Hablemos de incontinencia, empecemos por el concepto. La definición oficial es: “incontinencia urinaria es la pérdida del control de la vejiga o la incapacidad de controlar la micción (orinar)”. Por lo tanto, incontinencia es la falta de contención, la incapacidad de retener. Nada tiene que ver con el volumen ni con lo que se escapa.

¿Por qué empiezo así este artículo? Porque la mayoría de la gente, cuando piensa en incontinencia, piensa en incontinencia urinaria; abundante, para más detalles. Ese pensamiento en cierto, pero solo en parte.

O se contiene o no se contiene. La cantidad que se pierde es casi una anécdota. Una gotita esporádica es incontinencia, muy leve, pero ya nos dice que el sistema está sufriendo y empieza a fallar.

Este es un concepto que en nuestra sociedad cuesta de entender. La inmensa mayoría de las mujeres considera que, a ciertas edades, una pequeña pérdida es normal, por lo tanto no hace falta ocuparse de ello.

Hablo de mujeres porque la incontinencia está normalizada en el mundo femenino. Un hombre con incontinencia se ocupa de ella inmediatamente.

La publicidad de compresas para la incontinencia no ayuda

¿Por qué consideramos que es normal la incontinencia? Porque es algo muy común y porque los mensajes que nos llegan así nos lo dicen.

Los anuncios de televisión están haciendo un triste favor a la salud perineal. En los anuncios las mujeres se sienten felices y agradecidas por sus compresas, comentan unas con otras lo cómodas que van, lo seguras que se sienten y lo felices que son. Por llevar compresa…

Estos anuncios básicamente se encargan de difundir la idea que el futuro de la mujer es la incontinencia, pero que eso no es un problema, porque actualmente tenemos unas compresas fabulosas y comodísimas, que ni se notan ni se huelen. ¿No os parece un tanto perverso este mensaje?

Si una mujer tiene incontinencia urinaria, lo deseable sería que buscase soluciones a esta situación, no que buscase la forma de vivirla con comodidad y discreción. Entendamos que si una incontinencia, por lo que sea, no se puede solucionar, son muy bienvenidas compresas eficaces, cómodas y discretas, evidentemente.

Vamos más allá de la incontinencia urinaria

¿Te suena eso de que al agacharse o al hacer una fuerza, no es nada extraño oír un “pedo” escapado? Esta situación embarazosa que genera risas y miradas, más allá del mal rato social, implica un problema que se está fraguando.

Una ventosidad escapada nos indica que el esfínter anal está fracasando, que ante una situación de estrés no logra contener lo más sutil, no logra contener un gas. Hablamos de una incontinencia anal.

La incontinencia anal es exactamente igual que la urinaria, sólo que ubicada en una zona diferente. El nivel más “leve” de incontinencia anal es la pérdida de gases. Pero el nivel puede elevarse. Puede ser que el esfínter anal no logre contener líquido y tengamos una incontinencia durante una diarrea. O puede ir un poco más allá y no contener sólido. Tendremos una incontinencia fecal.

Si la incontinencia urinaria es un secreto a voces, la incontinencia anal es un secreto mayor. Es una situación mucho más dura, que condiciona mucho más la vida social.

Nota a tener en cuenta: a veces, cuando el esfínter anal está sufriendo podemos detectarlo antes de tener síntomas. Pásate papel de WC sin ir de vientre. Si el papel sale manchado significa que el esfínter anal no está cerrando “herméticamente”, que queda ligeramente abierto, por eso mancha el papel. Eso debería ser un primer aviso al que atender.

Las incontinencias, del tipo que sean, no deberían preocuparnos, pero si que deberíamos ocuparnos de ellas. Obviarlas e ignorarlas es comprar números para tener problemas importantes en el futuro.

Una incontinencia es como una grieta en la pared. Aparece por un motivo. Si el motivo no se atiende, podemos pintar por encima y con un poco de suerte la taparemos, pero esa grieta crecerá, sin duda. Si el motivo se corrige, la grieta no crecerá y la podremos reparar fácilmente.

Es necesaria una consulta con el fisioterapeuta de suelo pélvico

Cuando hablo de atender al problema, hablo de consultar con profesionales, no de lanzarse a hacer ejercicios de kegel compulsivamente. Recuerda que los profesionales que más y mejor te pueden ayudar son las fisioterapeutas de suelo pélvico

Ante un problema es necesaria hacer una valoración, para saber el origen. Poca gente sabe que una incontinencia urinaria, por ejemplo, puede ser fruto tanto de una debilidad muscular como de un exceso de tensión muscular. Dos situaciones opuestas que sorprendentemente generan el mismo síntoma.

El sentido común nos dice que tener pérdidas significa que el músculo está débil y por eso no puede contener. Eso es verdad, pero también lo es que un músculo demasiado tenso, contracturado, no puede trabajar bien y no resulta eficiente. ¿Resultado? La misma incontinencia.

Este es un detalle desconocido pero muy importante. Si nos autodiagnosticamos y, sobre todo, nos autotratamos (con bolas chinas, kegels…) corremos el riesgo de empeorar mucho la situación. Si a una hipertonía (exceso de tensión y de tono muscular) le sumamos ejercicios de tonificación, va a llover sobre mojado lo más normal es que los síntomas se multipliquen.

¿Tienes problemas de incontinencia? No te preocupes pero ocúpate de ella, no la aparques. Consulta con la fisioterapia del suelo pélvico. En estos mundos, posponer es complicar.