1 /4

1 / 4

Pasiflora

Como relajante muscular puedes recurrir sin duda a la pasiflora. Contiene flavonoides y fitosteroles.

Está indicada en contracturas, calambres, torceduras y desgarros.

Se emplean las sumidades aéreas. Puedes tomarla en infusión, con plantas calmantes y remineralizantes, 3 tazas al día; o extracto líquido, 30 a 50 gotas en 3 dosis.

2 / 4

Avena

Otro gran reconstituyente es la avena, que combate la debilidad física. Te aporta minerales (hierro, sílice, cinc, manganeso) y vitaminas.

Se usan las sumidades aéreas ya fructificadas. Pruébala en decocción, toma 3 tazas al día, en tintura y extracto líquido. O bien en gel o pomada.

3 / 4

Cola de caballo

La cola de caballo es muy adecuada por su riqueza en sílice, potasio y magnesio. Ayuda a reparar los tejidos dañados y devolverles elasticidad.

Además, te aporta un efecto depurativo.

La puedes tomar en infusión, mejor con plantas de buen sabor, 3 vasos al día, o bien en cápsulas, hasta 1 g dos veces al día, o extracto líquido.

4 / 4

Milenrama

La milenrama, por su parte, aporta todo su poder antiinflamatorio para acelerar la desinflamación del tejido afectado

Se usan las sumidades floridas. Se recomienda tomar en infusión simple o mixta, 2 tazas al día; en tintura, 30 gotas al día en 3 dosis.3.

Para reequilibrar el déficit de minerales que el espasmo ha puesto en evidencia y devolver los músculos a su pleno rendimiento cuentas con buenas la cola de caballo y la avena.

Cuando se trata de relajar el músculo tienes la ayuda de la pasiflora y la milenrama.

¿Has sufrido un calambre muscular?

El buen tiempo invita a salir y ejercitar el cuerpo al aire libre. Pero al hacer ejercicio, sobre todo si es intenso o no se calienta antes, es fácil sufrir calambres o espasmos musculares.

De hecho, suele pasar cuando se tienen niveles bajos de minerales como el potasio y el calcio, o si se sale sin haber tomado suficiente líquido.

Saltar, correr, nadar, levantar pesas, pero también montar una estantería o cargar una nevera pueden ser motivo suficiente para provocar un calambre muscular. El estrés es otro disparador, y suele cebarse en las cervicales.

Lo que cabe hacer es abandonar la acción que te ha provocado el espasmo o calambre, aplicar calor para relajar el músculo en un primer momento, efectuar un masaje enérgico del músculo dañado y, más adelante, aplicar calor y frío de manera alternada.

En casos más graves o persistentes, convendrá recurrir a algún antiinflamatorio que rebaje el dolor.

Aquí puede entrar en juego la fitoterapia, a dos niveles: nutricional y miorrelajante.

Este artículo se ha elaborado con​ la asesoría de Josep Maria Teixé, herborista de El Manantial de Salud