Antes existía la idea de que una vez se casaban, las personas tenían que estar juntas y convivir para siempre. Así las parejas eran más duraderas, pero no sabemos si en todos los casos más sanas. Hoy es más frecuente que antes que nuestras expectativas de felicidad se sostengan exclusivamente sobre una buena relación de pareja. Pero, ¿es posible realmente que una pareja perdure en el tiempo de forma saludable? No siempre, aunque con grandes dosis de voluntad por ambas partes, se puede lograr.

1. Encontrar el equilibrio entre el 'yo' y el 'tú'

  • De la misma manera que conviene que cada miembro de la pareja asuma su responsabilidad individual y no se sienta la media naranja de nadie, también lo es que se aparquen las luchas de poder y aprender a dominar nuestro ego siendo conscientes de cuándo este está tomando las riendas en una discusión de pareja y nos impide escuchar al otro, ponerse en su lugar y ver lo que el otro ve.
  • Desarrollar la empatía permitirá conectarse con los sentimientos del otro sin perder de vista los nuestros.

2. Tener un proyecto común

  • Antes las parejas solían mantener un proyecto común como construir un hogar, una familia y sacar adelante a los hijos. En la actualidad los proyectos pueden ser más variados, aunque los hijos sigan teniendo mucho peso.
  • Mantener un proyecto común contribuye a diluir las luchas de poder y consigue que la pareja forme un equipo y una fuerzas para un bien común superior.
  • También para que este proyecto común sea posible y motive a ambos por igual, conviene que los miembros de la pareja no sean de índole muy distinta.

3. Confiar en el otro de manera auténtica

  • La sinceridad es otra de las importantes bases de una relación de pareja duradera. De lo contrario, la desconfianza nos acabará alejando del otro por mucho que lo queramos: nos será más difícil mostrarnos tal como somos, se dispararán los miedos, y los conflictos que acaban apareciendo en una relación que dura a lo largo del tiempo serán más difíciles de superar.

4. Aceptar que una pareja vive distintas etapas

  • Una pareja que dura a lo largo del tiempo pasa forzosamente por etapas muy distintas. En algunas, el otro nos genera mucha felicidad y pasión; en otras, no tanto (siéndonos casi indiferentes) o incluso nos despierta cierto cansancio…
  • Y conviene aceptarlo porque la pasión puede volver a regenerarse cuando las bases de una relación son sólidas y muchos de estos estados también tienen que ver con lo que nos pasa a nosotros mismos y no solo con lo que el otro hace.

5. Cultivar la amistad

  • Es importante que entre los miembros de la pareja exista una franca relación de amistad en la que todo lo del otro nos despierte un interés auténtico, así como su camino como persona.
  • Se trata de buscar espacios para hablar y hablar de todo aquello que nos preocupa, ya sea lo más cotidiano o lo menos y más trascendental. Para ello hay que estar dispuesto a escuchar y también a abrirse al otro mostrándole nuestra alma desnuda.

6. Fomentar la ternura

  • La ternura de una mirada, de una caricia, de un gesto puede tender muchos puentes en esta misteriosa distancia que separa dos seres por mucho que hablen y se amen.
  • La ternura puede evitar malentendidos y momentos de oscuridad de la pareja cuando esta atraviesa situaciones complicadas (una discusión, una enfermedad, una disminución del deseo sexual…). La ternura hace que el amor se visibilice a pesar de todo, así como nuestro deseo de mantener los lazos invisibles que nos unen al otro.

7. Cuidar la sexualidad

  • Uno podría preguntarse si una pareja existe realmente cuando no hay sexualidad. Es verdad que el amor, la ternura y el compañerismo son ingredientes fundamentales, pero conviene que las relaciones sexuales se cuiden y se estimulen lo más posible más allá de las obligaciones y del cuidado de los hijos.

8. Aprender a comunicarse de manera sana

  • Expresar lo que sentimos con respeto y desde lo que “yo siento” en lugar de “tú haces que”, “es culpa tuya que…” ayudará a encontrar una solución más constructiva ante un conflicto de pareja, facilitará la escucha y comprensión del otro. Se trata de encontrar una salida buena para ambos, más que de tener razón y quedarse solo con la razón.
  • Comunicar implica también pedir lo que necesitamos al otro, ya que nadie puede adivinar lo que sentimos, deseamos o pensamos si no lo decimos. Una comunicación sana requiere la valentía de mostrar al otro tanto el amor como la rabia, la alegría como la tristeza, la fortaleza como la debilidad. Esta comunicación facilitará también una buena sexualidad.