El llamado "té de rooibos" se ha puesto de moda: no hay establecimiento de dietética, herbolario o tienda de té que no lo ofrezca. Pero lo cierto es que se consume desde hace mucho tiempo, sobre todo en su país de origen, Sudáfrica.

¿Qué clase de planta es el rooibos?

Propiamente, el rooibos no es un "té rojo", como sugiere su apariencia y creen algunos, pues no pertenece a la familia de las teáceas, sino que se trata de una leguminosa pariente de las retamas y las ginestas. Tampoco resulta estimulante, ya que no contiene teína, pero, como el té, suma a su sabor un valor medicinal.

Rooibos significa en lengua afrikaans "arbusto rojo". Es originario de la zona de Cederberg, en la provincia occidental del Cabo. El Asphalatus linearis, como se conoce científicamente, es un arbusto de hasta dos metros de alto con aspecto de retama. Sus ramas jóvenes son rojizas y tiene las hojas lineares y finas, flores amarillas, típicas de papilionácea, que aparecen en la primavera austral, y frutos en forma de legumbre.

Crece de forma natural en un área entre la península del Cabo y Betty’s Bay, caracterizada por inviernos húmedos y veranos tórridos. Se ha intentado cultivar en otros puntos del país sin éxito.

Dada la enorme demanda de rooibos de los últimos años y ante el peligro que suponía el sobrepastoreo en su zona, se han establecido cultivos en la región y se ha dado protección a los ejemplares nativos.

Las poblaciones indígenas de la zona, como los khoissan, ya lo usaban antiguamente como planta medicinal y linimento sobre heridas y úlceras, pero durante un largo periodo de tiempo el rooibos cayó en el olvido. Aún hoy, muchas madres en Sudáfrica dan infusión de rooibos a sus bebés para tratar cólicos y diarreas, y está muy extendido en este país su uso para combatir la irritabilidad nerviosa y la depresión suave.

Fue el botánico del siglo XVIII Carl Humberg quien lo redescubrió como bebida digestiva. Su verdadero renacer vino, más tarde, de la mano del colono de origen ruso Benjamin Ginsberg, quien a principios del siglo xx se dio cuenta del gran potencial de esta planta y abrió la puerta a su exportación a Europa en 1948.

Durante la Primera Guerra Mundial el rooibos se había demostrado como una alternativa válida al té, del que entonces resultaba difícil proveerse. Pero es ahora, ya entrado el siglo XXI, cuando el rooibos vive su gran expansión.

¿Cuáles son las propiedades del rooibos?

Las hojas de rooibos contienen hasta 200 principios activos, como la aspalathina, el ácido cafeico, antioxidantes (quercitina), flavonoides (luteolina y rutina), polifenoles, sales minerales (hierro, calcio, cobre y flúor), vitamina C y una dosis muy baja de taninos.

Todo ello le confiere propiedades antioxidantes, antialergénicas, antiinflamatorias, digestivas, antiespasmódicas, diuréticas y tónicas.

Entre sus diferentes indicaciones, cabe destacar las siguientes:

  • En lugar de presentar un efecto excitante, como el del té o el café, tiende a equilibrar el sistema nervioso y actúa como un sedante suave en caso de estrés o irritabilidad.
  • Frena la acción de los radicales libres, retrasa la oxidación celular y protege contra las infecciones.
  • Actúa como un antihistamínico natural, muy útil para personas propensas a desarrollar alergias.
  • Como diurético, muestra un efecto suave pero nada desdeñable, que ayuda a eliminar toxinas por la orina y a prevenir y combatir la retención de líquidos y el sobrepeso resultante.
  • El consumo regular de rooibos, por su efecto de drenaje y sus agentes antioxidantes, contribuye a reducir los niveles de colesterol LDL y la tensión sanguínea, y a la postre puede proteger contra la arteriosclerosis y otras afecciones cardiovasculares.
  • Aporta minerales, por lo que es adecuado para deportistas, pero conviene recordar que al ingerirse en dosis muy pequeñas (dos gramos por taza) no puede competir con los minerales de los alimentos.
  • Se recomienda sobre todo como tónico digestivo, para mediar en diferentes trastornos de la digestión, como diarrea, espasmos gastrointestinales, hinchazón abdominal, vómitos y mareos.
  • Es un antiinflamatorio eficaz para afecciones respiratorias como faringitis, laringitis o bronquitis.
  • El rooibos se revela como una buena alternativa al café para mujeres menopáusicas o que han pasado la menopausia, y también para deportistas y senderistas por su efecto antiespasmódico.
  • Por vía tópica, y recogiendo los numerosos usos tradicionales, el rooibos puede ser una buena solución contra diferentes problemas cutáneos, como dermatitis, eccemas, forúnculos, acné juvenil, picaduras de insectos y urticaria.
  • En gargarismos se aplica para desinflamar la garganta y tratar aftas, llagas bucales y encías inflamadas. Ayuda a fortalecer los dientes.

Cómo se prepara el rooibos

Las hojas y ramas del rooibos se cosechan al principio del verano austral, se trocean, se disponen en pequeños montones y se dejan fermentar al contacto directo del sol y el ambiente seco de esa parte del África meridional.

Durante la fermentación, las hojas pasan del verde brillante al característico color rojo que les confiere la oxidación. También es posible encontrar rooibos verde, en el que se evita la fermentación al dejarlo secar inmediatamente después de su recolección. Como ocurre con el té, también en este caso es más rico en antioxidantes.

La infusión de rooibos se prepara, en líneas generales, de la misma forma que el té.

Se calienta agua en la tetera o cazo hasta que entre en ebullición. Se dispone una cucharada de postre de rooibos en una taza y se vierte sobre ella el agua caliente. Se deja que repose tapado entre 3 y 7 minutos. Cuanto más tiempo se deje reposar, más concentrado resultará. Se cuela en otra taza, empleando si se quiere una tela como filtro, para evitar que queden impurezas.

Para conservar bien las hojas de rooibos los expertos recomiendan botes metálicos, de latón o de cinc. En frascos de vidrio, el aroma y el sabor del rooibos se conservan menos tiempo. Se debe guardar alejado de focos de humedad, en espacios algo aireados si es posible, y sin que le alcancen los olores fuertes de otros alimentos.

Variedades de rooibos: propiedades y sabores

En muchos herbolarios y tiendas de té, el rooibos dispone ya de estantería propia y su carta de variedades se va ampliando con nuevas combinaciones:

  • Rooibos verde, sin fermentar. Conserva todo su potencial antioxidante.
  • Rooibos tropical con canela, vainilla, maracuyá y mango. Emana un aroma dulzón y tiende a ser más sabroso que el rooibos puro.
  • Rooibos oriental con especias: canela, jengibre, clavo, cardamomo, semillas de alcaravea y corteza de naranja.
  • Rooibos chai con especias. Similar al anterior, incorpora cardamomo, jengibre, canela, pimienta, clavo, anís estrellado y corteza de naranja.
  • Roibos con manzana, almendras tostadas y virutas de chocolate blanco y negro. Tiene un sabor atrufado muy tentador, que la manzana dulcifica en parte.
  • Rooibos y rosa. Se combina con escaramujos de rosal silvestre, trozos de canela y de corteza de naranja. Tiene un sabor afrutado, algo agridulce, y favorece la digestión.
  • Rooibos como sedante infantil. Se combina con manzanilla y a veces anís verde para niños inquietos.
  • Rooibos anti-insomnio. Con valeriana, flores de azahar, lavanda y manzana. Es un remedio destinado a aquella personas a las que les cuesta pegar ojo.
  • Rooibos digestivo con plantas. Se combina con hinojo, tila, menta y anís estrellado. Muy adecuado tras una comida copiosa.

Asesora: J. María Teixé, herborista de «El Manantial de salud»