Durante miles de años, las fibras naturales han cubierto nuestros cuerpos y nuestros hogares y no ha sido hasta hace apenas dos siglos que las fibras sintéticas procedentes de la petroquímica y el fast fashion han copado el mercado de los textiles.

El lino, el algodón orgánico, la lana o la seda pueden parecer en la actualidad algo minoritario, pero sus ventajas medioambientales y de salud dérmica y térmica las sigue convirtiendo en las telas de preferencia para una casa sana.

Las fibras naturales son una alternativa sostenible y saludable a las sintéticas, sobre todo si son ecológicas, sin sustancias tóxicas.

Como pasamos casi un tercio de nuestra vida en la cama durmiendo, la elección del colchón y de la ropa de cama debería ser una decisión de primer orden y una inversión en salud. Dicen los expertos que, en un mundo tan contaminado y estresante como el de hoy, es el ámbito en el que más necesitamos volver a lo natural.

Las fibras naturales son una alternativa sostenible y saludable a las sintéticas, sobre todo si son ecológicas, sin sustancias tóxicas. Cortinas, sábanas y ropa de cama de algodón orgánico o de lino, toallas de algodón eco, mantas y alfombras de lana, cojines de seda u otras fibras vegetales… Hay muchas opciones para disfrutar en casa de un ambiente cómodo y saludable.

Por qué elegir fibras naturales

Los tejidos sintéticos y modernos (rayón, náilon, poliéster, acrílicos, poliamidas, licra, acetato, triacetato…) han ido relegando a los naturales. Aunque se trata de fibras livianas, duraderas, que no se arrugan, no necesitan planchado y son resistentes a las manchas (y hasta antipolillas) presentan muchos inconvenientes:

  • No transpiran bien; no son frescas y contribuyen a olores desagradables.
  • Son malas conductoras de la electricidad y generan cargas electroestáticas al roce o fricción.
  • Pueden resultar ásperas al tacto y algunos tejidos son altamente inflamables.
  • No son nada ecológicos. Medioambientalmente hablando, su fabricación es contaminante. Y todos esos productos baratos de gran consumo acabarán en vertederos textiles, donde tardarán cientos de años en desintegrarse.
  • Afectan a la salud. Los tejidos con base de poliéster, que se presentan bajo variados nombres como tergal, además de generar electricidad estática, pueden provocar en personas sensibles picor, enrojecimiento, irritación de mucosas y problemas respiratorios. Esto se agrava en personas con alergias o sensibilidad química múltiple y que no toleran lo sintético.

En contraposición a estas fibras sintéticas, las fibras naturales destacan por aportar bienestar al organismo. No solo son cómodas y suaves al tacto; son transpirables debido a su porosidad natural. Esto ayuda a regular la humedad corporal y absorber el sudor, lo que favorece la comodidad. Regulan también la temperatura corporal, manteniendo el cuerpo más caliente en épocas de frío. Además, si no han recibido tratamiento con tóxicos durante su cultivo y procesado, destacan por sus propiedades hipoalergénicas y no resultan irritantes para la piel.

Aunque las más conocidas sean el lino, el algodón, la lana y la seda, existen muchas otras fibras naturales: cáñamo, ramio (fibra vegetal asiática parecida al lino), bambú, maíz, fibras de celulosa (como el lyocel o el tencel), el kapopk (fibra vegetal de un árbol sudamericano) o la fibra de la cáscara del coco, que permite realizar una tela fuerte, rústica y exótica a la vez.

Más allá de modas pasajeras, los tejidos naturales conviven con nosotros desde el principio de los tiempos y sus ventajas son atemporales. Fijémonos en los cuatro más habituales.

1. Lino, el más ecológico

Con mucha historia. Es la fibra de origen vegetal más antigua. Ha vestido tanto a sabios y faraones como a las clases más humildes y hasta hace apenas 200 años casi todas las aldeas de Europa eran autosuficientes en lino. Era la ropa popular. De lino son también los lienzos y aceites de las pinturas de los grandes genios de la pintura. Sus beneficios son múltiples:

  • Excelente para dormir. El lino absorbe muy bien la humedad y regula la temperatura corporal (en invierno te mantiene caliente y en verano fresquito), lo que ofrece al cuerpo un sueño más reparador.
  • Muy resistente. Además es muy duradero (más que el algodón) y resistente al paso del tiempo.
  • Biodegradable. Es un tejido natural 100%, biodegradable, reciclable y uno de los más ecológicos y sostenibles en su cultivo, recolección y fabricación. Es una planta autóctona, no agota los recursos de la tierra, no genera parásitos y no atrae plagas. Tampoco necesita para su desarrollo abonos, plaguicidas ni pesticidas. Y consume menos agua que el algodón.

Cómo cuidar el lino

Para que tus tejidos de lino pasen de generación en generación en tu familia:

  1. Al adquirir un nuevo producto de lino 100%, sepáralo de otras prendas en los primeros lavados, y separa también claros y oscuros
  2. El lino se puede lavar a mano, pero de forma suave: sin detergentes agresivos ni blanqueantes y sin torcerlo, para que no se deforme. No lo estrujes mucho para escurrirlo.
  3. Dejar secar el lino en un tendedero sin que le dé el sol directo para que mantenga la firmeza y no pierda color. Si es lino blanco, el aire ayuda a conservar el color.
  4. Los linos de calidad no necesitan plancha porque tienen una arruga natural muy estética. Lo mejor es tender la prenda muy bien para que se seque sin apenas arrugas.
  5. Se puede planchar con la función lino y algo húmedo.

2. Algodón orgánico

El algodón orgánico es respetuoso con la naturaleza y resulta una opción ideal por múltiples razones:

  • Está especialmente indicado para prendas que entran en contacto con la piel, porque transpira y aporta suavidad y comodidad.
  • Es resistente, fácil de teñir, no produce alergias y resiste mejor que la lana la acción de la polilla.
  • Cultivo respetuoso. Su cultivo se realiza de forma armoniosa y natural rotándolos para evitar el desequilibrio del suelo.
  • No se utilizan transgénicos ni fertilizantes químicos.

3. Lana sostenible

La lana es una fibra natural con una enorme capacidad de absorber la humedad, ofrece un excelente aislamiento tanto del calor como del frío. Además, no permite que proliferen las bacterias y por tanto no suele desprender olores fuertes.

  • Desventajas. Entre sus inconvenientes, que se puede deshilar y que puede encoger. Además, al ser de origen animal no es una opción para muchos veganos, aunque existen marcas de lana que apuestan por un esquilado ético, respetuoso con el medio ambiente y los animales.
  • Sin tóxicos. Si la lana proviene de ovejas con pastos orgánicos y toda su limpieza se hace sin aditivos, blanqueadores o solventes, el resultante es un tejido de larga duración, biodegradable, muy resistente e hipoalergénico.

4. La seda, naturalmente ecológica

Otra fibra de origen animal: la produce el gusano de seda. Es la más cara, pero también la menos tratada, pues su estructura molecular no admite casi ningún tratamiento químico ni permite impregnaciones.

También tiene gran capacidad de absorber la humedad, no se adhiere a la piel ni se desgarra, ni suele ser atacada por polillas, es muy aislante, neutraliza el olor corporal y nunca produce alergias cutáneas.

  • Deventajas. Como punto negativo, además del precio, es sensible al sudor y debe lavarse a menudo.