La huella ecológica es un indicador del impacto ambiental que genera la demanda humana de consumo en los recursos naturales del planeta.

Los biólogos nos dicen, por ejemplo, que los ecosistemas marinos se encuentran en una situación muy grave. Y la capacidad ecológica de la Tierra para regenerar estos ecosistemas está relacionada también con la huella ecológica.

¿Qué es la huella ecológica y cómo se mide?

La huella ecológica se define como el total de superficie productiva necesaria para crear los recursos consumidos por un ciudadano medio y absorber los residuos que genera. La medición engloba la huella de carbono, la huella hídrica y también cuatro sistemas de medición del impacto en la tierra con respecto a la agricultura, la ganadería, los bosques y las infraestructuras.

La huella hídrica tiene en cuenta el agua empleada en producir para el consumo humano, y la huella de carbono incluye la cantidad de bosques necesarios para absorber el carbono producido por nuestro consumo. Así, nos informa sobre la cantidad de recursos terrestres utilizados.

Existen dos tipos de huellas:

  • Huella primaria directa, personal, derivada del estilo de vida y el gasto en energía y transporte.
  • Huella secundaria indirecta, que se da desde la producción a la desaparición de los bienes y servicios.

Al final, todo genera una huella de carbono, que se calcula en kilos o toneladas de dióxido de carbono (CO2) producidos por una actividad, individuo, organización, evento, servicio, o producto. Respirar, por ejemplo, produce dos kilos de CO2 a la hora.

Qué puedes hacer para reducir tu huella ecológica

Algunos hábitos y reflexiones sobre nuestro consumo que ayudarnos a reducir nuestro impacto sobre el planeta.

Y es que nuestros actos importan. Los hábitos saludables para nosotros suelen serlo también para la Tierra, porque somos seres creados en este laboratorio inmenso que es la naturaleza, con su misma lógica.

1. Consume alimentos frescos

Los alimentos naturales y frescos (y más si son ecológicos y de temporada) tienen una huella de carbono menor al no provenir de la agricultura industrial (muy intensiva en el uso de pesticidas, insumos industriales, agua y energía) y no haber sido procesados (con su gasto hídrico y energético).

Por ejemplo:

  • La huella de carbono de un plátano normal es de unos 25 gramos de CO2.
  • La huella de carbono de una lata de atún pequeña es de 200 gramos (por su procesado y pesca industrial).
  • La huella de carbono de una botella de vino viene a ser de 1,2 o 1,5 kg.
  • La huella de carbono de 1 kg de carne de ternera, unos 8-12 kg de CO2 (por su consumo de cereales, agua, etc.).

Por tanto, una alimentación vegetal y natural le sienta mejor a la Tierra y a nuestra salud. Aquí tienes algunas ideas para reducir tu impacto medioambiental en la cesta de la compra.

2. Reduce tu huella individual en el transporte

Si tenemos contratada electricidad convencional (combustibles fósiles), viajamos en avión cinco veces al año por Europa y recorremos unos 25.000 km anuales, dejaremos una huella individual de siete toneladas de CO2.

En cambio, si optamos por usar energía renovable, cogemos el autobús y solo hacemos dos vuelos, será de unas tres toneladas, casi un 60% menos.

3. Pequeños cambios que puedes hacer tú

  • Si no vas en coche, reduces 5.300-1.000 kg de CO2 al año.
  • Si viajas menos en avión, reduces 2.800-700 kg de CO2 al año.
  • Si contratas energía verde, reduces 2.500-100 kg de CO2 al año.
  • Si comes más vegetales, reduces 1.600-300 kg de CO2 al año.
  • Si ajustas la calefacción a menos de 24 ºC en invierno, ahorras 900 kg de CO2 al año.
  • Si evitas envases y reutilizas botellas y bolsas, reduces unos 500 kg de CO2 al año.
  • Si secas ropa al aire libre, reduces 440-210 kg de CO2 al año.
  • Si disminuyes los restos de alimentos, reduces 300-170 kg de CO2 al año.
  • Si pones la lavadora solo dos veces por semana, con agua fría o a 40 ºC, evitas unos 225 kg de CO2 al año.
  • Si plantas un árbol, reduces 60-6 kg de CO2 al año.

4. Reduce el consumo de agua indirecto

Por otra parte, aunque es loable reducir el gasto individual de agua, en realidad gran parte del consumo hídrico mundial se genera al producir las cosas que compramos, según los investigadores de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.

Se necesitan unos 15.415 litros de agua para producir un kilo de carne de res, por lo que evitar el consumo de carne reduce nuestra huella.

Más ricos, más consumo

Los investigadores de la universidad noruega también analizaron los impactos ambientales per cápita de cada país, y percibieron que en su mayoría siguen un patrón predecible: cuanto más rico es el país, más consumen sus habitantes. Los países con mayor consumo tienen un impacto ambiental unas 5,5 veces mayor que la media mundial.

  • Estados Unidos es el peor, con una huella por cápita de 18,6 toneladas de CO2.
  • Luxemburgo, con una huella por cápita de 18,5 toneladas de CO2.
  • Australia, con una huella por cápita de 17,7 toneladas de CO2.
  • Noruega, con una huella por cápita de 10,3 toneladas de CO2, tres veces el promedio mundial de 3,4 toneladas.

5. Utiliza electricidad nuclear o renovables

Estos resultados también reflejan los efectos de las fuentes energéticas de las que dependen los países para obtener energía eléctrica.

La prevalencia de la nuclear o la hidroeléctrica en Suecia, Francia, Japón y Noruega hace que estos países posean una menor huella de carbono que países con ingresos similares, pero con más combustibles fósiles en su combinación energética.

Por supuesto, la huella ecológica es considerablemente menor si en el mix eléctrico solo se utilizan energías renovables, y se prescinde en lo posible de las fósiles, energía nuclear e hidroeléctrica.

6. Siempre menos es más

Afortunadamente, existe una cultura de bajo impacto que no está reñida con la estética, el placer ni la comodidad, donde "menos es más". Un estilo de vida que no implica imponerse restricciones fanáticas.

El 80% del consumo final de la huella ecológica deriva de los hogares: son la mayor demanda de recursos, seguidos del capital-inversión y de los gobiernos.

Por tanto, aunque reduzcamos el impacto ambiental apagando las luces que no usamos, el problema ambiental más grave, según un estudio de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, es el que generan los bienes y servicios que adquirimos.

Actuar es imprescindible

Como apunta Global Footprint, hoy demandamos 1,7 planetas Tierra en recursos naturales; es decir, consumimos y producimos por encima de la capacidad del planeta para renovarse. En 2030, según WWF, serán dos Tierras, y en 2050, casi tres.

Los estadounidenses necesitarían cinco países para cubrir su consumo y los europeos, tres Europas. Además, el 20% del globo desperdicia el 80% de los recursos planetarios, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

En las últimas cuatro décadas, se han cuadruplicado la producción y el consumo, lo que ha acelerado el cambio climático, se han generado cantidades de residuos nunca vistos, se han acidificado los océanos.

Además ha aumentado la brecha entre ricos y pobres y se ha precarizado el mercado laboral. Todo esto tiene mucho que ver con cómo se producen y consumen los bienes y servicios.

Cambios a nivel europeo

Ese estudio, publicado recientemente en Journal of Industrial Ecology, es parte del proyecto Glamurs, financiado por la UE y diseñado para promover estilos de vida más ecológicos y un consumo ambientalmente responsable en Europa.

El proyecto se ha realizado en 43 países, que representan el 80%-90% del flujo comercial europeo, y en 200 sectores, donde se observó elimpacto ambiental desde la perspectiva de los ciudadanos.

Si quieres saber más sobre cómo reducir tu huella ecológica...

Jim Merkel, con Simplicidad radical (Fundació Francesc Ferrer i Guardia, 2004) fue pionero explicando cómo vivir con una mínima huella.

Otro fue el documental Utopía, de Lucho Iglesias y Álex Ruiz. Una frugalidad que no consiste en vivir en una perpetua austeridad, sino en reorganizar las prioridades para ganar calidad de vida.