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Miedo

Junto a la tristeza, la rabia y la alegría, esta es una emoción primaria, es decir, nos sirve para adaptarnos al medio y poder reaccionar frente a él.

  • El miedo tiene como función avisarnos de un peligro alertándonos de que estamos saliendo de nuestra zona de confort.
  • Se convierte en problema cuando deja de ser una emoción primaria adaptativa y lo que lo dispara es la fantasía. Una forma positiva de miedo es la prudencia y el estado de vigilancia.
  • La frase que nos conecta con el miedo es: “¡No puedo!”. Ser conscientes de ello nos lleva a evolucionar, ya que la mejor forma de superar el miedo y trascenderlo es afrontarlo.
  • Algunas veces el mayor miedo es también el mayor deseo: nos cuesta mucho aceptar el placer y el bienestar así como sentirnos merecedores de lo “bueno”.

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Vergüenza

Surge cuando hay un conflicto entre lo que uno es como individuo y la necesidad que tiene de pertenecer a una comunidad.

  • Se da cuando expreso algo, relacionado habitualmente con los impulsos más primarios y los instintos, que está en contra de estándares y valores del grupo, por lo que mi identidad pública puede quedar cuestionada.
  • Hay dos formas de reaccionar: pedir disculpas (una forma positiva de gestión de esta emoción porque lleva implícita la aceptación de que se trata de una regla social y no nos lleva a cuestionarnos) o bien que esta emoción afecte de tal manera a la persona que le provoque la necesidad de excluirse del grupo y cuestionarse personalmente.
  • Por otro lado, la vergüenza resulta fundamental en el juego de la seducción: es un baile de enseñar y desaparecer que alimenta la fantasía del otro y mantiene viva la llama del deseo.
  • Otra función positiva es la de configurarnos como personas con valores sociales y no en unos “sinvergüenzas desvergonzados”.

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Tristeza

Como emoción básica que es tiene la función adaptativa de facilitarnos un descanso emocional para aceptar situaciones que no podemos cambiar y que no dependen de nosotros.

  • Nos lleva al recogimiento y a centrar más la atención hacia el interior en lugar de mantenernos en el afuera.
  • Nos afloja, nos hace soltar y relajar la musculatura así como la tensión. Su expresión física es el llanto.
  • Nos permite desprendernos o elaborar una pérdida de algo o de alguien conectándonos con la fragilidad y la vulnerabilidad, llevándonos a veces a buscar apoyo.
  • La sociedad actual, siempre fomentando la actividad frenética, no ve con buenos ojos la tristeza y la rehúye confundiéndola con depresión.
  • La tristeza lleva a una reflexión y conexión con nosotros mismos muy adecuada para comprender mejor cuáles son nuestras necesidades básicas.
  • Una forma de salir de ella es la actividad.

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Culpa

La culpa habitualmente está relacionada con creencias antiguas vinculadas a nuestra cultura creadas para facilitar la convivencia y controlarnos socialmente.

  • Cuando me siento culpable, afirmo que hice algo que no debía y juzgo que he violado mis principios; por ello, me considero un ser humano inferior. De hecho, declaro que no me puedo perdonar y merezco ser castigado.
  • Sin embargo, a veces también varía con la historia de cada uno y refleja un aprendizaje realizado en la infancia a través de los castigos recibidos.
  • Para que tenga una función positiva y no se convierta en una autotortura conviene transformarla en responsabilidad. Se trata de decirse: “Me puedo equivocar y busco una solución reparadora a lo que hice” en lugar de castigarse por ello.
  • La culpa facilita el reconocimiento de aquellas creencias transgredidas o violadas, lo que nos permite mantener una coherencia personal y convertirnos en personas íntegras y responsables.

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Celos

Es una emoción no primaria que, como la vergüenza y la culpa, para aparecer requiere de unas creencias previas y de un tipo de razonamiento.

  • Los celos están estrechamente ligados a la posesión del otro y, en nuestra sociedad, muchas veces se toman equivocadamente como símbolo de amor, cuando en realidad a menudo solo significa que consideramos al otro como algo de nuestra propiedad.
  • Detrás de ellos se suele esconder una gran inseguridad e infravaloración.
  • Si se producen, puede ser un signo de que la relación no se está dando entre iguales y que quien los siente solo se reconoce y valora en función del otro.
  • Los celos denotan una falta de conexión con el interior y que, en buena medida, la persona no se siente completa por sí misma.
  • En su parte positiva, expresan el extremado interés que alguien siente por una persona o por una causa.
  • No se trata de combatirlos ni erradicarlos, sino más bien de aceptarlos, escucharlos y acogerlos.

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Rabia

Suele despertarse ante una situación desagradable, una agresión o una molestia, dándonos energía para defendernos, poner límites y atacar si fuera necesario.

  • Tiene mala prensa porque puede destruir, pero es un mecanismo de defensa para autoafirmarnos.
  • Como explica el cuento de Jorge Bucay La tristeza y la furia, algunas veces llega disfrazada de tristeza cuando uno no se permite mostrarse vulnerable.
  • Una frase para conectar de forma positiva con ella es: “¡Basta, hasta aquí!”, porque nos ayuda a poner límites al otro o a la situación que nos daña.
  • A diferencia de cómo se percibe en nuestra sociedad, donde la rabia y la agresividad se esconden aunque estén siempre presentes, la función de esta emoción no es solo la violencia, sino que nos da la capacidad de actuar para conseguir aquello que deseamos.