El placer de caminar descalzo por la orilla de la playa, pisar la hierba o la tierra del campo y notar su frescor es algo más que un momento divertido o una anécdota. El organismo se revitaliza realmente, se relaja y la energía fluye en su interior.

Pero este es un gesto tan sencillo y esencial como olvidado; parece que solo los niños saben de su poder: siempre que pueden, y se les deja, se descalzan.

Vivimos inmersos en un mar de campos eléctricos y electromagnéticos, tanto naturales como artificiales. La electricidad debiera fluir a nuestro través, pero el calzado y las superficies aislantes cortan el flujo. Entonces se produce una carga que crea tensiones en el organismo y perjudica la salud.

Preocupados por temas aparentemente más importantes, no nos hemos dado cuenta de que algo tan banal como las suelas aislantes de los zapatos, las moquetas sintéticas o el parquet están amenazando nuestro bienestar.

Los zapatos convencionales están fabricados con materiales aislantes que cortan la conexión eléctrica con la tierra. Los calzados artesanales, sin capas aislantes, de cuero o cáñamo son una buena alternativa.

Otra son los calzados técnicos conductores que se venden como equipo profesional (en quirófanos, laboratorios y talleres la carga electrostática es peligrosa).

Earthing con los pies descalzos, básico para tener vitalidad

Los procesos eléctricos y magnéticos forman parte de nuestra biología. El buen funcionamiento de sistemas fisiológicos, órganos y células depende del equilibrio eléctrico que condiciona las reacciones químicas.

Así lo señalan los estudios científicos más actuales y novedosos, que han demostrado que tocar la tierra con los pies desnudos, hacer toma de tierra o, como indica el anglicismo, practicar el earthing o el grounding, permite al cuerpo reequilibrar sus cargas eléctricas, un proceso básico para mantener la vitalidad y la salud.

El cuerpo es un conductor natural y necesita tanto el contacto eléctrico con la Tierra como precisa del agua o los nutrientes. Por una parte, necesitamos liberarnos del exceso de cargas positivas que se acumulan al mantenerse el cuerpo aislado de su entorno.

Por otra parte, nos regeneramos con la invasión de los electrones libres (con carga eléctrica negativa) del campo de energía de la Tierra alimentado por el sol y desde el núcleo del planeta.

Sin este flujo energético, la vida de las personas, los animales y las plantas sería sencillamente imposible. La consecuencia más evidente del bloqueo de la conexión eléctrica es el chispazo que se siente al tocar a otra persona o una superficie metálica. Lo produce la descarga de electricidad estática.

Pero dentro del cuerpo la falta de conexión puede favorecer la inflamación generalizada y estar en el inicio de procesos que llevan a enfermedades.

Demostrado, el bienestar es inmediato

Algo tan sencillo como andar descalzos aporta marcados y positivos cambios en los parámetros biológicos. De hecho, a los dos segundos ya se pueden empezar a percibir, aunque los mayores beneficios se obtienen si se hace toma de tierra durante 20-30 minutos.

Así lo indica un estudio publicado en la revista Integrative Medicine, realizado por el equipo de Gaétan Chevalier, ingeniero físico del departamento de Biología celular y del desarrollo de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos).

En él se analiza la variabilidad de la frecuencia cardiaca de 28 personas. Esta metodología fiable y no invasiva aporta información sobre el sistema nervioso autónomo y sus dos componentes: el simpático (que nos hace estar más activos y estresados) y el parasimpático (que aporta más tranquilidad y calma).

El experimento se llevó a cabo en una sesión de dos horas. Durante 40 minutos se conectó a las personas a un sistema de toma de tierra (unos electrodos en la planta de los pies y en la palma de las manos) y el resto del tiempo se hicieron las mediciones sin esta conexión.

Los resultados fueron reveladores: cuando la persona estaba conectada a toma de tierra, se producía un incremento de la función del sistema nervioso parasimpático casi dos veces mayor que cuando no estaba conectada. Así, no estar conectado a tierra se corresponde con una estimulación excesiva del sistema simpático y una disminución del tono del parasimpático, lo que indica un sistema nervioso estresado.

Las ventajas de vivir conectado a la Tierra

El contacto con la superficie de la tierra equilibra los sistemas biológicos.

  1. Te relaja. La activación del sistema nervioso parasimpático reduce los síntomas de ansiedad, las frecuencias cardiacas y respiratoria, la tensión arterial y la secreción de las hormonas estresantes adrenalina y cortisol.
  2. Desinflama. Los electrones que proceden del suelo reducen la inflamación y la oxidación, y con ello, el dolor y los daños sobre las células.
  3. Proporciona energía. Karol y Pawel Sokal han mostrado que reduce la concentración de glucosa en sangre y orina, estabiliza los niveles de hierro, regula la homeostasis del calciofósforo y favorece la obtención de energía.
  4. Te protege. Evita los efectos negativos de los campos electromagnéticos sobre el organismo.
  5. Sincroniza tus ritmos. Contribuye a que los ritmos del cuerpo estén armonizados con la noche y el día. Mejora tanto el sueño por la noche como la sensación de vitalidad durante el día.

El earthing previene el estrés y otras dolencias crónicas

Una falta de conexión a tierra durante tiempo suficiente representa un estrés para el organismo. Una más que se suma a las causadas por el estilo de vida urbano, las urgencias laborales o las tensiones emocionales de todo tipo. El estrés crónico se encuentra detrás de muchas de las disfunciones de salud de la sociedad moderna.

La ciencia ha demostrado que la hiperactividad crónica del sistema nervioso simpático predispone a padecer problemas cardiacos, y que incrementar el tono del sistema parasimpático tiene un efecto protector frente a los problemas de riego sanguíneo o las arritmias.

El doctor Chevalier también ha comprobado que la conexión con la tierra reduce además la viscosidad de la sangre, un factor favorecedor de la hipertensión y otras enfermedades cardiacas, incluyendo el infarto.

El cardiólogo y psicoterapeuta norteamericano Stephen T. Sinatra lleva más de treinta años dedicado a la prevención y recuperación de enfermedades coronarias, lo que le ha llevado a interesarse por el earthing y a convertirse en uno de los mayores expertos en el tema a nivel mundial. Sus trabajos se han recogido en el libro Earthing, con los pies descalzos (Ed. Sirio), escrito junto con Clinton Ober y Martin Zucker.

En este libro se pueden encontrar testimonios como el del doctor James L. Oschman, que detalla cómo la inflamación crónica es una de las causas primarias de virtualmente todas las enfermedades, desde la diabetes hasta el cáncer.

Oschman explica que, cuando pisamos la tierra, sus electrones libres se transfieren hacia el interior de nuestros cuerpos y que estos son, probablemente, los antioxidantes más potentes conocidos y actúan como antiinflamatorios sin efectos secundarios.

Y añade: "El día que comenzamos a usar calzado nos aislamos de la energía de la Tierra y desde entonces los niveles de estrés han aumentado y la inmunidad ha disminuido".

Todas las evidencias indican que incorporar el earthing al estilo de vida es una potente receta para prevenir las dolencias crónicas más comunes.

Además de constituir un regulador del sistema nervioso autónomo, del estrés crónico, la inflamación, el sueño y las enfermedades cardiovasculares, hacer toma de tierra resulta una potente terapia ante situaciones de estrés emocional, ansiedad, pánico, miedo, depresión, dolor y fatiga, y síntomas como las cefaleas, las palpitaciones cardiacas o el vértigo.

Disfunciones tan comunes como la diabetes, la obesidad y la hipertensión podrían estar relacionadas también con la pérdida de contacto con la tierra de la sociedad actual.

Teniendo en cuenta los datos que nos aportan los estudios científicos, y las sensaciones que todos experimentamos al ir descalzos, podemos afirmar que debajo de nuestros pies tenemos una potente fuente de bienestar y que los electrones superficiales de la tierra constituyen un recurso de salud olvidado hasta ahora.

Así pues, ¡pisa la Tierra, conéctate a ella!

3 formas de cuidar tu equilibrio eléctrico

Para mantener un equilibrio eléctrico, además de practicar earthing con los pies descalzos, también podemos hacerlo a través del agua o con una cama conectada.

1. Camina descalzo cuando puedas

Sobre hierba, tierra, arena o incluso cemento o cerámica, el contacto por los pies, con miles de terminaciones nerviosas y puntos energéticos como el «R1» del meridiano del riñón, produce los mejores resultados.

Es recomendable la práctica de taichí, chikung o yoga con el pie desnudo.

2. El agua te descarga

Lavarse las manos con agua, la ducha diaria, nadar, los tratamientos de hidroterapia… todas son formas excelentes de permitir que la electricidad fluya, pues el agua es un elemento extraordinariamente conductor.

3. Pon toma de tierra a la cama

Existen dispositivos para conectar la cama a la toma de tierra de un enchufe. Constan de una tela con hilos metálicos y un simple cable.

Mejoran el sueño, los mecanismos de autocuración y ayudan a despertarse descansado y lleno de energía.

También hay alfombrillas para utilizarlas mientras se trabaja sentado. Estos ingenios también pueden construirse en casa, de manera artesanal.