La Psiconeuroinmunología (PNIE) es una disciplina médica integrativa que estudia la relación entre los sistemas nervioso, hormonal e inmunológico y la conducta de las personas. La PNIE considera el cuidado de la microbiota intestinal como eje de bienestar y en ella se ha especializado Xevi Verdaguer, autor del libro Transforma tu salud(Grijalbo, 2017).

Tuvimos la oportunidad de entrevistarlo durante la celebración del I Congreso de Psiconeuroinmunología, que tuvo lugar en la Clínica Planas de Barcelona el pasado mes de junio (2019) y del que Xevi era co-organizador.

La depresión se gestiona desde el intestino

—¿Cuáles son las mayores evidencias científicas expuestas en este I Congreso de PNIE?
—Está cambiando el paradigma de la salud. Las nuevas tecnologías nos permiten analizar lo que antes no podíamos: la disbiosis o el desequilibrio de las bacterias intestinales, por la exposición a tóxicos, sean tóxicos debidos a hongos de la humedad, por ejemplo, que afectan a la conducta, o por tener enfermedades alérgicas.

Las infecciones que tenemos cuando nuestro intestino está desequilibrado hace que estas bacterias acaben reabsorbiéndose y circulando en sangre y, al llegar al cerebro, esto genera la activación del sistema inmunológico, las microglias…

—¿Qué hacen estas microglias?
—Cuanto más se activan, más inflamaciones se generan, y por tanto más problemas de conducta, depresión, ansiedad y dolor crónico tenemos. Los estudios demuestran que las personas con dolor crónico o depresión y ansiedad, al final, tienen un mismo sustrato neuroinflamatorio que se relaciona también con problemas de fatiga crónica, alzhéimer, demencias o trastornos autistas…

—¿Podemos saber si nuestra microbiota está equilibrada o no?
—Podemos saberlo mediante analíticas con técnicas de biología molecular nuevas, con sistemas informáticos, y se puede analizar el ADN de las bacterias, el ADN de los hongos e incluso el viroma, el ADN de todos los virus.

Antes podíamos hacer análisis con el microscopio y comprobar si había cándidas, pero no se sabía mucho más. Hoy sabemos que todos los microorganismos interactúan en un ecosistema que tiene que estar en un equilibrio particular en cada persona, desde el vientre materno hasta el día de hoy.

—¿Y si se desequilibran?
—Cuando unos microorganismos se desequilibran con respecto a otros pueden dar lugar a casos tan comunes como que aparezcan eccemas u hongos vaginales después de tomar antibióticos para tratar una infección. Es un problema muy común en las mujeres, por ejemplo. Hay veces que sucede al revés, se tratan de hongos en la boca o el intestino y tienen una vaginosis por estreptococos.

—Ya entiendo…
—Cuando cambias algo, hay una adaptación, y entonces, cuando hay un sobrecrecimiento de hongos o de bacterias patógenas siempre se genera inflamación, y esta inflamación se puede manifestar como una patología digestiva: colon irritable, esofagitis, gastritis, estreñimiento, diarrea…

La persona que lo padece acaba teniendo problemas para concentrarse, está más deprimida, con falta de energía. Puede que tome pastillas para dormir o para la ansiedad. La cuestión es que la falta de energía o el estado anímico tiene mucho que ver con el intestino.

—Arreglar el intestino es fundamental, entonces…
—Sí, y para mejorar este ecosistema, para que esté en equilibrio, la alimentación es muy importante. A las cándidas les encanta una dieta rica en azúcares y almidones, y si comes más tienes más cándidas. Si comes mucho pan y mucha pasta, y te tomas yogur azucarado todos los días, pero también tomas kombucha, alimentos fermentados y fibra de la fruta y de la ensalada, mantienes todos los factores equilibrados y no pasa nada. Por eso la alimentación es tan importante.

—En su libro me ha llamado la atención la importancia del butirato…
—Cuando comemos fibra y almidón resistente tenemos gases, y estos gases fermentan en el colon, pero aparte de los gases, cuando comemos fibra se fabrican ácidos grasos de cadena corta y el más importante es el butirato. Este regula las inflamaciones en el intestino y el colon, y a nivel cerebral actúa como un antiinflamatorio que ayuda a la neurorregeneración y al neurodesarrollo. Entonces, lo interesante es ver si tenemos suficientes bacterias que fabriquen butirato.

—¿Qué bacterias lo fabrican?
—Ya sabemos cuáles son: la gente con depresión no tiene ni Prausnitzii ni Roseburia. Y se ha comprobado que estas dos bacterias mejoran con el café y con la fruta. Entonces, si tomas café y la pectina de la fruta (especialmente caliente: manzana al horno, compota…) tienes más energía, duermes mejor por las noches, fabricas más serotonina…

—¿Hay otros alimentos que ayuden a producir butirato?
—Sí, los que aportan almidón resistente: plátano verde, avena integral, mazorca de maíz y plátano macho. Y los preparados resistentes a la digestión: las legumbres, arroz o patatas recién hechas fabrican glucosa en el intestino y nos dan energía rápida, ideal para quemar haciendo ejercicio; pero si los dejamos enfriar un día o dos en la nevera, el almidón se vuelve resistente a la digestión y nos ayuda a fabricar butirato.

—¿Qué beneficios tienen?
—Comiendo poco de este arroz frío nos sentiremos más saciados, nos encontraremos mucho mejor y tendremos mayor concentración. Lo mismo ocurre con las legumbres, las patatas y la pasta.

—¿Cómo afecta nuestra microbiota a la salud hormonal?
La falta o exceso de estrógenos es un problema, por ejemplo, y el intestino tiene la llave para controlar que se mantengan equilibrados. Durante la menopausia se fabrican menos estrógenos, y se secan los ojos y la piel, y se comienza a tener más sequedad vaginal. También se empieza a generar más grasa en la zona abdominal y a tener índices más elevados de colesterol y de azúcar, cuando antes no se habían tenido estos problemas…

—Y ciertos alimentos ayudan a combatir esta falta en la menopausia.
—Sí, hay que aumentar:

  • Los alimentos con actividad estrogénica, como legumbres, lino, sésamo, uvas…
  • Las isoflavonas de la soja.
  • El trébol rojo o la cimífuga son plantas que van bien.
  • El lúpulo o la avena.

Cuando el colesterol baja sin hacer nada es el mejor síntoma de que se está mejorando la actividad estrogénica.

—A algunas mujeres no les funcionan los fitoestrógenos…
—Puede deberse a la diversidad de la microbiota. Las mujeres orientales tienen una microbiota más variada. Un 70-80% de ellas consumen soja y no tienen riesgo de cáncer de mama ni problemas hormonales, y aquí solo ocurre en un 30%. Así que puede haber mujeres que no tienen las bacterias que saben metabolizar las isoflavonas.

Además, si la mujer tiene disbiosis intestinal, las bacterias del intestino fabrican unas enzimas que provocan que se reabsorban los estrógenos, que vayan a la sangre y otra vez vuelvan al hígado, en vez de eliminarse fuera del cuerpo.

—¿Y entonces qué pasa?
—En el hígado se produce un exceso de estrógenos que hace que la mujer pueda tener fuertes dolores de regla, sangrado abundante con coágulos, más flujo vaginal, quistes en las mamas, endometriosis, colon irritable, migrañas, ansiedad, fibromialgias, dolores crónicos, enfermedades autoinmunes…

—¿Qué solución hay?
—Para no reabsorber los estrógenos, necesitamos una analítica de heces y comprobar las bacterias y los hongos que no estén equilibrados. Y también lo que siempre es común para todos: necesitamos mantener la diversidad bacteriana en el intestino con alimentos fermentados y alimentos que favorecen la producción de butirato, como fibra soluble y almidón resistente.

Mejora tu estado de ánimo controlando tu microbiota

Para evitar los problemas de ansiedad y depresión conviene mantener equilibrada la diversidad bacteriana en el intestino.

Para ello necesitamos aumentar las bacterias que ayudan a fermentar en el colon (donde se fabrica el 95% de serotonina, el neurotransmisor vinculado al bienestar) los alimentos que ingerimos, y conseguir de esta manera una microbiota más variada y equilibrada.

Hemos de ingerir alimentos fermentados como el té kombucha o los yogures y quesos veganos. Luego, alimentos como las aceitunas, el chocolate negro (85 o 90% de cacao), cerveza sin alcohol, fermentados de soja, como el miso, el tempeh y la salsa de soja, y las verduras fermentadas.