Como si fuera por arte de magia, o encantamiento, cada vez que cantamos ponemos en marcha una sinfonía de beneficios que, sobre todo, provoca que nos sintamos mejor con nosotros, los demás y con el mundo. Cantar, por el simple hecho de hacerlo, encantará positivamente nuestra existencia.

Un antiguo proverbio chino nos revela que un pájaro no canta porque tenga una respuesta, sino porque tiene una canción. Es decir, no hay una finalidad o un propósito concreto. Es porque sí. Lo hace como una celebración. Y es curioso que en la etimología de cantar encontremos el significado de celebrar. ¿Acaso no celebramos cantando? De eso se trata. Porque cuando cantamos estamos celebrando una manera de estar en el mundo, de relacionarnos con los demás y, sobre todo, con uno mismo.

Cantar nos da alas, altura y perspectiva. De no ser así, seguro, que los pájaros no cantarían ni darían voz a las árboles.

Quien canta, la mala salud espanta

Cantar es una magia que desde hace ya algún tiempo la ciencia (la única magia que somos capaces de creer) dice que, efectivamente, esta actividad produce un torrente de beneficios en nuestro organismo muy superiores a la calidad o no de nuestra voz. Apuntemos algunos de ellos:

  • Nos sentimos bien. Al cantar segregamos endorfinas que nos producen una sensación de bienestar que nos ayuda, además, a liberarnos de la tensión y rebajar estrés.
  • Respiramos mejor. Cuando nos acostumbramos a cantar de forma regular, ejercitamos el diafragma además de otros músculos que intervienen en la respiración.
  • Corregimos malas posturas. Porque no se puede cantar encorvado o en posiciones extrañas. Necesitamos estar erguidos, ponernos rectos, por tanto desarrollamos una forma de estar en el mundo... y, además, ejercitamos el tórax.
cantar guitarra

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Por qué deberíamos cantar más

  • Ampliamos nuestra memoria. Aprender canciones, esforzarse por recordar palabra a palabra el flujo melódico que respiramos, hace que nuestra memoria (que no deja de ser un músculo que podemos poner en forma) se ejercite.
  • Mejora toda la salud. Estos son solamente algunos de los beneficios. También se estudia como va bien para el sistema cardiovascular, como refuerza nuestra inmunología e, incluso, como puede prevenir la demencia.

Cantar es encantar

Lo importante es ser conscientes de que cantar nos encanta, activa la magia... nuestra magia. Por eso los encantamientos se cantan, ¿no? Porque conectan con una energía melódica que nos hace entrar en armonía con partes de nosotros mismos que, de otra manera, serían inaccesibles.

Tan cerca están cantar y encantar que parece mentira que obviemos la magia que hay dentro de cada canción que entonamos. Si no cantamos solos, si no lo hacemos para nosotros mismos, pondremos a funcionar la magia a otros niveles.

  • A dúo... o a trío. O en un coro. Entonar juntos, seguir una melodía al unísono es reforzar la empatía. La conexión con esa otra persona y con el grupo. Es una celebración de estar en el mismo planeta de la misma forma. Muchos de los problemas de la humanidad se resolverían si fuésemos capaces de cantar la misma canción en el mismo momento; en el mismo lugar.
  • Para otros. Cantar a otra persona. Mirándola a los ojos. Ese simple gesto puede generar una conexión tremenda basada en la generosidad y la entrega. Además, aunque al principio nos costará, superaremos las limitantes barreras de nuestra vergüenza.
  • En público. No hace falta ser una estrella del rock. Basta con ir, por ejemplo a un karaoke. Porque allí, enfrente de los demás, podremos desarrollar nuestra autoestima, la confianza y la capacidad de hablar en público la confianza. Además de ser divertido, entenderemos qué significa estar presentes, ser el foco de las miradas y, aún así, ser parte de un todo. Si no fuera porque existe una conexión emocional, no estaríamos hablando de un negocio, el de los karaokes, que une a las culturas y apasiona a millones de personas en todo el planeta.