Toda tu piel es un órgano, un órgano que puedes tocar para acceder a tus circuitos de energía más profundos y restaurar el equilibrio, siempre amenazado por el agotamiento físico o mental.

Tocar es la forma más fácil de conocer. Tocar mueve y conmueve.Un buen abrazo puede curarnos. Tocarnos también.

Después de un duro día de trabajo, en época de tensión por cambios inesperados, o por el estrés que produce el vivir, podemos aliviarnos, relajarnos y volver a encauzar la salud por la buena senda con el automasaje de shiatsu.

¿Qué es shiatsu?

Es una forma de curación antigua, desarrollada en Japón, que trabaja a través de la piel y de los vestidos el cuerpo y la mente. Proviene de la medicina tradicional china y utiliza principalmente las manos y el contacto.

En realidad, el shiatsu abarca un amplio espectro de estilos de tratamiento. Uno de ellos es el autoshiatsu o do-in, una técnica que posee también una larga historia y que permite conocerse y cuidarse uno mismo.

Todas las técnicas de shiatsu se basan en la acción sobre los caminos de energía que recorren el cuerpo: son como las corrientes oceánicas del organismo y al final conforman un mapa energético en el ser humano.

A partir de la práctica experimental, los chinos se orientaron por esos caminos energéticos. Descubrieron 12 vías principales que discurren por parejas, una a cada lado del cuerpo, y a las que llamaron meridianos.

En estas vías encontraron puntos que, como puertas, permiten la entrada en las redes de meridianos. Son los puntos de acupuntura o acupuntos que el autoshiatsu utiliza.

Cómo practicarlo

El shiatsu se puede recibir completamente vestido o desnudo, tumbado sobre un futón o sentado en un taburete. En cualquier posición para recibir o aplicarse el contacto de la mano.

El masaje shiatsu retoma la naturaleza genuina de la medicina china gracias al empleo de las manos. Son los instrumentos más complejos que posee el ser humano y, sin embargo, son los más humildes y menos reconocidos. Todos hemos experimentado la sensación reconfortante de la mano de un amigo al posarse en el hombro ofreciéndonos su apoyo.

Nuestras manos, muy conectadas al cerebro, poseen cualidades terapéuticas. Su adiestramiento como herramientas curativas debe hacerse con cuidado y amor. Adquirir la sensibilidad necesaria para tocar precisa tiempo, paciencia, respeto y autodominio.

La forma de ser, el concepto que se tiene de uno mismo y de los demás, la forma en que se vive la vida… todo influye en la calidad del tacto.

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Sobre nosotros mismos

Iniciar el contacto de las manos con nosotros mismos es una buena manera de potenciarlas, hacer de ellas herramientas útiles que nos permitirán vivir mejor e iniciar una práctica que se puede extender a nuestros seres queridos.

Empecemos. Experimentaremos cómo nos sentimos ahora, aquí. Cómo respiramos, si tenemos frío o calor, hambre o sed, si tensamos la mandíbula o los dedos de los pies, si estamos nerviosos, cansados…

Reconoceremos también el apoyo en la tierra y nuestro centro de gravedad, el espacio y el momento del día en que nos encontramos. Este punto de partida abre la puerta al conocimiento del ahora que es el momento más importante de nuestras vidas, en y desde el cual se practica el autoshiatsu.

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Despeja y descansa la cabeza

  1. Lleva las puntas de los dedos índice, medio y anular a la parte alta de la mandíbula, delante del orificio de la oreja. Si abres y cierras la mandíbula notarás que se abren tres entradas en las que encajan los dedos.
  2. Quédate sobre los puntos durante diez respiraciones. Haz una pausa y repite.

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Elimina la tensión del cuello

  1. El punto está en la parte superior del trapecio cercano al cuello. Lleva los pulgares sobre ese punto y deja el peso de la mano.
  2. La cabeza alineada con los hombros y los pulgares en la horizontal.
  3. Respira tres veces, baja brazos y manos a los costados y siente su peso. Repite dos veces.

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Alivia la espalda

  1. Levanta la cadera hasta que puedas deslizar las manos bajo la espalda y pon los nudillos a izquierda y derecha de la columna vertebral, bajo la musculatura.
  2. En esta posición ve dejando caer el peso del tronco paulatinamente hacia el suelo. Respira tres veces en esta posición.

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Ayuda a tu cuerpo a digerir

  1. Siéntate como en la foto. La mano derecha se apoya sobre la pierna derecha, y la izquierda encima, en sentido contrario.
  2. Deja caer tu peso sobre las manos, sin subir los hombros y estirando la columna. No presiones, simplemente apoya el peso del cuerpo a través de las manos.
  3. Recorre el muslo con las manos. Repite tres veces y cambia de lado.

Estás en el meridiano del bazo, el que apoya las funciones de transporte, de digestión y de transformación.

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Potencia tu bienestar general

  1. Siéntate en el suelo con una rodilla flexionada, como en la foto, y apoya el antebrazo izquierdo sobre esa pierna, sobre el muslo. Puedes sentarte también frente a una mesa y apoyarte en ella.
  2. El punto buscado se halla a una distancia de tres dedos por debajo del pliegue del codo izquierdo.
  3. Coloca delicadamente el codo derecho sobre este punto llevando el tronco hacia delante. Según lo sensible que sientas la zona, deja caer el peso del cuerpo más o menos paulatinamente.

Estás actuando sobre el punto que se ocupa del bienestar general físico, emocional y mental. 

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Consigue una respiración más vital

  1. Coloca las puntas de los dedos, excepto el pulgar, sobre los huecos que forman el cruce del esternón y las costillas en el centro del pecho. Toma contacto suavemente.
  2. Lleva el pecho después ligeramente hacia delante con la inspiración y, al mismo tiempo, los dedos gradualmente contra el pecho.
  3. Desde estos puntos desliza lentamente las puntas de los dedos hacia fuera siguiendo las costillas hasta llegar a los huecos intercostales superiores. Coloca ahí las puntas de los dedos.
  4. Repite, descansa y deja que llegue el bostezo.

 Por aquí circula el meridiano del pulmón, que da vitalidad y es responsable de los intercambios en la vida.