La denuncia no viene de ningún grupo ecologista o particular. Según informa Le Monde, una oficina del gobierno francés, nada menos que la Agencia Nacional para la Seguridad Alimentaria, del Medioambiente y el Trabajo (ANSES, por sus siglas en francés) ha pedido a los fabricantes de tampones y otros productos higiénicos que reduzcan la presencia en ellos de compuestos químicos cancerígenos o disruptores endocrinos.

En los productos de higiene íntima hay hasta pesticidas agrícolas

El lindano y el quintoceno, también conocido como PNCB, son dos plaguicidas que se han encontrado donde menos se esperaría: en las toallitas higiénicas y en los protegeslips femeninos. El caso es más grave porque además están prohibidos desde el año 2000.

Y no son las únicas sustancias tóxicas que se encuentran en productos íntimos. También se ha descubierto en ellos glifosato, el tristemente célebre pesticida de Monsanto (ahora Bayer).

Aún hay más compuestos que están donde no debieran. Los análisis realizados por la ANSES han revelado la presencia de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y ftalatos (disruptores endocrinos) en la funda de los tampones, junto con dioxinas, furanos y también ftalatos en el material que entra en contacto con las paredes de la vagina.

Todas estas sustancias son cancerígenas, mutágenas o disruptores endocrinos.

Contaminación de las materias primas

¿Cómo acaban estas sustancias tóxicas en los productos para la higiene íntima? Los expertos de ANSES han explicado que la mayoría de contaminantes proceden de las materias primas adquiridas por los fabricantes para producir los tampones, las toallitas o los salvaslips. Por tanto, proceden de los pesticidas utilizados por los agricultores que producen el algodón o son componentes de los plásticos.

Otros compuestos tóxicos, como los furanos y las dioxinas, se generan en el proceso para blaquear el algodón y otras fibras. Los HAP aparecen como consecuencia al unir piezas a alta temperatura.

Contradicciones sobre los riesgos

La ANSES considera que la presencia de todos estos compuestos no representa un riesgo para la salud de las personas porque se encuentran en concentraciones muy bajas. Sin embargo, reconoce que los cálculos de riesgo habituales no tienen en cuenta los efectos de los disruptores a bajas dosis, ni la sensibilización de la piel.

Por eso la ANSES recomienda a los fabricantes que adquieran materias primas de más calidad que revisen los procesos de producción para que el resultado sea más limpio.

El objetivo es "eliminar o reducir en la medida de lo posible la presencia de estas sustancias, en particular aquellas con efectos carcinogénicos, mutagénicos o reprotóxicos, los disruptores endocrinos y los sensibilizadores de la piel".

La Unión Europea puede desarrollar una normativa

Queda al albur de la buena voluntad de los fabricantes que hagan caso o no de estas recomendaciones. Será así hasta que una normativa europea no restrinja la presencia de sustancias tóxicas en los productos de higiene íntima, algo que apoya la ANSES. La posibilidad está siendo estudiada por la Comisión.

La ANSES todavía realizará más análisis de la composición de los tampones y otros productos, como las copas menstruales. Estos dispositivos, que algunas mujeres consideran más seguros y sostenibles que los tampones, también pueden liberar ftalatos o compuestos orgánicos volátiles, según el profesor Gerard Lasfargues, director ejecutivo de ANSES.

Opciones ecológicas

Los productos de higiene íntima con certificación ecológica son lógicamente más seguros porque no contienen pesticidas agrícolas. Sin embargo, pueden contener hidrocarburos policíclicos aromáticos, dioxinas, furanos y ftalatos.

Por otra parte, los expertos advierten que el uso prolongado de tampones supone un riesgo de sufrir el síndrome de shock tóxico. Este síndrome no es debido a los compuestos tóxicos mencionados, sino a la multiplicación de bacterias que producen toxinas. No obstante, se trata de una incidencia poco frecuente.