A madres y padres les preocupa que sus hijos aprendan los hábitos saludables: buena alimentación, ejercicio, higiene, etc. Pero, según la doctora Claire McCarthy, profesora de en la Universidad de Harvard, hay una actividad a la que no se le da el valor que tiene y que es muy importante: que pasen todo el tiempo posible jugando al aire libre.

Actualmente los niños pasan demasiado tiempo en espacios interiores, mucho más que cualquier generación anterior.

La mayor parte de la culpa la tienen las consolas, los ordenadores y los móviles. El diseño de las ciudadaes tampoco ayuda, pues faltan lugares espaciosos y seguros para jugar. Por eso, los padres necesitan hacer un esfuerzo para que sus hijos salgan, pero hay buenas razones.

Cómo jugar al aire libre potencia la salud de los niños

La doctora McCarthy explica los 6 motivos principales por los que a los niños les beneficiar pasar más tiempo bajo el cielo.

1. Recibir los rayos del sol

Es cierto que una exposición excesiva al sol es un riesgo por la relación entre las quemaduras y el cáncer del piel, pero también lo es que el cuerpo del niño necesita del sol.

Los rayos del sol son necesarios para que en la piel se sintetice la vitamina D, una sustancia crucial para que muchos procesos fisiológicos se desarrollen correctamente.

Es totalmente esencial para el desarrollo de los huesos y los músculos, para la inmunidad y para el sistema nervioso (y en consecuencia para el sueño y el estado de ánimo.

Para que el niño reciba los beneficios del sol de manera segura solo hace falta evitar las horas centrales del día (entre las 11 y las16 horas) en los meses de abril a septiembre, y no pasarse con el tiempo.

2. Hacer ejercicio

Los niños deben permanecer activos un mínimo de una hora todos los días, y salir a jugar es una forma de asegurarse de que eso suceda.

Los juegos con pelota, la bicicleta o nadar son actividades especialmente recomendables, porque se realiza ejercicio de manera continuada, con variedad de gestos y con un buen grado de intensidad.

3. Potenciar la "función ejecutiva"

En neuropsicología se llama "función ejecutiva" al conjunto de habilidades intelectuales que sirven para lograr un objetivo. Son habilidades como la memoria, la planificación o la flexibilidad cognitiva, esenciales para el autocontrol, la toma de decisiones, la creación o la solución de problemas.

¿Qué tiene que ver esto con el aire libre? Pues que para desarrollar estas actividades es necesario disponer de tiempo "no estructurado", es decir, no ordenado por los adultos, tal como se hace en las aulas o en las casas.

Los niños necesitan tiempo a solas y con otros niños, y que se les permita crear sus propios juegos, resolver conflictos y desafíos, y entretenerse. Estar afuera les da la oportunidad de practicar estas importantes habilidades para la vida.

4. Tomar riesgos

"No es necesario", pensarán los padres, pero los niños necesitan realmente correr algunos riesgos. Si mantenemos a los niños encerrados en burbujas de completa seguridad y nunca les permitimos correr ningún riesgo, no sabrán lo que pueden hacer por sí mismos, y no adquirirán confianza y coraje.

Es cierto que se pueden romper un brazo al trepar un árbol, o pueden sentirse humillados cuando tratan de hacer un amigo y son rechazados, pero eso no significa que no deban intentarlo.

Las lecciones que se aprenden de los fracasos son importantes, y la satisfacción de conseguir algo que uno mismo se ha propuesto es mayor que cumplir con los deseos de los demás.

5. Socializarse

Los niños necesitan aprender a trabajar juntos, a hacer amigos y a compartir. Si solo interactúan en entornos muy estructurados, como equipos escolares o deportivos, no aprenderán todo lo que necesitan saber.

En las actividades al aire libre con otros niños este aprendizaje se produce de manera natural y espontánea.

6. Apreciar la naturaleza

Nos estamos alejando de la naturaleza cada día un poco más, pero el ser humano ha llegado a ser lo que es gracias a la continua relación con ella. ¿Podemos seguir siendo nosotros mismos separándonos de lo natural?

Si un niño crece sin caminar por el bosque, hacer agujeros en la tierra, ver animales en su hábitat, escalar una montaña, jugar en un arroyo o mirar el horizonte infinito, es posible que nunca entienda lo que perderemos si destruimos la naturaleza.

El futuro del planeta y de la humanidad depende de que los niños de hoy amen la naturaleza porque se han divertido y emocionado en ella.

Al fin y al cabo todo se resume en que hagamos con nuestro hijos lo que nuestros padres hicieron con nosotros: dejarnos jugar ahí fuera hasta cansarnos. Si lo echas de menos, puedes ir con ellos.