Finlandia es el país del mundo más aficionado a la sauna. Es lógico que los estudios más precisos sobre sus efectos se hayan realizado allí. Los investigadores de la Universidad de Finlandia Oriental han medido los cambios que produce en el organismo y que resultan especialmente beneficiosos para el cerebro y el sistema cardiovascular.

La sauna protege el cerebro

Investigaciones recientes del doctor Jari Laukkanen prueban que la sauna es capaz de reducir la incidencia de la enfermedad de Alzheimer y de la demencia.

En este estudio, que se mantiene abierto, los científicos siguen la evolución de 2.500 hombres desde la década de 1980. Los datos obtenidos hasta ahora muestran que la probabilidad de sufrir Alzheimer o demencia se reduce en proporción directa a la cantidad de sesiones semanales de sauna: cuantas más saunas, menos riesgo. Las personas que toman de 4 a 7 saunas semanales consiguen una reducción del peligro del 60%.

Las propiedades protectoras de la sauna sobre el cerebro pueden deberse a la acción del calor sobre el sistema nervioso autónomo.

Los beneficios sobre la salud del cerebro pueden deberse a la acción depuradora y antiinflamatoria de la sauna. El incremento de la temperatura del cuerpo en 2 grados provoca la generación de determinadas proteínas que son importantes para el mantenimiento de la salud celular.

Estas proteínas contribuyen, por ejemplo, a la eliminación de sustancias residuales. También se reducen los niveles de "proteína C reactiva", uno de los principales medidores de la inflamación.

Además, el doctor Laukkanen cree que el hábito de tomar la sauna es muy relajante, y esto puede tener un efecto beneficioso a muchos niveles. Por ejemplo, si se toma una sauna por la tarde, la calidad del sueño será mejor.

¿Cómo se toma la sauna?

Los participantes en el estudio que tomaban saunas lo hacían una media de 15 minutos, con un amplio margen de variación: unas personas pasaban solo dos minutos en la sauna y otras, hora y media (en varias sesiones con descansos intermedios). Y la media tomaba de 2 a 3 sesiones semanales.

Hay que recordar que la sauna es un baño de calor seco: la humedad se sitúa entre el 10 y el 20% (nunca más), aunque ocasionalmente se provoque un poco de vapor echando agua sobre piedras calientes. En cuanto a la temperatura, va de los 80 a los 100 grados.

Si nunca se ha tomado una sauna se debe comenzar poco a poco y siguiendo estrictamente el protocolo: entrar relajado y con la digestión hecha, sesión de 15 minutos, ducha de agua fría y descanso.

Por otra parte, conviene tomar la sauna tumbado en un banco a media altura. Si se sufre algún trastorno es imprescindible consultarlo con el médico antes de tomar una sauna.

La sauna mejora la salud cardiovascular

Otro estudio, realizado con 100 personas de 42 a 60 años, y liderado también por el doctor Jari Laukkanen, muestra los cambios que tienen lugar en el cuerpo humano relacionados con la salud cardiovascular durante y después de tomar una sauna:

  • Reduce la presión arterial. 30 minutos después de tomar la sauna, la presión arterial sistólica media de las personas de prueba se redujo de 137 mmHg a 130 mmHg, y su presión arterial diastólica de 82 mmHg a 75 mmHg.
  • Aumenta la elasticidad de los vasos sanguíneos. Para evaluar la elasticidad, los investigadores midieron la velocidad de la sangre a su paso por las arterias carótida y femoral antes de la sauna, inmediatamente después y tras media hora de recuperación.

    Los resultados indicaron que la velocidad disminuyó de una media de 9.8 m/s antes de la sauna a 8,6 inmediatamente después, lo que prueba la dilatación de las paredes de los vasos sanguíneos.
  • Incrementa la frecuencia cardiaca. El aumento en el ritmo cardiaco que acompaña la sauna equivale al que se produce en una sesión de ejercicio físico con intensidad media. En consecuencia, la sauna produce todos los beneficios de la actividad física.

Todos estos efectos de la sauna –más acentuados en las personas que toman 4 o más sesiones semanales– son los responsables de que los aficionados a tomarla regularmente tengan un riesgo menor de sufrir enfermedades coronarias, fallecimiento por infarto cardiaco e hipertensión, tal como indican los estudios epidemiológicos.

Aún más beneficios

A los efectos positivos sobre los sistemas nervioso y cardiovascular cabe sumar una serie de beneficios sobre otros sistemas y órganos, probados por una diversidad de investigaciones. Algunos de ellos son:

  • Potencia y acelera la recuperación física al aumentar la producción de hormona del crecimiento y mejorar el flujo sanguíneo en los tejidos. Por eso la sauna forma parte del entrenamiento de muchos deportistas de élite.
  • Reduce los niveles de estrés y mejora el estado de ánimo como consecuencia de un incremento en la secreción de endorfinas (conocidas como "hormonas de la felicidad").

    Estas sustancias también alivian el dolor, como el que sufren las personas con artrosis, artritis o fibromialgia. También aumenta la hormona BDNF ("factor neurotrófico derivado del cerebro") que se asocia con reducción de los niveles de ansiedad y depresión.
  • Disminuye los niveles de azúcar y de insulina en sangre.
  • Mejora el estado de la piel, pues la sauna favorece la hidratación, la eliminación de grasa e impurezas y el equilibrio en el manto ácido.

Referencias:

Laukkanen T, e. Acute effects of sauna bathing on cardiovascular function. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29269746

Laukkanen T, e. Sauna bathing is inversely associated with dementia and Alzheimer's disease in middle-aged Finnish men. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27932366

Lee E, e. Sauna exposure leads to improved arterial compliance: Findings from a non-randomised experimental study. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29048215