de chubasqueros. Sybilla Sorondo fue la gran pionera en España de la moda sostenible. Fundó su empresa Diseños Sostenibles en 1996 y organizó entre 2006 y 2013 los encuentros Tierra, Alma y Sociedad en Mallorca, que reunieron a pensadores, emprendedores y activistas.

Ahora anda embarcada, además de en atender sus tiendas de Palma y Madrid, en implicar a las grandes empresas y los fondos de inversión en las iniciativas relacionadas con la producción sostenible de ropa.

Vestirse con naranjas y piñas

Pero el compromiso de los grandes diseñadores no es suficiente. Además de buenas idas e intenciones, la industria de la moda sostenible necesita materia prima adecuada y encontrarla es uno de sus principales retos.

El plástico reciclado no deja de ser un derivado del petróleo con poca afinidad con la piel humana. Y si todo se confeccionara con algodón, aunque fuera ecológico, la Tierra tendría un gran problema. En este sentido hay muchas iniciativas sorprendentes, que nos hacen confiar en la creatividad humana.

Se están desarrollando nuevas fibras sostenibles que no contribuyen al cambio climático con más emisiones de CO2, no contaminan el entorno con sustancias químicas y requieren menos consumo de agua y tierra.

Una de ellas es la fibra de naranja, obtenida de los residuos generados en las plantas productoras de zumo. La marca Ferragamo ha lanzado recientemente una pequeña colección con este nuevo tejido como protagonista.

Otro material alternativo es el cuero vegetal, sin sufrimiento animal, creado por la empresa Piñatex (con fibra de piña, como resulta obvio). También se obtienen imitaciones del cuero a partir del corcho, de los champiñones o, incluso, de residuos de la elaboración del vino.

Más conocidas son las fibras semisintéticas obtenidas de la celulosa de la madera, como el Modal, el Tencel y la viscosa. También se obtienen delicadísimas sedas vegetales a partir de bambú, del aloe vera o de las algas (Seacell). Existen, incluso, alternativas para los botones de plástico: los hechos con las semillas de corozo o tagua, una palmera tropical.

Para ayudar a diseñadores y fabricantes en su búsqueda de fibras y procesos de producción sostenibles, expertos en la materia han creado en Milán una agencia de referencia, CLASS, que les proporciona información y asesoría. Su biblioteca de nuevas materias primas es un tesoro para el mundo de la moda sostenible.

La moda sostenible entra en el círculo

El aprovechamiento de residuos orgánicos por parte de la industria textil ecológica la sitúa en medio del movimiento de la "economía circular":aquella que cierra los procesos de producción de manera que nada se desaprovecha y se reduce al mínimo posible el impacto sobre el entorno.

Así, podríamos hacer un seguimiento de cada prenda de ropa, "de la cuna a la cuna" (cradle to cradle), concepto esencial de la producción sostenible, y veríamos si su vida desde que nace hasta que muere ha sido ambientalmente inmaculada.

“La sostenibilidad en moda busca encontrar un equilibrio entre lo que producimos, lo que consumimos y la naturaleza. Es decir, no usar más recursos de los que disponemos, no contaminar con tóxicos el agua, la tierra y el aire, etc., teniendo en cuenta los recursos disponibles hoy y las necesidades de las generaciones futuras”, explica Gema Gómez, experta en moda y fundadora de Slow Fashion Next.

La ropa no se tira, se usa otra vez

La muerte de la ropa. Ese es otro gran tema. En la sociedad consumista, las prendas duran meses. Con los niños es una ley de la vida porque se les quedan pequeñas. Con los adultos y los adolescentes, porque tenemos una necesidad –bien estimulada por la publicidad y por el ego– de vernos hoy diferentes a ayer y siempre a la par que la moda cambiante. Así que la ropa se muere pronto. Pero esto puede cambiar gracias a la segunda mano, el trueque y el alquiler de ropa.

El alquiler es una tendencia en auge entre las adolescentes norteamericanas. Se apuntan a servicios online, que por una módica cantidad les proporcionan mensualmente una cesta de prendas, que serán reutilizadas mientras se encuentren en buen estado. En España, aplicaciones como Wallapop o servicios online como Wallyboo pueden utilizarse para conseguir ropa y complementos de segunda mano con poco uso.

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Otra opción es el trueque. Mariola Marcet, a través de su iniciativa De Armario a Armario, organiza cada dos o tres meses encuentros para el intercambio de ropa en Valencia. Los participantes pagan 5 euros por la entrada y pueden intercambiar ropa en un ambiente de boutique mientras toman una copa o degustan un cupcake.

La idea de intercambiar ropa se puede llevar a cabo de manera informal pero planificada entre padres de comunidades educativas, grupos de consumo ecológico, compañeros de trabajo o clubs deportivos. ¿Te atreves a proponerlo?

La ropa no solo puede gozar de una nueva vida en otro armario. También puedes elegir una prenda que ya no usas y "tunearla" para ponerla a la moda. Puedes hacerlo tú o ponerla en manos de un profesional del diseño. Esto es el "upcycling" y Mariola Marcet lo pone fácil a través de www.upcyclick.net, que pone en contacto a los amantes de la moda con los artesanos.

Sin explotación laboral

Además del despilfarro de recursos naturales y de la contaminación, la otra gran mancha de la moda convencional es su relación con la explotación laboral. A nadie se le oculta cómo son posibles los precios tan bajos en algunas grandes superficies comerciales: porque a miles de kilómetros existen enormes fábricas donde se trabaja por turnos las 24 horas del día en condiciones y con sueldos miserables (sin excluir el trabajo infantil).

“Joven asiática, que trabaja entre 12 y 14 horas diarias por 6 euros es el perfil de las personas que confeccionan casi toda la ropa que llevamos”, explica Mercedes García de Vinuesa, presidenta de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo.

La alternativa sostenible y responsable no solo es el trabajo digno, sino, si es posible, ayudar a comunidades marginadas y de paso recuperar oficios tradicionales. Sybilla, por ejemplo, colabora con pastoras nómadas de Mongolia que producen cachemir y confecciona parte de su ropa en talleres que ayudan a la inserción laboral de mujeres víctimas de la violencia doméstica.

La producción justa es posible

Empresas como la gallega Latitude luchan por la producción textil local. Latitude se ofrece para producir para las grandes marcas en Europa, como una alternativa a la deslocalización en Asia, con producción ecológica, trabajo digno con salarios justos, y talleres con plantas, mobiliario ergonómico y zonas de descanso.

Otras pequeñas empresas realizan un trabajo casi artesanal. La plataforma Slow Fashion Next ha creado un directorio que cuenta ya con más de 100 pequeñas iniciativas. La mayoría venden sus productos en pequeñas tiendas, online o en espacios novedosos como el The Circular Project, en Madrid, que acoge a 30 marcas.

La ola de la moda sostenible es imparable y las grandes empresas han comenzado, por fin, a tomar nota. Gigantes como H&M, que lanza esta primavera su nueva colección Conscious Exclusive, confeccionada con nylon y poliéster reciclados, algodón con certificación ecológica, Tencel e incluso plata reciclada.

O como C&A, que ofrece camisetas básicas de algodón ecológico, vaqueros de tela reciclada o chalecos de plástico reciclado. Pero estas iniciativas son aún como gotas de agua en un mar de ropa cosida sin contemplaciones.

¿Por dónde empezar si quieres que tu moda sea sostenible?

Todas las iniciativas loables de diseñadores y otros profesionales de la moda están muy bien. Pero quienes de verdad harán posible que la moda continúe siendo una pesadilla para el planeta o se convierta en una hermosa realidad somos cada uno de nosotros. ¿Qué haces tú? ¿Por dónde te vistes?

  1. Intercambia: cuando dejes de utilizar una prenda, busca a alguien que le guste. Puede ser una persona conocida, o puedes dirigirte a un lugar de intercambio (u organizarlo). Esta es también una manera de renovar gratis tu armario. También puedes vender y comprar de segunda mano. O donar tu ropa a una ONG (algunas tienen tiendas para venderla y donde puedes comprar).
  2. Busca certificados: una prenda sostenible debería mostrar algún certificado, como el GOTS o el OEKO-TEX 1000 (cuidado: el 1000, no el 100) de la producción ecológica de algodón. Pero muchas prendas pueden incorporar criterios de sostenibilidad y responsabilidad sin que aparezca ninguna etiqueta. En la mayoría de los casos nos tendremos que fiar de lo que nos digan los fabricantes y vendedores.
  3. No laves demasiado: cuida tus prendas sin lavarlas demasiado. No lo necesitan y ahorras detergentes y agua. Los tejanos, si no están sucios, puedes meterlos en el congelador 1 o 2 días. Eliminarás todas las bacterias y rastros de olor. Cuando laves, no lo hagas a más de 30 ºC y seca al aire libre en lugar de en la secadora.
  4. No compres en cualquier sitio: hazte una lista de tiendas en tu ciudad donde venden moda sostenible. La plataforma Slow Fashion Next te puede resultar de mucha ayuda. También encontrarás tiendas online. Son interesantes los establecimientos de comercio justo y las que venden producción local (en el directorio Cuadernillo Brillante puedes encontrar iniciativas relacionadas con la moda).