Los minerales son componentes de nuestro cuerpo que intervienen decisivamente en sus procesos vitales, ya sea de modo directo o catalizando reacciones metabólicas. Algunos se hallan en cantidades relativamente importantes, como es el caso del calcio, el fósforo, el sodio, el potasio o el azufre.

Otros solo se encuentran en cantidades muy reducidas (menos del 0,05%) y por esa razón son denominados oligoelementos: hierro, silicio, vanadio, bromo, molibdeno, yodo, cobalto, níquel, cobre, cinc...

La función de los oligoelementos en el organismo

Cada uno de estos elementos debe encontrarse en el organismo en una determinada concentración. Excesos o carencias provocan desequilibrios capaces de crear disfunciones orgánicas.

Uno de los primeros científicos que estudió la importancia del equilibrio mineral hace más de cien años fue el francés Gabriel Bertrand. Aportó pruebas, por ejemplo, de que las algas no pueden desarrollarse adecuadamente sin la presencia de manganeso, al igual que sucede con las manzanas en terrenos pobres en boro.

La aplicación en seres humanos comenzó a concretarse, sin embargo, a través de los trabajos del doctor Jacques Ménétrier, en los años cincuenta del pasado siglo, demostró que toda carencia en oligoelementos puede comportar alteraciones de la salud.

De ahí surgió la idea de administrar pequeñas dosis de estos para reequilibrar el organismo, lo que dio inicio a la oligoterapia.

Utilizada de forma empírica al comienzo, la oligoterapia ha ido enriqueciéndose lentamente con nuevas investigaciones que han determinado la mejor dosificación para la mayoría de los oligoelementos, así como sus efectos positivos.

A pesar de todo, a los oligoelementos no se les da la importancia que se merecen. Los estudios actuales se centran sobre todo en las vitaminas, cuando es un hecho comprobado que las deficiencias minerales son más usuales que las vitamínicas.

Cómo saber si nos faltan minerales u oligoelementos

Los oligoelementos son indispensables para llevar a cabo las reacciones bioquímicas de la vida. Para medir sus carencias se pueden analizar distintas partes del cuerpo:

  1. Uñas. Las uñas son capaces de reflejar trastornos de salud en otras zonas del organismo. Por esta razón hay que estar atentos a sus posibles cambios morfológicos. Para estudiar su estado hay que cortar y analizar un fragmento que sobresalga. Como la uña tarda de 5 a 6 meses en llegar desde su origen al borde del dedo, nos puede indicar el estado mineral tal y como era esos meses atrás y también sus modificaciones posteriores.
  2. Sangre. Los análisis de sangre reflejan la cantidad de oligoelementos en el momento de la extracción. Hay que tener en cuenta, por otra parte, las variaciones debidas a la alimentación, el ejercicio físico, etc., que puedan modificar y alterar los resultados.
  3. Orina. Refleja únicamente el grado de eliminación de determinados minerales, que si es anormalmente elevado puede explicar el origen de una carencia o bien de un exceso que debe compensarse. Es uno de los análisis más sencillos de realizar y de diagnóstico más rápido.
  4. Cabello. El cabello es un filamento de naturaleza córnea con propiedades excretoras para los minerales, incluidos los tóxicos. El mineralograma del cabello es uno de los más precisos y es utilizado en la medicina legal para el diagnóstico y la localización de sustancias, ya que parte de ellas son absorbidas por el cabello. El cabello crece de media 1 cm al mes y, examinándolo de la raíz a la punta, indica una relación bastante precisa del estado mineral del organismo en los meses recientes.

¿Necesito tomar oligoelementos?

Podría objetarse que los oligoelementos, justamente por ser necesarios en dosis tan pequeñas, estarán presentes en una alimentación variada. Pero lo cierto es que, aun así, es posible sufrir importantes carencias. Esto puede deberse a diferentes situaciones:

  • Cuando no se ingieren suficientes oligoelementos: Esto puede ser debido a la pobreza de las tierras de cultivo en determinados minerales, al refinado y manipulación de los alimentos por la industria, o bien porque el intestino tenga trastornos de absorción debido a componentes de los alimentos o a determinados fármacos.
  • Cuando se agotan las reservas minerales del cuerpo: Hay situaciones en las que el organismo consume más oligoelementos y se requiere un mayor aporte, como en caso de estrés físico o emocional, contaminación ambiental, tabaquismo, alcoholismo, lactancia, esfuerzo físico intenso, enfermedades...
  • En etapas de la vida en que se requieren mayores cantidades: Las personas ancianas, las embarazadas, los niños y los adolescentes tienen asimismo mayores necesidades.

Dónde se encuentran los oligoelementos

Los oligoelementos se encuentran en alimentos muy diversos. Pero en el caso de su utilización terapéutica podemos adquirirlos en dietéticas y farmacias en forma de suplementos dietéticos.

La oligoterapia catalítica suele emplear la forma líquida mediante ampollitas bebibles que conviene mantener de uno a dos minutos en la boca para su absorción a través de la mucosa oral. Los complementos nutricionales, por su parte, suelen presentarse en cápsulas o comprimidos que se ingieren.

Cuáles son los principales oligoelementos

Los oligoelementos contribuyen a la asimilación y el metabolismo de los alimentos, intervienen en la renovación de los tejidos, en el refuerzo de las defensas del sistema inmunitario y ayudan a reducir las reacciones alérgicas, potenciando el equilibrio del organismo.

Su función principal es facilitar el trabajo de las enzimas encargadas de realizar las funciones químicas del organismo.

Los principales oligoelementos son:

  • Zinc. Refuerza las defensas orgánicas. En los bebés condiciona la actividad de la glándula timo. Es necesario para la cicatrización de las heridas y regula la actividad de la próstata, así como la formación del ADN. Presente en la levadura de cerveza, cereales, cebolla, es útil para tratar la disminución de las defensas, los trastornos del crecimiento en niños y de la sexualidad en adultos.
  • Cobalto. Es un componente esencial de la vitamina B12, que interviene en la producción de glóbulos rojos y la absorción de yodo por la glándula tiroides, y regula el tono del sistema simpático. Se encuentra en los cereales y está indicado para trastornos circulatorios periféricos y ciertas anemias.
  • Cobre. Activa múltiples sistemas enzimáticos, participa en la formación de glóbulos rojos, estimula el sistema inmunitario, interviene en la síntesis de la hemoglobina y en la formación ósea. Posee un elevado poder antiinflamatorio y resulta beneficioso en los resfriados gripes, sinusitis, cistitis y anemia. Cereales, melocotón, frutos secos y leguminosas son ricos en este oligoelemento.
  • Cromo. Es indispensable para la utilización de la insulina secretada por el páncreas, por lo que aumenta el metabolismo de los carbohidratos. Favorece a nivel hepático el colesterol HDL (colesterol bueno). Se encuentra en cereales germinados, levadura de cerveza, pan integral. Está indicado para estados prediabéticos y ateroesclerosis.
  • Flúor. Participa en la formación del esmalte dentario y de los huesos, y en los intercambios metabólicos con otros minerales como calcio y magnesio. Debe evitarse su exceso y está presente en aguas minerales o infusión de té. Contribuye a combatir la caries, la osteoporosis y la laxitud ligamentaria.
  • Manganeso. Activa numerosos procesos enzimáticos. Interviene en la formación de huesos y cartílagos, ayuda al páncreas y a la glándula tiroides en sus funciones y actúa como estimulante general y antialérgico. Son ricos en manganeso los copos de avena, las leguminosas, la soja y los frutos secos. Resulta beneficioso para el reumatismo, la rinitis, el asma y la fatiga; también es efectivo para reducir el estrés y el nerviosismo.
  • Molibdeno. Favorece la absorción del hierro y la utilización del flúor en el organismo, disminuye la concentración de ácido úrico y contribuye a la formación de células cutáneas. Se encuentra en las leguminosas y los cereales y está indicado para la prevención de la gota y el envejecimiento prematuro.
  • Níquel. Interviene en la formación de la insulina, contribuye a la prevención de la diabetes, favorece la absorción del hierro, disminuye la acción de la adrenalina (la hormona del estrés) y se indica para los trastornos prediabéticos. Su presencia es abundante en cereales, germen de trigo, frutos secos, chocolate, ajo, cebolla.
  • Selenio. Su carencia se relaciona con trastornos cardíacos y musculares. Interviene en la prevención del cáncer, actúa en la neutralización de los radicales libres y ayuda al hígado en su función depurativa. Son fuentes de selenio la levadura de cerveza, el germen de trigo, el ajo, la cebolla y la col. Combate la arteriosclerosis y el envejecimiento prematuro.
  • Silicio. Fortalece los huesos, uñas y cabello, ayuda a fijar el calcio, activa diversas secreciones hormonales, sobre todo en la infancia, protege la piel y contribuye al buen estado del sistema inmunitario. Los cereales integrales y las verduras son ricos en este oligoelemento, beneficioso para la arteriosclerosis, la osteoporosis, la gota o la consolidación de fracturas óseas.
  • Vanadio. Ayuda en la mineralización de huesos y dientes y es beneficioso para luchar contra el exceso de colesterol y la arteriosclerosis. Se encuentra en los cereales.
  • Yodo. Indispensable para la secreción hormonal de la glándula tiroides. Su deficiencia puede suponer hipotiroidismo, bocio, aumento de peso y disminución de las facultades intelectuales. Se encuentra en las algas, y sal marina. Ayuda en los retrasos de crecimiento, ciertas obesidades y en la prevención de la gota.

Diferentes maneras de usar los oligoelementos

Según la dosificación y su forma de administración, se distinguen tres modalidades de aplicación de la oligoterapia: catalítica, nutricional y farmacológica.

1. Oligoterapia catalítica o reactiva

Fundada por el doctor Jacques Ménétrier (1908-1986), se basa en la noción de "diátesis" y en la prescripción de oligoelementos a muy pequeñas dosis: del orden de una millonésima de gramo. No es preciso que exista un déficit nutricional de estos minerales, lo que se busca es activar diversos procesos biológicos con el fin de equilibrar al organismo que presenta determinada patología.

Se administran en forma líquida (iónica), y son absorbidos principalmente a través de la mucosa bucal (vía perlingual o bajo la lengua).

Existen presentaciones unitarias en ampollitas (por ejemplo, cobre, útil contra la gripe y la virasis), o combinadas (por ejemplo, manganeso-cobalto, eficaz para problemas venosos o alteraciones de la menopausia).

2. Oligoterapia nutricional

Desarrollada a partir de los años 50 del pasado siglo, se fundamenta en el concepto de la cantidad diaria recomendada (CDR), con el objetivo de evitar carencias alimentarias. Las dosis prescritas suelen ser en miligramos y se presentan normalmente en forma de comprimidos o cápsulas.

3. Oligoterapia farmacológica

Aparecida en los años 60, utiliza los minerales como medicamentos en dosis superiores a los aportes nutricionales recomendados, con el fin de tratar enfermedades concretas (por ejemplo, flúor para la osteoporosis). Las dosis prescritas superan el miligramo, teniendo como límite el umbral de toxicidad, pues recordemos que todos los oligoelementos sobredosificados pueden ser tóxicos o alterar la acción de otros minerales o vitaminas.

Las dosificaciones empleadas en la nutrición ortomolecular se situarían dentro de la oligoterapia nutricional o la farmacológica, según la cantidad recetada.