En 1994, el profesor de psiquiatría Stephen Porges dio a conocer la teoría polivagal, que explica cómo, con cada relación, el sistema nervioso autónomo "aprende" sobre el mundo y opta por hábitos de conexión con los demás o de protección.

"Nuestro sistema nervioso autónomo es nuestro sistema de vigilancia personal y siempre está en guardia para detectar la seguridad y el riesgo, escuchando en cada momento lo que sucede en nuestros cuerpos, a su alrededor y en las conexiones que tenemos con los demás, pero esta escucha tiene lugar lejos de nuestro control consciente".

"El trauma bloquea nuestros patrones de conducta"

Así lo afirma Deb Dana, especialista en trauma y estrés postraumático en La teoría polivagalen terapia. Hablamos con ella durante la promoción de su libro.

–¿Qué utilidad puede tener para la gente de la calle conocer la teoría polivagal?
–La teoría polivagal explica los tres estados del sistema nervioso a través de los cuales nos movemos cada día todo el tiempo. Nos ofrece una especie de mapa para comprender qué está haciendo nuestro sistema nervioso y por qué. De esta manera podemos aprender a moldearlo y a estar más en conexión con los demás.

–¿Cómo lo hace?
–El sistema nervioso autónomo responde a las señales del cuerpo y del entorno a través de tres vías:

  • La rama vagal-dorsal, que incita a la inmovilización para protegernos.
  • La rama del simpático, que nos prepara para el movimiento (lucha-huida) ante un peligro.
  • La rama vagal-ventral, que desarrolla en nosotros el compromiso social y la conexión y que se da en un entorno de seguridad.

A través de la regulación recíproca de nuestros sistemas nerviosos autónomos, los humanos nos sentimos seguros para conectar y crear relaciones de confianza.

–¿Conocer nuestro sistema nervioso autónomo nos puede ayudar a sanar el trauma?
–Hemos de definir primero qué es trauma. El trauma puede derivar de:

  • Actos explícitos de agresión contra la persona (físicos, psicológicos o ambos)
  • Actos de omisión, como no prestar atención, no cuidar…

Por ejemplo, cuando los padres están enfermos y no pueden atender a sus hijos, la ruptura en las relaciones… Eso puede generar tanto daño en el sistema nervioso de los seres humanos como el abuso sexual u otros tipos de abusos.

Entonces, contestando a la pregunta, el trauma se asienta en tu sistema corporal, en tu sistema mente-cuerpo y está ahí por detrás, manejándolo todo y afectando a todo. Porque el sistema nervioso está moldeado por nuestra experiencia y crea patrones de conexión cuando nos sentimos seguros o como respuestas de supervivencia cuando advertimos que hay algo peligroso alrededor. Y el peligro puede ser tan solo una mirada o un tono de voz, o algo en el ambiente, por ejemplo el recuerdo de un trauma pasado.

—Entiendo, depende de cada persona…
–Entonces el sistema nervioso se activa y puede entrar en lucha y huida o en colapso, que es como permanecer invisible, y esto el sistema nervioso lo elige por nosotros, no es una elección desde nuestra parte consciente.

Para muchos supervivientes de traumas cuya respuesta fue el colapso o congelación o disociación para sobrevivir a la situación, lo más duro es enfrentarse luego a una sociedad que les avergüenza y les culpa planteándoles: "por qué no peleaste, por qué no corriste…"

–Lo que dice me recuerda sucesos como el de la Manada, en el que un grupo de cinco hombres violó a una chica de 18 años. ¿Qué pasa en el cuerpo de alguien que "aparentemente " se paraliza y no se defiende?
–Esto tiene una explicación: el nervio vago, que conforma el sistema parasimpático del cuerpo, está dividido en dos partes: una parte antigua es la rama dorso-vagal, que va del diafragma hacia abajo del cuerpo, y es la parte del sistema nervioso que trae la respuesta de disociación y colapso.

Apaga todos los sistemas de tu cuerpo, los lleva muy abajo. Induce una baja frecuencia cardíaca, una respiración superficial, hay muy poca energía en el cuerpo y puede traer la disociación, no va a haber memoria, la persona se olvida, porque la cantidad de sangre que llega al cerebro es muy baja. Todo el sistema queda apagado, por tanto también cambia el estado mental. El sentido de que el cuerpo se colapse es que, si lo hace ahora, quizás después sobreviva.

–¿Y la otra parte del sistema parasimpático?
–La otra parte del nervio vago se encuentra del diafragma hacia arriba, y nos hace sentirnos seguros y conectados, y en el medio está el sistema nervioso simpático, que activa la respuesta de lucha-huida.

Por jerarquía, cuando estamos en un momento seguro y social estamos en el vago-ventral, pero si una persona empieza a sentirse en peligro, su sistema nervioso simpático va a actuar de inmediato. No obstante, si la persona ve que no tiene escapatoria, el sistema dorso-vagal la va a sacar de allí mentalmente, mediante el colapso o la inmovilización de la que hablamos. Se puede llegar incluso al desmayo.

–¿Qué explicación tiene?
–Es una respuesta de supervivencia porque así quizás vas a sentir menos el dolor, es una respuesta de evasión. Se llama disociación, en psicología. Especialmente en los niños, cuando están en un ambiente traumático esa es la respuesta de supervivencia que su sistema nervioso utiliza. Porque no son lo suficientemente grandes ni lo suficientemente fuertes para luchar. Entonces su cuerpo está ahí pero su mente se va a otro sitio. Es un acto totalmente inconsciente.

–Pero se genera un trauma…
–El trauma sucede cuando nos atascamos en el dorsal o en el simpático y no podemos volver a la conexión social y a sentirnos seguros de nuevo. Nos quedamos atascados en patrones de comportamiento, de conducta. Nos vamos más al simpático o al dorsal. El sistema nervioso queda dañado y comienza a ser rígido. Es la respuesta cuando el trauma no está resuelto.

Si conseguimos resolver el trauma podremos tener flexibilidad de nuevo. En Estados Unidos, por ejemplo, el sistema judicial reconoce la legitimidad de la respuesta de paralización, pero en España se pone en cuestión todavía.

–¿El trauma también puede ser social?
–En Estados Unidos percibimos señales de peligro y miedo de los políticos todo el tiempo. La sociedad está desregulada y ocurre lo mismo que cuando una familia se desregula, es difícil mantener el equilibrio, la tranquilidad.

Algunos políticos se van a la lucha-huida y se ponen agresivos y gritones, y otros entran en colapso, invisibles… Ninguno de esos sistemas nos lleva a ningún sitio.

–¿El estado de mi sistema nervioso determina mi historia?
–Sí, así que si queremos una historia diferente, tenemos que cambiar primero nuestro estado.

–¿Y cómo lo cambiamos?
–Lo primero es entender el sistema nervioso. Estar con otra gente que lo comprenda. Nos podemos ayudar con ejercicios de respiración, mindfulness, meditaciones, música, saboreando una experiencia positiva del pasado, dejándonos asombrar por una obra de arte o por la inmensidad y belleza de la naturaleza…

Y sobre todo, la conexión de verdad con el otro, de mirada a mirada, de alma a alma.