El sistema digestivo es como una cadena de montaje cuya función principal es la de preparar los alimentos ingeridos, transformarlos, absorber sus nutrientes y eliminar los residuos. Si tomas conciencia de su funcionamiento, su posible influencia sobre tu postura corporal y practicas algunos ejercicios para mejorar la digestión, el trabajo en esta cadena de montaje discurrirá con fluidez. Estos consejos de Xavier Julià Eggert te resultarán muy útiles para lograrlo.
Por Xavier Julià Eggert
El proceso de la digestión se sucede a lo largo de un tubo de unos siete metros de longitud. Está regulado por los sistemas nervioso central, autónomo y entérico (propio del sistema digestivo) y en él participan a la vez neurotransmisores, hormonas y enzimas.
Cada víscera del sistema digestivo tiene un movimiento pasivo gracias a la contracción del diafragma y a los movimientos que generamos al movernos. Además, el tubo digestivo posee un movimiento activo ondulatorio y otro de doble dirección para que el bolo alimenticio avance y se mezcle bien.
También tiene lugar un movimiento intrínseco. Según los osteópatas franceses Jean-Pierre Barral y Alain Croibier, este movimiento se genera en relación al eje central del cuerpo, con un posible origen en la evolución embrionaria; o bien, según otros autores, se trata del "movimiento respiratorio primario", entendido en un sentido amplio, que parte de un impulso craneal.
La relación de movimiento o en su caso de restricción que se establece entre el "contenido" –las vísceras– y el "continente" –las estructuras que las delimitan– será determinante para un adecuado equilibrio postural.
Prepárate antes de comer
Cuando te sientes a la mesa toma conciencia de tu postura sentada. Como si fuese una hoja mecida por el viento, mueve tu cuerpo en todas las direcciones del espacio. Detén el movimiento y con una inhalación siente la elongación, desde el paladar hasta el ano, de todo el tubo digestivo.
Retén ligeramente la respiración y suelta toda la tensión residual del cuerpo al exhalar. Abre y cierra la mandíbula varias veces para sentir el tono de su musculatura. Localiza las zonas más tensas próximas a su articulación y fricciónalas.
Gesticula con la boca y bosteza si sientes la necesidad. Mueve la lengua de manera relajada en todas las direcciones posibles. Recorre con la punta la parte interna y externa de los dientes.
Traga saliva. Notarás que esta acción te ayuda a producir saliva; retenla unos momentos en la boca y deglutiendo progresivamente. Toma conciencia de los pequeños movimientos que generas y conecta con estas sensaciones durante la comida.
Escucha a tu cuerpo e intenta percibir si ciertos alimentos o la combinación de los mismos te hinchan, producen pesadez o desregulan el ritmo de tus deposiciones o su calidad.
Otras ayudas para el sistema digestivo
Cuando tengas la necesidad de ir al baño, permite que el cuerpo elimine los residuos lo antes posible.
Durante el día, camina todo lo posible con pasos largos para crear un movimiento contralateral fluido entre brazos y piernas. Imagina a la vez el centro de tu cuerpo, la zona abdominal, como una toalla que exprimes gracias al movimiento en espiral que puedes generar con este movimiento contralateral. Esta acción te ayudará a estimular el peristaltismo.
Dado que por las noches no tenemos una necesidad energética tan importante como durante el día, intenta cenar una proporción mayor de proteínas que de hidratos de carbono y digerirás mejor.