Los riñones trabajan incesantemente las 24 horas del día. Pasan por ellos unos 180-200 litros de sangre a diario, para generar un litro y medio de orina. Su función principal es mantener el volumen y la composición del líquido extracelular. Eso también le permite contribuir a la regulación del volumen y la composición del líquido intracelular.

Para acometer esta importante tarea el riñón excreta el exceso de líquido y minerales procedentes de la dieta,. También se deshace de los productos inservibles derivados del metabolismo: la urea, la creatinina...

Aunque la eliminación de estas sustancias a través la piel, los pulmones y el intestino contribuyen a esa función excretora en el organismo, los riñones son los principales responsables de eliminar el agua sobrante y los productos de desecho.

¿Por qué se dañan los riñones?

  • La deshidratación es la mayor amenaza para el proceso de purificación sanguínea y la fuente más común de estrés renal. Los riñones solo pueden operar eficazmente si el volumen de agua que fluye a través de ellos es suficiente para arrastrar los productos de desecho que ha de eliminar. De hecho, en situaciones de deshidratación, la excreción renal se reduce para evitar que el organismo sufra una pérdida excesiva, o incluso grave, de agua o minerales.
  • Una dieta demasiado rica en proteínas: el metabolismo de las proteínas, sobre todo las de origen animal, aumenta considerablemente la carga de trabajo de los riñones. A la hora de obtener cantidad diaria de proteínas que necesita el organismo ten en cuenta que esta se sitúa por debajo de 1 gramo de proteínas por kilo de peso corporal.

    Cuando se comen demasiadas grasas o hidratos de carbono, el metabolismo las almacena: las grasas en el tejido adiposo, y los hidratos de carbono en forma de glucógeno en el hígado y los músculos. Sin embargo, cuando se toman más proteínas de las necesarias, el metabolismo no las almacena, sino que las utiliza a modo de combustible. En ese proceso, se generan productos metabólicos de desecho, como la urea y la creatinina, que deben ser eliminados por el riñón.
  • El uso o abuso prolongado de diuréticos sin supervisión médica puede conducir también a una deshidratación del organismo y causar daño renal y un desequilibrio en los niveles normales de minerales como el potasio y el sodio, esenciales para las funciones cardiaca, renal y hepática.

    Los diuréticos, naturales o de farmacia, aumentan la cantidad de orina excretada. La retención de líquidos a causa de una enfermedad sí justifica su consumo, para evitar que desemboque en una insuficiencia cardiaca congestiva o un edema agudo de pulmón, por ejemplo. En cambio, en el consumo de diuréticos para bajar de peso, la pérdida de kilos es solo temporal, y no se debe a la pérdida de tejido adiposo sino de agua, con el riesgo que ello entraña.
  • El tabaquismo, que perjudica al flujo sanguíneo en todos los órganos.
  • La hipertensión arterial.
  • El alcohol, cuando se consume en exceso.
  • El consumo de cafeína y otros estimulantes.
  • Las cifras altas de glucemia en una diabetes mal controlada.

Cómo mantener los riñones sanos

Las tres medidas más importantes que se puede adoptar para proteger los riñones son:

  • Seguir una dieta que no aporte una cantidad excesiva de proteínas. Como guía se puede tomar la cantidad de proteínas aconsejada por la OMS, que establece que solo el 10-15% de las calorías consumidas al día debería proceder de alimentos ricos en proteínas. Teniendo en cuenta las proteínas que como máximo necesita el organismo al día, también puedes tener en cuenta que no conviene superar el gramo de proteína por kilo de peso corporal.
  • No permitir que el organismo se deshidrate. Para ello es importante beber abundante agua: de 6 a 8 vasos de agua, de infusiones o de otras bebidas sin cafeína ni edulcorantes. Una forma de saber si se está bebiendo suficiente agua consiste en ver si se orina lo suficiente (1,2- 1,5 litros/día). Lo lógico es notar un aumento en la cantidad de orina al beber más líquidos, y el color de la orina debería ser más claro.
  • Evitar los fármacos que perjudican a los riñones, como los diuréticos en exceso y los fármacos antiinflamatorios, incluido el ibuprofeno.

¿Cómo puedo saber si mis riñones funcionan mal?

La capacidad de trabajo de los riñones supera con creces la necesaria para el organismo. De hecho, algunas personas nacen con un solo riñón y mantienen una vida completamente normal, igual que las personas que donan un riñón a un familiar o amigo.

Por este motivo, los pequeños descensos en la función renal no causan problemas, pero a veces esas pequeñas disminuciones señalan que hay una enfermedad que afecta al riñón y que puede empeorar con el tiempo.

  • Los problemas importantes, ya hospitalarios, aparecen cuando la función renal cae por debajo del 25%. Con menos del 15% solo la hemodiálisis o el trasplante renal pueden salvar la vida.
  • Por otro lado, si se detectan proteínas en la orina (proteinuria), hay que confirmar su presencia con otro análisis. En caso de corroborarse, es importante determinar su causa. En principio el riñón solo filtra agua, minerales y moléculas pequeñas, ya que la mayoría de proteínas son demasiado grandes. Por tanto, la presencia de proteínas en la orina significa que el filtro está dañado, de forma temporal o irreversible.

Entre las posibles causas se encuentran enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial o la nefritis (que normalmente es autoinmune y causa daño inflamatorio al riñón).

Claves para prevenir las piedras en el riñón

Los cálculos renales (cuya formación se conoce como litiasis) son la principal causa del cólico nefrítico y uno de los motivos más frecuentes de consulta al urólogo. Durante los cólicos o en el proceso de eliminación, esas piedras del riñón provocan un dolor intenso.

Para evitar llegar ahí se pueden tomar algunas medidas preventivas:

  • Atención a los alimentos ricos en oxalatos. Los cálculos renales se forman cuando la orina es muy concentrada y los solutos que contiene se cristalizan. Más del 75% de los cálculos renales son de oxalato cálcico, en cuyo caso hay que evitar los alimentos ricos en oxalatos, como espinacas, ruibarbo, cacao, remolacha, judía verde, acelga, frambuesa, fresa, mora, té o ciruelas.
  • Toma zumo de limón. El citrato (presente en el zumo de limón) evita la formación de estos cálculos porque inmoviliza el calcio antes de que cristalice. Añade zumo de limón al agua para beber.
  • Una vez más, modera el consumo de proteínas. Las dietas que contienen demasiadas proteínas –o excesivos suplementos de vitamina C o de calcio– pueden favorecer la formación de cálculos renales.
  • Aumenta las precauciones si sufres ciertos trastornos. Las infecciones del tracto urinario, las enfermedades como la poliquistosis renal, el aumento del ácido úrico y alteraciones endocrinas como el hiperparatiroidismo también aumentan el riesgo de padecer litiasis renal.
  • Evita el café. La cafeína aumenta la eliminación de calcio por la orina.
  • Disminuye el consumo de sal. Un exceso de sal estimula la formación de cálculos. Existen alternativas a la sal para utilizar en tus platos.
  • Toma alimentos con mucha fibra. La fibra puede reducir los niveles de calcio en la orina.
  • Prueba con algunos suplementos. Los suplementos de potasio también pueden reducir los niveles de calcio en la orina. Los suplementos de citrato cálcico son otra opción, pues el citrato cálcico se une a los oxalatos de la dieta, que se eliminan por vía intestinal como oxalato cálcico.

El tratamiento médico de un cólico de riñón es a base de analgésicos y espasmolíticos. Posteriormente la persona debe beber abundante agua y a veces seguir unos días más con fármacos. La cirugía solo es precisa en los de cálculos de gran tamaño, que causan dolor constante y obstruyen el flujo de orina.