Jonathan Safran Foer ofrece en su libro "Podemos salvar el mundo antes de cenar" (Seix Barral, 2019) una larga lista de datos científicos de organismos internacionales sobre el peligro que supone el actual consumo de carne.

Por ejemplo, si las vacas del mundo fueran un país, ocuparían el tercer puesto en emisiones de gas invernadero, por detrás de China y Estados Unidos; el ganado es responsable del 14,5% de las emisiones globales anuales de CO2, del 91% de la desforestación del Amazonas, del 37% de las emisiones de metano antropogénicas y del 65% de las emisiones de óxido nitroso antropogénicas…

Safran Foer, nacido en Estados Unidos en 1977, ha escrito las novelas "Tan fuerte y tan cerca" (Lumen, 2005), "Todo está iluminado" (Lumen, 2007) y "Aquí estoy" (Seix Barral, 2016). Además es autor de los ensayos "Comer animales" (Seix Barral, 2011).

–¿Cómo empezó a dejar de comer productos de origen animal?
–He de confesar que lo intenté varias veces y fracasaba. Hay cosas que sabemos y que nos preocupan y aun así no somos capaces de actuar. Después de escribir este libro era una cuestión de coherencia y de responsabilidad, pero lo que de verdad consiguió que cambiara fue encontrarme en Bruselas con una pareja que se iba a casar…

–¿Qué le dijeron?
–Se acercaron a mí con el libro y cuando iba a poner la dedicatoria me encontré que la primera página estaba escrita. "¿Qué es esto?", pregunté. "Vamos a casarnos dentro de un mes y hemos decidido que necesitamos un plan para nuestra nueva vida para no hacer las mismas cosas que hacemos siempre, y queremos que seas nuestro testigo", contestaron.

–¿Cuál era el plan?
–Consistía en ser vegetarianos, salvo que fueran a cenar a casa de un amigo y pusiera carne en la mesa; ser veganos dos días a la semana, no tener más de dos hijos y conducir como máximo 1.500 kilómetros al año. Debía firmar donde ponía "testigo". Me emocionó mucho y me ayudó a darme cuenta de que no había podido realizar un cambio porque carecía de un plan.

–Sí, nos cuesta pasar de las ideas a la práctica…
–Hace tres días en Londres, también presentando mi libro ante 500 personas, pregunté cuántas personas creían ciertos los datos científicos sobre el cambio climático. Todos levantaron la mano. "¿Y a cuántos preocupa las implicaciones que esto tiene?", pregunté. Todos levantaron la mano. "¿Cuántos tenéis un plan sobre cómo dirigir vuestras vidas en respuesta a lo que sabéis y os preocupa?". Nadie alzó la mano. Nos preocupan cosas, y sin embargo no actuamos.

–¿Qué hizo tras ese encuentro?
–Escribí mi plan, que consiste en no tomar productos animales ni en el desayuno ni en el almuerzo, no coger ningún avión en las vacaciones del 2020, no ir en taxi más de tres veces por semana, trabajo como voluntario un día a la semana para una organización ambiental y doy charlas en colegios de Nueva York sobre el cambio climático.

"Una persona no puede cambiar el mundo, pero el mundo está hecho de personas, y cuando cambiamos no lo hacemos solos"

–Para algunos, tales acciones es querer llenar el mar con gotas…
–Una gota no puede llenar el mar, pero el mar está hecho de gotas. Una persona no puede cambiar el mundo, pero el mundo está hecho de personas, y cuando cambiamos no lo hacemos solos, nos ven otros, nos ven amigos, familiares… Como periodista o escritor, cuando escribes algo puedes llegar a cambiarte a ti y a muchas personas. Cada vez que tomas una decisión o realizas una elección, lo haces dentro de un contexto y estás influyendo en quienes te rodean.

–¿No es necesaria una estructura mundial contra el cambio climático?
–Existe una estructura, y es la ciencia, que nos indica lo que debemos hacer. Sin obligarnos como lo haría un gobierno, nos traza las directrices a seguir: cuánta menos carne y cuantos menos productos lácteos consumamos, mucho mejor para el planeta. Estoy de acuerdo en que además necesitamos una estructura estatal o mundial, pero no la tenemos, y no nos queda mucho tiempo. Además con nuestro cambio individual podemos modificar la estructura global.

–Por ejemplo…
–En Estados Unidos, hace tres meses era imposible encontrar comida vegetariana en McDonald’s o en Burguer King, y hoy puedes encontrar una hamburguesa vegetariana. Esto no ha ocurrido porque los directivos de estas empresas hayan tenido una "iluminación", sino porque cada vez hay más consumidores que quieren comer menos carne, lo que no significa que sean vegetarianos. Así, al cambiar nuestra conducta, las empresas responden dándonos esta opción y nos facilitan tomar la decisión correcta.

–Hay quien le acusa de radical…
–Sí, algunos, por decir que consumir productos cárnicos es estar abocados al suicido. Pero diría que hay más gente que piensa que soy moderado, porque este mensaje está basado en datos científicos.

–¿Qué siente ante los incendios del Amazonas o los fracasos de las cumbres para frenar el cambio climático?
–Rabia. Y lo peor es que mi rabia me hace sentir bien con lo que siento. Así que, en cierta medida, la rabia tiene un efecto calmante, pero no lleva a la acción. ¿Cómo puedo actuar como alguien que protege el medioambiente? ¿Simplemente tengo que odiar a Trump?

–Al planeta eso le da igual…
–Exacto. Al planeta lo que le importa es lo que hace cada uno. Los incendios del Amazonas se deben a la ganadería porque con ellos se consigue más terreno para alimentar a los animales. Y si todas las personas que han visto estas imágenes de los incendios y han sufrido al verlas boicotearan la carne de ternera, entonces estarían protegiendo los bosques del Amazonas y no los perderíamos.

–¿Confía en el mercado para cambiar las cosas?
–No tengo ninguna fe en conseguir cambiar a Jair Bolsonaro (presidente de Brasil) mediante protestas, libros o artículos, pero podemos afectar a la industria si no les damos nuestro dinero. Y ahí radica el poder que tenemos.

"Mejor que levantar la voz, es decidir correctamente sobre cómo gastas tu dinero. De hecho Greta Thunberg (activista adolescente) es vegana. Al Gore (exvicepresidente de Estado Unidos y activista) es vegano"

–¿Qué opina de los jóvenes que lideran las protestas contra el cambio climático?
–Están realmente actuando, y por eso estamos hablando de ellos ahora mismo. Han creado una conciencia sobre la necesidad de luchar contra el cambio climático que no existía y que resulta imposible ignorar. Pero hay que convertir este conocimiento en acción, y parte de su estrategia pasa por convencer a los gobiernos para que actúen. Las manifestaciones tienen ese efecto, pero, mejor que levantar la voz, es decidir correctamente sobre cómo gastas tu dinero. De hecho Greta Thunberg (activista adolescente) es vegana. Al Gore (exvicepresidente de Estado Unidos y activista) es vegano.

–¿Qué aconsejaría a alguien que está pensando hacerse vegetariano y duda?
–Cada persona lo hace a su manera, pero para mí un cambio radical es más duro porque cuando caes en la tentación de comer carne de nuevo sientes que has fracasado. En cambio si te dices: "Voy a empezar no comiendo carne los lunes", y te resulta fácil, te motiva para seguir adelante y puedes plantearte el reto de no comer carne ni el lunes ni el martes, hasta ir encontrando tus límites… Así puedes encontrar la manera de celebrar tus logros en lugar de vivir esos fracasos por querer abarcar demasiado.