Pedro Ródenas forma parte de los médicos que, en los años ochenta, convencidos de que hay que fomentar la salud antes que combatir la enfermedad, crearon las bases para el impulso de las medicinas alternativas en nuestro país (naturista, medicina tradicional china, homeopatía…).

Participó en la fundación de las revistas Integral y NaturaMedicatrix y es uno de los consultores médicos habituales de Cuerpomente desde sus orígenes. Charlamos con él en 'Integral. Medicina Integrativa i Escola de Salut', el centro de referencia en medicinas naturales que dirige en Barcelona.

Entender principios de la medicina integrativa es clave

El naturismo en que se inspira la medicina integrativa es una filosofía de vida, de no violencia aplicada a todos los campos de la actividad humana.

En este tipo de medicina se considera la enfermedad como un mecanismo de autorregulación o equilibrio que tiene la naturaleza para defenderse de una agresión. Cuanto más la agredimos más enfermamos, ya que alteramos los ecosistemas de los que dependemos para todo.

Si queremos mantenernos sanos hemos de cuidar todo lo que nos rodea: las personas, los animales, el planeta… La medicina integrativa es una medicina global. Y el futuro está ahí, en esa visión.

—¿Qué te condujo a interesarte por la medicina naturista?
—Hace 41 años que me licencié en Medicina, pero mi decisión de ser médico naturista es anterior. Nací en una familia naturista vegetariana. Mis padres eran conserjes de la Sociedad Naturista Vegetariana de Barcelona en una época en la que esta opción era muy minoritaria, no como ahora.

En esta Sociedad todos nos conocíamos porque éramos una especie de gueto. Por allí pasaban profesores naturistas, médicos naturistas de la época… Yo me interesé por el tema porque los vegetarianos antes lo eran por salud, y pocos por cuestiones éticas. Casi todos estaban allí porque se habían curado de sus enfermedades por la dieta y para mí eso era una motivación.

—Fuiste miembro fundador de Integral y de la Asociación Española de Médicos Naturistas…
—En 1978 se constituyeron muchas cosas. Terminé la carrera en julio y en octubre salía el primer número de Integral, el mismo año que se aprobaba la Constitución. Nació en un grupo de la Sociedad Vegetariana. Éramos seis estudiantes de Medicina (algunos habíamos acabado aquel año), y un editor, Jaume Roselló, también vegetariano. Así que empezamos a hacer medicina desde el punto de vista de la divulgación.

La medicina naturista tiene mucho de educación en salud, y en el año 1982 lanzamos además NaturaMedicatrix, dirigida a los profesionales. Durante sus veintiún años de vida, cuatro personas conformamos el núcleo central de aquel proyecto: Josep Lluís Berdonces, Xavier Uriarte, Anna Sanés, que era enfermera, y yo. Después seríamos firmas en los inicios de Cuerpomente.

—Fuiste docente en la universidad…
—Sí, a partir de Natura Medicatrix surgieron otras cosas. Organizamos las Primeras Jornadas de Medicina Alternativa en 1985. Después hicimos un viaje a Alemania para conocer las clínicas naturistas del país; organizamos unos cursos que enlazaban la medicina convencional con la alternativa…

La Asociación Internacional de Estudiantes de Medicina montaba cada año un evento y en 1993 el tema lo escogían los españoles, y se optó por las medicinas alternativas. Yo fui con una doctora acupuntora del Colegio de Médicos. Como resultado, los alumnos de Medicina reclamaron una asignatura de medicinas alternativas para por lo menos conocerlas.

Lo que cura es el médico interno, los mecanismos de autorregulación

—Partió de ellos…
—Sí. El año siguiente, se hizo una mesa redonda en el Aula Magna del Hospital Clínico, con el decano de la Facultad de Medicina y sus representantes, y se planteó hacer una asignatura de medicina alternativa. Al final se hizo un curso de 30 horas, optativo para alumnos de cuarto, quinto y sexto de Medicina. Yo coordinaba el de Medicina naturista, otra persona el de Homeopatía y otra, Acupuntura. Estuvimos siete años a petición de los alumnos.

—Sentasteis las bases de la medicina naturista en este país…
—Sí, junto con mis compañeros. Yo coordinaba este curso, buscaba a los profesores de cada tema… Era para estudiantes, pero al año siguiente se inició un curso de posgrado para profesionales de la salud: médicos, enfermeras, fisioterapeutas…

—En Integral, Centre Médic i de Salut, integrábais medicina naturista, tradicional china, homeopatía…
—Le hemos cambiado el nombre, porque entendíamos que era muy genérico. Ahora nos llamamos Integral. Medicina Integrativa y Escuela de Salud. Todos los especialistas del centro teníamos y tenemos en común la certeza de que lo que cura es el propio organismo, la misma natura medicatrix hipocrática. Es decir, el médico interno, o lo que en medicina llamamos mecanismos de autorregulación u homeostasis que tienden al equilibrio.

El cuerpo está diseñado para mantenerse sano. No nos centramos tanto en pensar que lo que cura es el medicamento, sino que pensamos que cura el propio organismo. Luego también tenemos en común la visión global del paciente. Entendemos a la persona en su conjunto.

—¿Qué propuesta hacéis al paciente partiendo de este enfoque?
—En la consulta, por ejemplo, educamos al paciente en el cambio de hábitos. Revisamos la dieta, eliminamos factores de riesgo, protegemos el hígado, damos sustancias quelantes para eliminar tóxicos… Lo importante es que el paciente sea consciente o aprenda en ese proceso que la salud tiene que ver con lo que comemos, con lo que respiramos, con cómo nos relacionamos, con la tolerancia que tenemos, con nuestro sentido del humor…

—¿Y cuando la persona ya presenta una enfermedad grave?
—En un cáncer, por ejemplo, cuando el cuerpo no puede contener la agresión, tienes que buscar ayudas. No es lo mismo una insuficiencia hormonal, como en la diabetes juvenil, que una infección, en una meningitis aguda, que tratas con antibióticos. Hay que saber cuándo sí y cuándo no.

Ver que, ante un cáncer, la persona tiene que recibir una cirugía y una quimio que, a veces, si es preventiva, puede cuestionarse… Es un campo delicado y aquí lo que intentamos hacer nosotros es complementar: aumentar la inmunidad, eliminar tóxicos, proteger órganos y evitar factores de riesgo.

"Es necesario regular. No puedes tratar igual la medicina tradicional china que una terapia nueva"

—Ahora se está persiguiendo a estas medicinas. ¿Lo notáis?
Estamos pasando por un momento crítico porque la gente cada vez se lo piensa más, con todo lo que oye. Tenemos en un tablón una noticia publicada en Diario Médico con un listado de 73 pseudociencias y otras 66 que se están estudiando para valorarlas. Entre las que ya han considerado pseudociencias están la medicina antroposófica (hay hospitales en Alemania con 300 camas tratando todo tipo de patologías); la digitopuntura, las constelaciones familiares, la medicina ortomolecular, la hidroterapia de colon o la hipnosis ericksoniana… ¡Increíble!

—Diferentes organismos de salud internaciones están pidiendo que se regulen estas medicinas…
—Es necesario hacer una regulación. No puedes tratar igual la medicina tradicional china, que lleva funcionando 4.000 años, que otras terapias de nueva creación no contrastadas. Es necesario regular sabiendo que nadie tiene el patrimonio de la salud. Puedes ir a un especialista o a un curandero, si así lo decides, pero lo importante es que nadie vaya engañado, pensando que una persona tiene una formación que no es real.

—La medicina integrativa que defiendes, ¿tiene futuro?
—Casi toda la patología en el mundo occidental está relacionada con la alimentación, con las enfermedades causadas por depósitos de proteínas y grasas en las arterias, con sustancias que estimulan el crecimiento relacionadas con las proteínas animales (cáncer). Cuando ves que el exceso de azúcar produce diabetes, el exceso de grasas o de hidratos de carbono favorece la obesidad… El futuro es la medicina integrativa.

—¿Qué significa en la práctica?
—Quiere decir escoger lo mejor en cada momento para cada situación del paciente, empezando por los recursos menos agresivos y acabando por los más agresivos, siempre que los beneficios sean superiores a los riesgos. Para mí, la medicina prioritaria sería la naturista, la que cuando hay un problema cambia hábitos y educa al paciente. Y el fármaco, el recurso último.