Mientras casi mil millones de personas en el mundo no tienen acceso a una nutrición suficiente, un tercio de la producción mundial de alimentos se desperdicia.

Es un derroche inmoral e insostenible, pues implica un enorme gasto de agua, tierra y otros recursos naturales, además del trabajo perdido.

La mayor parte de este derroche (el 42%) se produce en los hogares. Según la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios, en cada hogar se tiran 1,3 kg de alimentos cada semana de media.

Si multiplicamos la cifra anterior por todos los hogares del mundo, obtenemos una cantidad monstruosa de alimentos tirados a la basura cada año, y con ellos los recursos que se usaron para producirlos: como el agua y el suelo empleados en su cultivo, junto con su correspondiente dosis de pesticidas en los cultivos no ecológicos.

El agua empleada en cultivar los alimentos que se tiran cada año a la basura equivale a la que se necesita para llenar 100 millones de piscinas olímpicas. En su producción se utilizan, además, 1.400 millones de hectáreas de cultivo, el 30% de la superficie agrícola mundial.

Este derroche doméstico se puede evitar si cambiamos algunos hábitos para generar cada uno el menor desperdicio de comida posible.

Qué hacer para que nuestros alimentos no acaben en la basura

Hay muchas cosas que puedes hacer, tanto en casa como cuando sales a comer fuera. Toma nota y empieza a reducir desde ahora la cantidad de comida que acabas tirando a la basura.

1. Cómete primero lo que caduca antes

Revisa las existencias de la despensa antes de ir a comprar, fijándote en las fechas de caducidad y de consumo preferente y dándole salida primero a lo más perecedero, o a lo que entró antes, y comprando solo lo que de verdad necesites.

2. No dejes las comidas a la improvisación

Planifica los menús de cada día y compra al final de la semana solamente los alimentos que necesites para elaborar cada plato. Te ayudará a desperdiciar menos, a comer más sano y a ahorrar.

3. No cocines más de lo que te puedes comer

A la hora de cocinar, utiliza las cantidades justas de ingredientes para el número de personas que vayas a tener a la mesa. Te permitirá servir raciones moderadas. Y si sobra comida, mejor que quede en la cazuela que en el plato.

4. Acostúmbrate a congelar

Congela aquello que hayas guardado en la nevera, tanto los alimentos frescos como parte de los preparados, si ves que después de dos días no los vas a poder consumir. De esta manera evitarás que estén dando vueltas por la nevera hasta acabar en la basura.

En cuanto a las sobras del congelador, deberás consumirlas antes de tres meses; y recuerda: no hay que volverlas a congelar una vez descongeladas.

6. Aprovecha los alimentos de cabo a rabo

En algunos casos, aprovechar las partes descartadas de los alimentos para preparar platos nuevos es otra idea a tener en cuenta para evitar el despilfarro.

Por ejemplo, las pencas de las acelgas o los troncos de las alcachofas son deliciosos si los rebozas en tempura.

6. Sé creativo y reutiliza las sobras

También puedes elaborar platos nuevos y creativos con las sobras que tienes en la nevera: canelones, croquetas vegetales, purés de verdura y legumbres; ensaladas con el arroz o la pasta cocida que te haya sobrado…

Con el pan duro, puedes hacer torrijas o picatostes para las cremas, sopas, gazpachos…

Utiliza la imaginación y las miles de recetas que encontrarás fácilmente en internet.

7. Pide tu "doggy bag"

En los últimos años, muchos restaurantes sensibilizados con el despilfarro alimentario ofrecen a sus clientes la posibilidad de llevarse las sobras de la comida en una bolsita especialmente diseñada, la doggy bag, para no tirar comida a la basura.

8. Paga solo por lo que te vayas a comer

Algunos de estos restaurantes incluso ofrecen los platos a peso; es decir, que a la hora de pedir el cliente paga por lo que pesa la comida que le han puesto, lo cual incentiva una elección de alimentos más ajustada.

Estas iniciativas tienen lugar porque la restauración genera muchos desechos orgánicos: el 10% de los desperdicios en el restaurante proviene de los platos que el cliente no se acaba.

Cuando salgas a comer o a cenar, puedes buscar qué restaurantes te ofrecen esa posibilidad o la doggy bag en la zona en la que vives y pedir la comida que no te acabes para disfrutarla en casa en cualquier otro momento.

De todas formas, en el restaurante es mejor que no comas con los ojos y que te limites a pedir aquello que vas a consumir realmente. Siempre puedes repetir si te quedas con hambre, pero si te sobra, o te lo llevas o acabará en la basura.

9. Implícate y difunde el mensaje

Además de lo que hagas en tu casa, puedes ser también un agente activo para dar a conocer el problema.

Participa en charlas y talleres de consumo responsable de alimentos con tus amigos, en el trabajo o en la escuela de tus hijos.

Toma parte en las iniciativas sociales que están apareciendo para reducir el despilfarro alimentario y para redistribuir los alimentos sobrantes entre los sectores de la población más desfavorecidos a través de ONG o bancos de alimentos.

Otra opción es usar las diferentes aplicaciones móviles o plataformas tecnológicas que existen y que te ayudarán a colaborar por un mundo de desperdicio cero.

Por ti, por el planeta y por las generaciones que vendrán

Si te implicas en la medida de tus posibilidades, aportarás algo importante a los demás y contribuirás a que las nuevas generaciones tengan unos hábitos más limpios y respetuosos con el planeta.

Como sostiene el divulgador ambiental José Luis Gallego: "La nueva revolución en alimentación no va a venir marcada por los sabores, las propiedades nutritivas o el coste de los productos, sino por su sostenibilidad; es decir, por la relación de equilibrio que guarden los alimentos con el medio ambiente a lo largo de su vida útil: desde que se producen hasta que se convierten en residuo".