María Ibáñez y Jesús Jiménez son pareja en lo personal y lo profesional. Él estudió psicología clínica y educativa e investigó a fondo durante años en terapias alternativas y en diferentes corrientes de la psicología. Ella, enfermera y psicoterapeuta, se ha dedicado durante años al estudio de la psique y del comportamiento humano.

En 1998 abrieron un centro de psicología en Madrid y ahora cuentan con otro en Huesca. Explican sus conocimientos en libros y conferencias con mucho éxito. Su enfoque, claro y directo, nos enseña a poner nuestra mente en orden a través del autoconocimiento. Así lo cuentan en su libro Aprende a resolver lo que te hace sufrir, publicado por La esfera de los libros.

María Ibáñez y Jesús Jiménez: "Tenemos que indagar en la causa del sufrimiento sin culparnos"

–Ustedes afirman que todo sufrimiento tiene una solución si se entiende su verdadera causa, pero, ¿cómo podemos llegar a la raíz de los problemas si no sabemos de dónde vienen?
María: Para llegar a la raíz de lo que a uno le pasa lo primero es no culpar a nadie ni culparse a sí mismo, porque en el momento que uno culpa cierra el proceso de investigación. Por lo tanto, lo primero es ver la realidad. Si por ejemplo a una persona la echan del trabajo y se angustia, eso es una realidad. La han echado y es algo que no se puede obviar, pero luego tiene que investigar cuál es la causa de esa angustia que está emergiendo. El detonante ha sido que la han echado del trabajo, pero la causa tiene que estar dentro de ella y tiene que indagar sin culparse, tanto racional como emocionalmente. Podrá darse cuenta que a lo mejor tiene miedo a no encontrar trabajo, o que se siente incapaz, o que tiene miedo al futuro económico…Tiene que buscar la causa dentro de sí misma.

–¿Y cómo podemos indagar, de qué manera?
Jesús: Nosotros en el libro hablamos, por ejemplo, de lo que no funciona, y eso también es muy importante dejar de hacerlo. Decía María dejar de culpar, pero hay muchas otras cosas que no funcionan, como evadirse o creer que cambiando el comportamiento vas a cambiar algo interno. A medida que uno va dejando de hacer lo que no funciona, se va enfocando en la dirección correcta. Indagar en la causa no es llegar a una explicación de la causa, sino llegar a la causa misma.

Por ejemplo, siguiendo el ejemplo de la persona a la que echan del trabajo. Si la echan del trabajo y tiene miedo al futuro, ahora ya sabe que tiene miedo al futuro, pero eso no le cambia ese miedo, sino que tiene que enfrentarse con ese miedo, indagar en él e ir descubriendo por qué tiene miedo al futuro. O a lo mejor tiene miedo a la escasez económica y al desprecio, pues lo siguiente sería enfrentarse con ese temor sintiéndolo, ahondando en él. No es dar una explicación a la causa, sino llegar a la causa misma psicológicamente.

–Y cuando llegas a la causa, ¿qué haces con eso?
María: Fíjate que llegar a la causa es entenderla racional y emocionalmente, entonces en ese momento la causa desaparece, porque la mente es información. El problema de la sociedad actual es que manejamos mucho la parte racional, pero muy poco la emocional. Se habla de ella pero no se sabe utilizar. Cuando uno entiende la verdadera razón, la causa se resuelve. Llegar a la causa es resolverla.

–¿Cómo podemos sanar una mente que se autosabotea con ese diablillo que continuamente (más en unas personas que en otras) está continuamente funcionando en contra?
Jesús: Ahí lo primero sería no pensar que uno se sabotea porque nadie quiere sufrir, pero si oyes esa voz interior que te pone pegas o te dice que no vas a poder, lo que hay que descubrir es por qué está ahí, qué le pasa a esa parte de ti que te dice que no cuando quieres intentar algo. Probablemente es un temor que tú no quieres ver o que no sabes resolver, entonces hay una reacción interna entre lo que tú quieres hacer por encima de tus temores.

María: No hay que luchar contra esa voz interior, sino que hay que entender por qué está ahí y qué le pasa. Normalmente, esa voz interior, que es de autocrítica, de exigencia, nace del miedo a no salir adelante, del miedo a no ser perfecto, a la crítica, a la comparación. No hay que luchar con ella, sino que hay que resolver esos temores que hacen que tu mente hable y que te sabotee.

"No basta solo con pensar, hay que sentir el miedo, hay que investigarlo, hay que explorarlo. Hay que entenderlo sintiéndolo"

–¿Y cómo lo haces para liberar esos miedos?
–María: Una de las cosas que hay que aprender es a no tener prisa por liberar el miedo, porque entonces lo vas a reprimir. Lo que hay que hacer es tener curiosidad por entenderlo. Si tienes una voz, que la mayoría de gente la tiene, de autoexigencia y de autocrítica, obviamente que hay un miedo a hacer las cosas mal, a no ser perfecto; es un miedo a que los demás te critiquen, te juzguen. Hay un temor al rechazo de los demás. Esto lo puedes deducir con la lógica, pero luego hay que ir a la parte emocional. El miedo es una emoción y se compone de pensamientos y de emoción; entonces, no basta solo con pensar, hay que sentir el miedo, hay que investigarlo, hay que explorarlo. Hay que entenderlo sintiéndolo.

–¿Como podemos descondicionarnos y liberarnos de las ideas erróneas que esclavizan nuestra mente?
María: Lo primero, viendo lo que es falso como falso, no engañarse, porque hay mucho autoengaño. Por ejemplo, hay mucha gente que busca estar bien, estar feliz. Buscando estar feliz puedes caer en las drogas, en el alcohol, en evadirte de mil maneras…No se puede buscar ser feliz, lo que se puede es buscar entender los conflictos y cuando uno va entendiendo los conflictos y los va resolviendo, la mente se va ordenando, y eso produce verdadera felicidad, pero no al revés, no buscar estar bien, ser maravilloso, sino buscar los problemas para ir entendiéndolos.

La mente está en un proceso evolutivo donde la evolución pasa por entender los propios problemas. Uno no se debe enfocar en caerle bien a alguien, sino más bien sería: voy a ver si veo qué me hace temer no caerle bien a esa persona. Tengo miedo a caerle mal, tengo miedo a la soledad…sería un abordaje al revés de lo que la sociedad suele hacer, que es buscar estar bien. En lugar de eso hay buscar resolver lo que está mal. Pero no solo racionalmente, sino también a través de la inteligencia, que va junto a la emoción.

–¿A qué se refiere?
María: La inteligencia no es ni racional ni emocional, ahora está muy de moda lo de la inteligencia emocional, las inteligencias múltiples… La inteligencia es una, es la capacidad de ver la realidad tal y como es. Cuando la mente comprende lo que le está pasando, no solo con el pensamiento, sino sintiéndolo, percibiéndolo más profundamente, ahí cambia. Suponte que alguien quiere aprender a nadar porque se le ha caído el reloj o el móvil dentro la piscina, empieza a razonar: hay que flotar, hay que propulsarse, hay que mantener la respiración, vamos a ver cuáles son las mejores maneras de aguantar la respiración…pero luego no se mete en el agua… Y eso es lo que está pasando. Se racionaliza mucho, se habla y todo eso no funciona a largo plazo. Falta resolver la parte emocional.

–¿Y cómo se puede hacer eso?
María: Entendiendo la mente y sintiéndola. La mente tiene muchos instrumentos. Por ejemplo, para clavar un clavo, un martillo es magnífico, pero el martillo, para comer sopa, no sirve para nada. Para entender, reflexionar, comprender, está muy bien la razón, el pensamiento…pero para abordar una emoción, el pensamiento no es útil. La emoción hay que explorarla a través del sentir, a través de la atención a la emoción. No esperar a que se vaya, sino atenderla.

"No se trata de calmar la emoción, sino al revés, prestarle atención para que aumente y perderle el miedo"

–¿Como en meditación?
Jesús: En meditación lo que se busca es calmar la mente. En mindfulness e incluso en focusing se habla de sentir y de mantener la calma o la serenidad, la ecuanimidad. Nosotros lo que decimos es: tú tienes que prestar atención, no dejar que eso te desborde. Aprender a sentirlo, pero si estás nervioso, estando nervioso, si estás angustiado, estando angustiado; si tienes miedo, pues con miedo.

María: No se trata de calmar la emoción, sino al revés, prestarle atención para que aumente y perderle el miedo.

–Ustedes proponen el camino de la sencillez para ser más felices. ¿En qué consiste?
María: En no buscar ser especial, porque todo el mundo es especial; en no buscar ser perfecto, sino en buscar las imperfecciones para resolverlas; en dejar de competir, porque la competitividad y la comparación nacen del miedo a sentirse inferior. En lugar de competir, explorar el miedo a sentirse inferior y resolverlo. No buscar llegar a ser más y mejor que nadie sino ir con sencillez resolviendo los problemas personales. Porque cuando uno va resolviendo los problemas personales eso ayuda al mundo. No podemos pretender que el mundo cambie sin cambiar nosotros.

–¿Qué claves darían a la gente de la calle en este mundo apresurado y que analiza poco para tener una vida más plena?
María: Una de ellas es que observen cuánto tiempo dedican a los demás, a la vida, a sobrevivir, al trabajo y cuánto tiempo se dedican a sí mismos. Verán que hay muy poco tiempo para explorar lo que se siente, para estar por uno mismo, por lo que se piensa… Entonces, en principio, que se dediquen más tiempo a sí mismos, y luego, que no huyan de lo que les hace sufrir, sino que le presten atención a ese sentimiento, que lo exploren, porque cuando uno sufre y escapa a ese sufrimiento, el sufrimiento aumenta. En lugar de eso, que no se culpen, que presten atención a todo aquello que les hace sufrir para poderlo entender y resolver.

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