Cuenta la mitología hindú que la diosa Kundalini, aburrida de estar en el cielo, bajó a la tierra y, en forma de serpiente, se escondió en la base del sacro, donde permanece enroscada y dormida hasta que se la logra despertar.

Cuando esto ocurre, cuerpo y mente se llenan de una energía placentera, poderosa y enormemente sanadora que recorre toda la columna vertebral, desde la base hasta la coronilla.

Wutao, la danza del tao y de la vida

Pol Charoy es excampeón del mundo de kungfú y coreógrafo. Imanou Risselard es bailarina especializada en teatro de movimiento, tiene formación en los principios del Tao, taichí, rebirthing, bioenergética y yoga.

Pol e Imanou investigaron con sus cuerpos e incluyeron todas estas disciplinas para crear el wutao. Su nombre surge de unir dos ideogramas: wu, que significa "danza y también despertar"; y tao, que representa "camino, movimiento constante y también fuente de vida".

Este matrimonio fundó en el año 2000 el Centre d'Arts & d'Ecologie Corporelle en París e imparte una formación en el Institut Gestalt de Barcelona.

Esta danza de la vida se inicia precisamente con la toma de conciencia de la pulsión que late en la base de la columna vertebral y la escucha de las sensaciones internas. De ellas va surgiendo un movimiento ondulatorio del suelo pélvico y la zona lumbo-sacra, que se balancea adelante y atrás como cuando se hace el amor.

Este movimiento, combinado con la respiración, más intensa y profunda a medida que se va soltando el sacro, conecta a la persona con su energía más primigenia y la lleva a desarrollar un gesto espontáneo e involuntario que nace de un impulso.

El wutao incide en tres centros energéticos taoístas: suelo pélvico, plexo solar y cintura escapular. Se entra en un trance que reequilibra cuerpo, mente y espíritu.

"Lo más importante es alcanzar un estado de trance en el que la mente desaparece para dar solo espacio al cuerpo. Para alcanzarlo, como con el orgasmo, hay que tomarse tiempo para repetir el movimiento cogiendo y soltando el aire por la boca, desatando la voz..."

"Entonces se sueltan realmente tensiones y se despierta lo que nosotros denominamos el 'alma del cuerpo'. De ahí se incide en la postura, que no depende de la voluntad, y nos comunicamos con cada tejido y cada órgano dejándole que exprese lo callado a través de la caligrafía del gesto", explican Pol y Imanou.

La escucha interior, el vínculo con uno mismo

Este despertar surge también de la profunda escucha interior. En esta el cuerpo se respeta y ama, nunca se fuerza ni se somete. Esta calidad en la escucha desarrolla una intimidad con uno mismo fuera de lo habitual, pues estamos acostumbrados a estar pendientes del afuera y desconectarnos de nuestras necesidades más básicas.

Se crea un vínculo más auténtico con uno mismo y con el entorno. "He encontrado mi lugar en el mundo", exclaman algunos de los practicantes de wutao que, al volcarse hacia dentro, se llenan de una valiosa información interna que pugnaba por salir y ser atendida.

Contrariamente a la mayoría de deportes, el wutao no se practica; se vive y se siente. No hay objetivos ni se buscan beneficios concretos, porque estos llegan cuando uno se entrega plenamente al placer de moverse. "Sería cómo practicar el sexo por la salud que aporta", señala Pol.

El poder transformador del wutao

A través del gesto sentido y los movimientos en espiral, se va ampliando la movilidad de la columna vertebral y deshaciendo bloqueos energéticos y corazas.

Se alumbran aquellas zonas oscuras del cuerpo que enmudecieron y congelaron por las vivencias grabadas en nuestra memoria corporal hasta crear una postura determinada que dibuja nuestra biografía.

"He visto muchas transformaciones personales. Yo misma he ido drenando mi historia como mestiza mirada con reticencia y el miedo que ello provocó. Mi cuerpo estaba esculpido por estas marcas de racismo y por mis temores al trasladarme a una gran ciudad."

"Liberar estas emociones te cambia físicamente. Si tomáramos una foto de cuando la persona llega al wutao y otra tras unos meses de práctica se vería cómo se ha ido modificado la postura y la evolución singular de cada cual", dice Imanou.

Y es que en el wutao el sentimiento se hace gesto para ser expresado y soltado. "Así, como la osteopatía, esta danza actúa sobre nuestras fascias y las emociones enquistadas en ellas. Desarruga este tejido conectivo que envuelve todas las estructuras corporales y conecta todos los elementos del cuerpo entre sí".

"Los hombros se enrollan y desenrollan, la columna se ondula hacia arriba y a los lados, y mediante este movimiento primigenio, natural e involuntario —que nos conecta con nuestro cerebro reptiliano— se va trabajando sobre la estructura del cuerpo y los tejidos fundiendo bloqueos y liberando energía".

Trabajar la energía

El wutao parte de un importante punto energético ubicado por debajo del ombligo, el tan tien de los taoístas o hara de los japoneses, e incide continuamente sobre él.

Se contacta con el pulso de energía vital que encierra este centro energético y el movimiento ondulatorio de la columna.

"Integrando movimientos ondulatorios de la columna (común en la práctica taoísta de Hsing I Chuan), los movimientos en forma de ocho (propios del taichí) y los movimientos en espiral, el wutao favorece la circulación de energía en los 12 meridianos ordinarios y activa los 8 meridianos extraordinarios, lo que refuerza el sistema inmunitario y acrecienta la vitalidad".

"Se nutre y refuerza la energía (el chi) del cuerpo eliminando las influencias perjudiciales ala vez que se crea el espacio para integrar la energía positiva", asegura Liujun Jian, especialista en medicina tradicional china.

Confiando en la capacidad del cuerpo para armonizarse a sí mismo, el wutao muestra un camino de regreso a lo esencial, que nos conecta con el fluir de la energía sin trabas.