Afrontar un nuevo reto laboral, dar un paso importante en nuestra vida personal (como divorciarse o tener un hijo), emprender un negocio, cambiar la ciudad o de país de residencia... A veces, ante determinadas situaciones que implican un cambio sustancial en nuestra vida, nos quedamos paralizados.

En general, ocurre que nos sentimos cómodos con lo conocido, con lo que ya dominamos. Todo lo que suponga adaptarnos a un nuevo escenario puede darnos miedo y, al final, podemos optar por no hacer nada porque quedarnos como estamos es más "seguro".

Sin embargo, cuando no asumimos ningún riesgo corremos el peligro de perdernos cosas buenas. Nos perdemos la oportunidad de evolucionar. Necesitamos salir de nuestra zona de confort para alcanzar nuevas metas. Seguir estos consejos puede ayudarnos a lograrlo:

1. Rompe con los miedos del pasado

Los miedos que nos frenan se fundamentan en experiencias negativas de nuestro pasado, cuando éramos más jóvenes e inexpertos. Estos temores, aunque han perdido sentido en el presente, aún siguen afectando a nuestras decisiones.

Hoy en día, ya de adultos, hemos madurado y hemos aprendido nuevas estrategias que podemos poner en marcha para lograr nuestros objetivos. Cuando te enfrentes a nuevos retos, pregúntate si estás preparado para superarlos y, acto seguido, rememora todos tus logros, aptitudes y talentos.

2. Recuerda que ya lo has hecho alguna vez

Aunque no lo creas, ya te has lanzado al vacío más de una vez. ¿O es que no recuerdas aquellas ocasiones en las que lograste superar algún reto que te habías propuesto? Quizá fue cuando te lanzaste por un tobogán por primera vez, o cuando te sacaste el carnet de conducir, o cuando te decidiste a hablar con esa persona que te gustaba.

Conecta con algún recuerdo en el que te hayas sentido verdaderamente libre, siendo tú mismo y aventurándote a probar algo nuevo. ¿Cómo te sentiste? ¿No sería fantástico volver a experimentar la misma sensación?

3. Siempre aprendes algo

El excampeón del mundo de ajedrez Ruslan Ponomariov solía contar que el miedo a cometer errores en una partida puede bloquearte. Resumió su actitud frente a las derrotas con esta reveladora frase: “En ajedrez nunca se pierde, siempre se aprende”.

Esta filosofía que despenaliza el error puede aplicarse en todos los ámbitos de nuestra vida. Aunque fallemos, el esfuerzo merece la pena. Aprendemos de todas las experiencias que vivimos, y de todas ellas podemos sacar conclusiones muy valiosas que nos ayudarán a mejorar.

4. Que tu cabeza y tu corazón vayan de la mano

Poder romper con nuestros bloqueos emocionales no significa que debamos lanzarnos a lo loco a desarrollar cualquier proyecto que se nos pase por la cabeza. Es necesario escuchar a nuestro corazón y dejarnos guiar por él, pero sin anular nuestra parte racional, imprescindible para organizar y proyectar.

Nuestro objetivo debe ser favorecer la comunicación entre cabeza y corazón para que no luchen, sino que dialoguen y trabajen unidos. Así podremos enfocarnos en realizar nuestros proyectos de forma realista.

5. Toma ejemplo de otros

Lee biografías de personajes famosos que se atrevieron a salir de sus refugios y consiguieron grandes logros. Aprender de ellos y conocer cómo superaron sus crisis nos servirá de inspiración en nuestro proceso.

Hay historias como las de Elon Musk, que afrontó el lanzamiento de su cohete Falcon Heavy como “un éxito excitante o un excitante fracaso” o la de Jane Goodall, que a los 23 años voló a Kenia para cumplir su sueño de estudiar a los animales en su entorno natural, que nos hacen ver que es posible conseguir lo que deseamos.

6. Pregúntate: "¿Qué puede pasar?"

En consulta, realizo con algunas personas un ejercicio de visualización en el que les propongo que se imaginen rompiendo su patrón de bloqueo. En esta práctica investigamos las diferentes posibilidades a las que pueden enfrentarse y ellos mismos aportan sus propias opciones y formas de resolución de eventuales conflictos. Este ejercicio ayuda a tomar decisiones importantes y a bajar el nivel de ansiedad ante cambios trascendentales en nuestras vidas. ¿Me mudo de casa? ¿Cambio de trabajo? ¿Me arriesgo con esta relación?