El objetivo de la dieta cetogénica como terapia anticáncer es alimentar a las células sanas y debilitar o matar de hambre a las enfermas.

Esto es posible porque las células sanas pueden obtener la mayor parte de la energía que necesitan de las "cetonas", "cuerpos cetónicos" o "ácidos cetónicos", moléculas que el hígado elabora a partir de las grasas.

En cambio, la mayoría de células tumorales no son capaces de hacerlo, pues el alimento preferido de las células tumorales es la glucosa, seguido de las proteínas.

Dieta cetogénica: qué es y cuáles son sus beneficios

Para producir cetonas es necesario sustituir casi la totalidad de los alimentos con hidratos de carbono (cereales, legumbres y frutas) de la dieta estándar por grasas.

La poca glucosa que necesitan algunas células (los glóbulos rojos, por ejemplo) se satisface con la pequeña cantidad aportada por los alimentos permitidos y por la glucosa fabricada por el propio organismo.

Si no existe alguna rara alteración metabólica o genética, la dieta cetogénica es sana y carece de efectos secundarios (salvo una sensación de bajada de la energía al principio, que se supera en unos días). No solo eso: al seguir una dieta cetogénica mejoran muchas variables que pueden estar alteradas. Así, bajan los niveles de azúcar, insulina y triglicéridos, y sube el colesterol bueno HDL.

Y, pese a la mala fama de las grasas, este tipo de dieta no suele aumentar el peso, pues resulta saciante.

Cáncer e inflamación

La dieta cetogénica no solo debilita las células cancerígenas. Las cetonas reducen la inflamación, inhiben factores hormonales procancerígenos y refuerzan los beneficios de la quimio y la radioterapia.

Según las biólogas Ulrike Kammerer y Christina Schlatterer, la dieta cetónica produce los beneficios del ayuno sin sus inconvenientes, sobre todo si se asocia a una actividad física moderada y regular.

La dieta cetogénica es utilizada por médicos integrativos, pero todavía no existen estudios suficientes como para que forme parte del tratamiento protocolario contra el cáncer (lo es para otra enfermedad: la epilepsia infantil que no responde a los medicamentos).

La doctora Natalia Eres la considera eficaz, pero no una panacea, pues algunos tumores son capaces de alimentarse de las grasas.

Además, es una dieta difícil de seguir en casa sin un buen asesoramiento, advierte Eres. Es fácil pasarse con los carbohidratos o con las proteínas, lo que impide la producción de cetonas y arruina la dieta.

Para asegurarse de que se hace bien es necesario realizar analíticas de cetonas, glucosa y cortisol.

La pirámide cetogénica

Para que el hígado produzca cetonas los glúcidos se limitan a 20-50 gramos diarios. En la dieta cetogénica la mayor parte de la energía (más del 60%) procede de las grasas. El consumo de proteínas es moderado (20%).

  • En la base de la pirámide están las grasas con 8-10 raciones diarias. Algunos ejemplos son: 100 g de aguacates, 30 g de tahini, 30 g de aceitunas y 30 g de aceite de coco.
  • Le siguen las hortalizas con 5-7 raciones al día. Estas pueden ser 120 g de verduras como coles o lechugas. Otra opción es tomar 60 g de hortalizas más dulces: zanahorías, pimientos...
  • A continuación hay 3-4 raciones de proteínas. Por ejemplo, 100 g de tofu o de seitan, 30 g de frutos secos o semillas.
  • Y en la cúspide encontramos las frutas con 2-3 raciones diarias. 30 g de manzanas o 50 g de fresas u otras bayas.