6 tesoros nutritivos que encontramos en el bosque

Algunos de los alimentos de otoño más preciados los encontramos en el bosque, al alcance de nuestras manos. Madroños, rebozuelos, endrinas, castañas...

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Endrinas, una caricia para el sistema digestivo irritado

Las endrinas sirven para mucho más que para elaborar el licor de pacharán. Son bayas ricas en pectinas y antocianinas antioxidantes con efectos protectores y antiinflamatorios sobre el tubo digestivo. Con ellas se pueden hacer compotas y jaleas. También se toman en decocción (una cucharada de endrinas en una taza de agua).

Utiliza las hojas: preparadas en infusión están indicadas para tratar la diarrea o los síntomas de la menopausia.

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Escaramujos, las bayas que limpian venas y arterias

Son los frutos del rosal silvestre (Rosa canina), que crece en los márgenes de bosques y sotos ribereños. Se pueden tomar crudos o en decocción, jarabe o tintura. Gracias a los flavonoides y ácidos orgánicos evitan la inflamación de las paredes de los vasos sanguíneos y previenen enfermedades vasculares.

Son tan ricos en vitamina C que 10 g bastan para satisfacer la necesidad diaria.

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Rebozuelos, todo el sabor y la salud del bosque otoñal

Además de la alegría que supone encontrárselos junto a una conífera, un alcornoque o un roble, al llevarlos a la mesa –salteados con ajo y cebolla, por ejemplo– se convierten en una dulce y afrutada fuente de polisacáridos inmunoestimulantes.

Distingue las variedades: el más apreciado es el Cantharellus cibarius, de color casi anaranjado, pero se venden como rebozuelos las variedades pallens (blanquecina) y alborufescens (aún más blanca).

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Castañas, energía dulce para los meses fríos

Para los gallegos y otros pueblos la castaña fue una de sus principales fuentes de energía hasta que los cereales y la carne fueron más accesibles. Hoy las comemos ocasionalmenente y asadas, pero hay otras formas muy ricas de consumirlas.

Pruébalas así: frescas (se escaldan unos minutos para que el almidón resulte más digestivo); confitadas en almíbar (marron glacé); pilongas (peladas y secadas con humo), en guisos, en forma de harina…

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Madroños, una fruta de toda la vida por descubrir

Son tan delicados que no se han prestado para su cultivo y comercialización masivos, por eso los disfrutamos sobre todo en las salidas al campo. No solo son dulces y jugosos, sino que contienen sustancias –isoquercitina, taninos…– muy beneficiosas para el corazón (reducen el riesgo de infarto, según la Universidad de Pisa, en Italia).

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Piñones, píldoras de vitaminas y minerales

Encerrados en la apretada coraza de las piñas (de Pinus pinea), cuando estas se secan o se queman y se extraen se convierten en un alimento apreciado ¡y caro! Destacan por su contenido en hierro (3 mg en 30 g) y en vitaminas del grupo B, lo que los hace adecuados para prevenir la anemia.

Muy proteínicos: contienen un 24% de proteína, una cantidad superior a otros frutos secos (un 15% en las nueces) útil en las etapas de crecimiento.

En un paseo por el bosque otoñal podemos encontrar verdaderas maravillas: un paisaje espectacular, aire puro y alimentos que nos proporcionan las sustancias protectoras que necesitamos ahora.

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