Espinillas, granos superficiales, nódulos bajo la piel y, en el peor de los casos, quistes o pústulas en cara, espalda, pecho u hombros. Estas son las manifestaciones del acné, una afección cutánea que afecta a muchos adolescentes a raíz de los cambios hormonales, pero también a adultos.
La causa directa de las espinillas y los granos es la excesiva producción de sebo o grasa, que obtura los poros y se acumula en las glándulas sebáceas. Esto favorece la proliferación de la bacteria Propionibacterium acnes, que provoca inflamación.
Con el tiempo, se rompe la pared del folículo sebáceo y se deteriora el tejido circundante, lo que deja cicatrices. Aunque se asocia a un alto nivel de hormonas masculinas, que estimulan la secreción sebácea, pueden influir el factor hereditario, la actividad enzimática de la piel, la absorción intestinal de toxinas, los ovarios poliquísticos, algunos cosméticos o el componente emocional.
Cuando confluyen varias causas el acné es difícil de erradicar. Tratarlo lleva tiempo, pues exige cambios dietéticos, apoyo nutricional y una buena higiene local. Una dieta rica en alimentos frescos e integrales que aporten fibra disminuirá la toxemia intestinal.
Se deben eliminar las harinas blancas, el azúcar, el chocolate, los embutidos, la leche (por su contenido en hormonas) y los fritos.
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