“En el recuerdo, todos los perfumes son imperecederos”, escribió Patrick Süskind en su célebre novela El perfume. No le falta razón. ¿Quién no ha viajado al pasado tras respirar un aroma concreto?

Las fragancias, además, pueden aportar ese toque sutil que haga del hogar un lugar más confortable para vivir; o convertirse en seña de identidad si se usan como perfume personal. Esta es una receta sencilla para elaborar un agua de rosas con la que perfumar el hogar y que sirve también de colonia natural y refrescante.

1. Recolecta las flores

Lo idóneo es usar rosas cultivadas en el balcón o el jardín, libres de plaguicidas –sirven las que han perdido los pétalos en un jarrón–. Un truco para que sean huelan más intensamente es cultivarlas en una tierra es rica en potasio. También se pueden utilizar otras flores, como lavanda, jazmín o azahar.

2. Prepara los pétalos

Se introduce los pétalos de dos rosas en un bol y se limpian con cuidado con agua fría. Es importante dejarlos escurrir después sobre un colador o una rejilla. Ya limpios y secos, se colocan en un frasco grande de vidrio, se añaden 300 ml de agua destilada y se remueve bien con una cuchara.

3. Añade el alcohol

Una vez mezclados los pétalos con el agua destilada, se cierra el frasco y se deja en reposo en un lugar oscuro o tapado con una tela. Transcurridas 24 horas, se añaden al frasco 300 ml de alcohol de farmacia (de 96°) y 50 gotas de aceite esencial de rosa. Se mezcla todo bien de nuevo.

4. Embotella el agua

Se cierra el frasco y se guarda otra vez tapado o en un sitio oscuro durante al menos tres días. Pasado ese tiempo se cuela el agua de rosas con ayuda de un colador y, con un embudo pequeño, se introduce en un frasquito con pulverizador. Si el recipiente es oscuro, el aroma se conserva mejor.