El aceite vegetal más conocido y usado es el aceite de oliva. En España, según la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles, el 60% del consumo medio de aceites comestibles corresponde a aceites de oliva. Por detrás de estos están los aceites de girasol (constituyen un 33% del consumo) y solo un 7% del consumo corresponde a otros aceites que, en general, suelen ser poco conocidos por los consumidores.

Que no se conozcan no quiere decir que no sean exquisitos. A continuación te mostramos 7 tipos de aceites para tomar  que seguro que no conoces y que, sin embargo, pueden dar un toque ideal a tus platos y que, además, son ideales para degustar en frío en forma de cata. ¡Cónócelos y empieza a disfrutar!

Si tienes dudas  sobre el uso de aceites vegetales en la cocina, consulta este artículo.

7 aceites vegetales distintos y muy aromáticos

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PEPITA-DE-UVA. Aceite de pepita de uva

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Foto: Anna García

Aceite de pepita de uva

De tradición francesa, es el más suave de todos.

Con un vago aroma a racimo, a uvas blancas aún verdes, y un sabor muy neutro, dulce y casi exclusivamente graso, aunque fino. Mucho mejor si se consigue de presión en frío.

Lo ligero de sus atributos y cualidades lo hace apropiado para recetas complejas, en las que la fuerza de los demás ingredientes no dejaría asomar a ningún aceite. Por ejemplo, en ensaladas con quesos muy curados o picantes, como el parmesano. Ideal para masas de repostería y bizcochos, y para saltear frutas con especias, como manzanas o mango.

ACEITE--DE-ARGAN. Aceite de argán

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Foto: Anna García

Aceite de argán

El aceite más caro del mundo es el de argán, por su baja producción y proceso artesanal.

Usado desde antiguo por los bereberes, tanto en la cocina como para el cuidado de la piel, hoy normalmente se obtiene de semillas crudas, y no tostadas, y es elaborado por cooperativas de mujeres.

Totalmente distinto. Exótico, complejo y difícil de describir, sugiere almendras dulces, masa de pan y lácteos fermentados. Tiene un equilibrio delicioso entre lo dulce y lo salado. Los quesos frescos con vinagretas de miel y especias preparadas con él son un acontecimiento.

DE-SESAMO. Aceite de sésamo

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Foto: Anna García

Aceite de sésamo

El pasaporte directo a Oriente. Con su olor profundo, complejo, a sésamo y cacahuete dulce, y su marcado sabor a semillas y a pan tostado, puede considerarse casi como una especia.

Se elabora con sésamo blanco y negro, y a partir de semillas crudas (de sabor más natural) o tostadas (una versión más intensa).

Su uso tradicional en vinagreta con salsa de soja, miel y vinagre suave. Pero también se puede aprovechar con un enfoque más innovador para marinar crudos, tofu o tempe, en escabeches suaves, carpaccios de setas, o bien con espárragos blancos.

Ojo con las versiones orientales de poca calidad. No tienen nada que ver.

DE-AGUACATE. Aceite de aguacate

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Foto: Anna García

Aceite de aguacate

Novedoso pero con mucho futuro.

Pura fruta, con un sabor soso y dulce, como el aguacate del que procede, con recuerdos de almendras verdes, canónigos y lechuga dulce, y un precioso color verde que supone en sí mismo un atractivo irresistible.

Avalado, además, por una composición nutricional repleta de antioxidantes.

Encontrar aceite de aguacate todavía es difícil pero merece la pena disfrutar de su sabor en ensaladas de hojas verdes o de cualquier verdura, de queso fresco, de patata, con pescados, ceviches, o en la mayonesa y la salsa tártara.

DE-NUEZ. Aceite de nueces

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Foto: Anna García

Aceite de nueces

Sorprendente por lo intenso de su aroma, casi más fuerte que el del propio fruto, con toques de almendras verdes e incluso de salazones, de anchoas. El sabor, muy similar al de las nueces, es dulce y limpio. Herbáceo y ligero. Apenas deja paladar en la boca.

Muy apropiado para quesos frescos, ensaladas de hojas verdes, y hortalizas dulces como la calabaza, el calabacín o las alcachofas. Excelente en recetas de pasta sin tomate, que puedan mostrar su carácter de frutos secos, así como en la preparación de pestos y mojos. También es ideal para repostería.

DE-TRUFA-BLANCA. Aceite de trufa blanca

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Foto: Anna García

Aceite de trufa blanca

El Rolls & Royce de los aceites elaborado con aceite de oliva virgen extra. Merece la pena comprar el que se haya aromatizado con trufa natural, porque la mayor parte se hacen con esencias artificiales, y son casi igual de caros.

La trufa es realmente particular, en especial la blanca. Potente, desconcertante y extraña. Arrasa con su aroma picante, de gas metano, berza o cebolla, de anís o menta, y con una textura azucarada y densa.

Hay que poner gotas, porque en exceso anula todo lo demás y satura. Convierte en algo especial unas humildes patatas hervidas o un huevo.

 

DE-GIRASOL. Aceite de girasol

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Foto: Anna García

Aceite de girasol

Como beberse un cuenco de pipas crudas. Aroma maravilloso, que recuerda también al heno y la paja, a hierba fresca y seca, y muy cálido, como de frutas maduras. Sin duda su mejor atributo, más intenso si cabe que el sabor.

Acostumbrados a la insulsa versión comercial refinada, resulta todo un descubrimiento y, de entre los aceites especiales, es de los más asequibles. Delicioso con quesos semicurados, ensaladas en general y cremas de verduras como la de calabacín.