Ser vegano no garantiza alimentarse bien. Si, por ejemplo, en invierno comes grandes cantidades de frutas, zumos y ensaladas estarás enfriando y debilitando tu aparato digestivo, el "caldero" que siempre deberías tener templado porque ahí se realiza la digestión y se desarrolla una microbiota vital para tus defensas.

Para que la comida cumpla una función terapéutica y energética debe adaptarse en todo momento a tu estado de salud, tu estado vital y las estaciones. Es lo que propone la medicina tradicional china y lo que ha inspirado a la nutricionista energética Silvia Riolobos a la hora de escribir su libro Simplemente Sano (Lunwerg editores). El libro incluye más de cien recetas fáciles de temporada, veganas y sin gluten.

La energía de las estaciones

"Hoy se han traspasado las barreras de la temporalidad y la cercanía, por eso hay que volver a comer los alimentos que necesitamos, que son los que nos da la naturaleza en cada estación y en cada lugar para adaptarnos al entorno", explica esta experta por la ESMTC (Fundación Europea de Medicina Tradicional China).

Pero en un mundo globalizado, consumimos al dictado de las modas, las tendencias alimentarias y por capricho alimentos de otros lugares del mundo que no se encuentran en nuestra memoria genética y a menudo están fuera de estación. Uno sería el coco, cuya grasa saludable es sin embargo fría. Por eso no tiene sentido en invierno. Tampoco el plátanoporque viene de un clima cálido y en invierno no ayuda con la mucosidad. "Si al consumirlo no tenemos los mismos grados que en su país de origen, no es apropiado comerlo", resume la autora.

Descubre la mejor dieta del verano

LECTURA RECOMENDADA

El secreto de la dieta de verano

Prioridad a lo de hoy y aquí

No es cuestión de renunciara joyas y reservorios nutricionales como la quinoa o el teff porque, si miramos atrás, también las patatas (peruanas) o la chufa (china y un tesoro para desbloquear el hígado) no nacieron en casa. Pero sí hay que tener en cuenta que no están en nuestra herencia más cercana, así que hay que saber cómo, en qué dosis y cuándo consumir estos nuevos productos y adaptarlos a nuestra dieta mediterránea.

Lo mejor es dar prioridad a los productos locales, recuperar potajes, estofados, cereales enteros y legumbres, como las judías arriñonadas (propicias en esta estación), y recetas estacionales autóctonas que podemos adaptar a las bases de la medicina tradicional china.

Órganos del invierno

Según esta medicina milenaria, el riñón y la vejiga son los órganos del invierno y su elemento, el agua y todo lo relacionado con su metabolismo. Por eso sopas, caldos y cremas nos vienen como anillo al dedo. Una buena noticia es que durante estos meses nuestro cuerpo asimila mejor los nutrientes.

Podemos enriquecer estos platos líquidos y calientes con ingredientes nutritivos y valiosos para nuestro sistema inmunitario como las setas reishi, que nos llegarán como un tónico a través del torrente sanguíneo.

También nos servirán para mantenernos hidratados las infusiones: de escaramujo, tomillo, saúco, equinácea, salvia, té bancha, kukicha o malva, rica en mucílagos y por tanto para fortalecer la mucosa contra los constipados. Además, el negro es el color relacionado con el agua, por lo que nos ayudarán a tonificar la energía de los riñones el alga nori y el sésamo, la quinoa y las judías negras.

Auténticas medicinas

Si no hemos conseguido restablecer en otoño los pulmones, que se habían ido enfriando en verano con ensaladas fresquitas, frutas, zumos y helados, en invierno tendremos en la almendra una eficaz fuente para descongestionarlos de mucosidad y evitar los constipados y la tristeza, asociada a este órgano cuando está en desequilibrio.

Pero también la pera es "una auténtica medicina de temporada" para este fin, explica Silvia. Suma además la avena,"un gran básico cotidiano" por sus proteínas, su interesante fibra, su capacidad de regular los niveles de colesterol y el equilibrio que ofrece a nivel inmunológico. Y cuenta también con la tapioca en polvo en cremas: resulta un gran bálsamo para calmar la inflamación de la mucosa intestinal.

El fuego del caldero

Nuestro caldero interno requiere, en cada estación, que consumamos los alimentos a una determinada temperatura. Esto lo explica muy bien el Ayurveda. "Hay quien se pasa de fuego y eso tampoco es bueno", comenta la experta. ¿Qué puede alertarnos de que estamos bajos de fuego interno? El cansancio por la mañana, el frío en los riñones, sentir miedos, inseguridad, tener digestiones lentas o la retención de líquidos.

Trucos culinarios para mantener el fuego vivo son:

  • Consumir pequeñas dosis del sabor salado (compuesto de agua y fuego) para fortalecer la digestión y el flujo de energía.
  • Las cocciones largas, lentas y con poca agua, así como los horneados.
  • Condimentos como el tamari, el miso, la ciruela umeboshi, las algas, hortalizas de temporada (coles, por ejemplo) y cereales en grano.

Enzimas, en su justa medida

En invierno la nutrición energética aconsejareducir las ensaladas y verduras crudas, al igual que las frutas tropicales, porque bajan la temperatura interior. Con un consumo puntual es suficiente. En su lugar podemos recurrir a las enzimas de los encurtidos y fermentados, como el chucrut. Son buenos para reforzar también la flora intestinal y se sumarán a las enzimas acumuladas en las estaciones anteriores.

"A veces por comer enzimas se sacrifica el calor interno que necesita nuestro caldero, cuando es la relación calor-frío la que marca nuestra salud. Las enzimas son importantes pero, si nuestro aparato digestivo funciona bien, podemos beneficiarnos durante los meses fríos de alimentos cocinados al vapor o marcados ligeramente, como unos cogollos de lechuga a la pancha", explica la nutricionista.

Órganos hiperconectados

Pero también nuestro agitado estilo de vida y la luz azul de las pantallas nos contraen el hígado (órgano diana en primavera), lo que debilita el flujo normal de sangre y su hidratación, y nos produce trastornos como el insomnio, problemas en la vista o dolores menstruales. Un buen antídoto son los zumos con zanahoria y manzana, la horchata y la polenta.

También los riñonesse sobrecargan con el exceso de conexión ya que "vivimos en una sociedad que fuerza el sistema simpático". ¿Y habría que limpiar estos órganos en invierno? Mejor que no. "En invierno hay que coger y llenar la despensa con nutrientes que pueden contener los caldos, auténticas medicinas. Es todo lo contrario a la primavera, una estación con energía ascendente y hacia fuera, donde nos libramos de toda la toxicidad y las grasas acumuladas", afirma.