Caqui

El caqui o palosanto, originario de China y fruto nacional del Japón, de un color anaranjado rojizo que recuerda al tomate, tiene una pulpa suculenta, dulce y gelatinosa que cautiva hasta convertirse en fruta preferida, o no gusta en absoluto, no hay término medio.

El nombre científico del caqui es  Diospyros kaki, que significa "fruta del fuego divino", lo que revela el aprecio que se le tiene en Oriente.

Al cortar el caqui su forma recuerda a un corazón, acaso como un anuncio de sus beneficios para la salud. Su pulpa jugosa y dulce y su textura suave y cremosa quizá nos harán preguntarnos por qué no lo habíamos probado antes.

Su peculiaridad empieza por el árbol que los produce, pariente del ébano y de madera dura también apreciada en ebanistería. La copa piramidal, que se va redondeando con el tiempo, viste sus hojas de otoño muy temprano, encendiéndolas de rojo y anaranjado antes de desprenderse de ellas.

Cuando el árbol está desnudo de hojas se ven los caquis con su color rojo brillante: es un espectáculo digno de admiración.

Esta delicada rareza, como otras delicias botánicas, es originaria de China, en particular de la costa, donde se cultivaba hace ya unos 3.000 años.

Por eso no es de extrañar que con el tiempo se extendiera a Corea, Vietnam, Indonesia, Filipinas y sobre todo a Japón, de donde proviene el nombre de caqui.

A mediados del siglo XIX llegó a Norteamérica y poco después a la cuenca mediterránea.

Existen más de mil variedades de caquis, aunque solo se cultivan comercialmente un puñado de ellas. Y se dividen en dos tipos: astringentes y no astringentes.

Esta característica tan marcada de su sabor se debe a su riqueza en taninos, unas sustancias amargas que provocan aspereza en el paladar y que van desapareciendo a medida que la fruta madura.

Propiedades del caqui

Este fruto aporta hidratos de carbono, principalmente fructosa y glucosa, lo cual lo convierten en un alimento nutritivo y energético.

Sus fibras solubles, como la pectina y los mucílagos, regulan el tránsito intestinal y alivian las gastritis, pero cuando los caquis son verdes resultan astringentes.

Rico en antioxidantes: provitamina A o betacaroteno, vitamina C y, en menor cantidad, vitamina B6, K y vitamina E, es aconsejable en caso de estrés o ante problemas de vista.

En cuanto a los minerales, el manganeso destaca sobre los demás (150 gramos cubren el 11% de las necesidades diarias), seguido por el cobre, el potasio, el magnesio y el fósforo. 

Beneficios del caqui

El caqui está indicado para cualquiera que goce de buena salud, y también para niños, deportistas y personas que realicen trabajos físicos intensos.

Se ha dicho a menudo que no es adecuado en dietas de control de peso porque aporta 70 calorías por 100 gramos, o alrededor de 120, una pieza de tamaño medio.

Pero si se compara con la mayoría de las frutas, cuyas calorías se mueven entre 40 y 60, no hay tanta diferencia. Los diabéticos deberán consultar con su médico si pueden disfrutarlo o no.

Cuida la vista

Contiene ceaxantina, un carotenoide (como el betacaroteno) que prote especialmente los ojos y previene la degeneración macular, que es la primera causa de ceguera asociada al paso de los años. 

Disfrutarlos reporta otros beneficios derivados de sus fitonutrientes: entre ellos, las catequinas, el ácido betulínico, las antocianidinas, el licopeno y la luteína.

Uno de sus efectos más estudiados es el antioxidante, que evita la degeneración de los tejidos protegiendo a las células de los radicales libres y otras sustancias.

El caqui en la cocina

Los amantes de la experimentación hallarán en el caqui un ingrediente atractivo.

Lo más habitual es tomarlo como fruta. Cuando está maduro, a primeros de noviembre, basta con partirlo horizontalmente y comérselo con cuchara. E

En el rojo brillante, una vez maduro, la pulpa cercana a la piel es gelatinosa y dulce como si de una mermelada se tratara, pero no empalaga.

Si se trata de un caqui Sharon, una variedad israelí, el sabor es más suave, ligero y menos dulce, y su textura es fresca y crujiente.

Puede comerse a mordiscos, con piel y todo. A partir de ahí lo más normal es mezclarlo con quesos, yogures y frutos secos, o convertirlo en compota o mermelada.

Contrastes sorprendentes

El caqui rojo brillante puede emplearse directamente, como si se hubiera convertido en mermelada, para conseguir un contraste agridulce.

Incluso caramelizarlo con una cebolla o puerro y un poco de jengibre o pimienta negra para enriquecerlo aún más.

En las cremas puede añadirse como una decoración al emplatarlas.

También se puede incluir en quiches, pizzas de verduras, tartas vegetales, pero siempre en cantidades moderadas.

Para mezclarlo con las pastas se deben buscar compañeros a su altura: setas, quesos intensos, frutos secos...

Con cereales, el cuscús, el arroz basmati o thai, el bulgur o la quinoa resultan más exóticos con un crujiente caqui salteado.

Compra y conservación

Pueden comprarse si están bien de precio y congelarse, pues se conservan a la perfección.

También se pueden desecar, como se hace en Japón. Entonces se vuelven marrones, pero siguen siendo suculentos y dulces.

¿Conoces los caquis de la ribera del Xúquer?

En los años 50 se sembró caqui en las lindes de una parcela de Carlet, en Valencia, en la ribera alta del río Xúquer (Júcar). En los 60 se injertó la primera parcela en el vecino pueblo de L’Alcúdia con la variedad astringente Rojo Brillante. Hoy este cultivo ha sustituido a la naranja y es el único amparado en España por una denominación de origen.

La D.O. admite dos formas de comercializar este caqui: el classic, que es el tradicional de pulpa blanda cuando está maduro y astringente si está verde; y el persimón, que se trata para eliminar la astringencia, que puede comerse antes de madurar y cuya textura crujiente se asemeja a la del sharon.

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