Los cocos de cáscara marrón y peluda que se ven en los mercados europeos son, en realidad, frutas maduras y su mayor interés es la pulpa. Averiguar si está fresco antes de elegirlo, abrirlo correctamente para aprovechar bien tanto el como la pulpa, y tener en cuenta algunas precauciones a la hora de conservarlo es importante para disfrutarlos y sacarles partido.

Pero si hay algo que caracteriza al coco es su versatilidad y, además de la pulpa, puedes aprovechar sus múltiples derivados. Cada uno tiene un uso específico en la cocina, por lo que te ofrecen un sinfín de posibilidades con las que experimentar y cuidarte.

Cómo utilizar el coco y sus derivados en la cocina

Para aprovechar la pulpa y el agua de coco debemos hacernos con un coco directamente, aunque el agua también se comercializa envasada. El resto de derivados los encontrarás fácilmente en tiendas de alimentación ecológica.

Cuando nos hacemos con un coco directamente, existe una manera infalible de saber si está fresco o no: primero hay que agitarlo. Si al mover un coco se oye como chapotea el agua en su interior, es que conserva su frescura. Si por el contrario responde con silencio, lleva tiempo almacenado y está viejo.

Una vez en casa, ante un coco, lo primero es sacarle el agua. Para ello se hace un agujero con un cuchillo afilado en el más grande y blando de los tres ojos (puede hacerse otro en otro ojo para que salga mejor).

Para extraer la pulpa debes romper el coco. Puedes hacerlo a golpe de martillo, o envolviéndolo con un trapo y lanzándolo al suelo. Tras el segundo o tercer golpe aparece una rotura que crece con cada impacto.v

La pulpa que no se coma al momento se puede guardar. Colócala en un recipiente lleno de agua y guárdala en la nevera. Cambiando el agua cada día, se conserva hasta tres días.

En cuanto al uso de los derivados del coco, las opciones son muy variadas:

1. Aceite de coco

Te sorprenderá que suele estar en estado sólido a temperatura ambiente, aunque cuando se calienta se vuelve líquido.

Se puede emplear crudo y es muy útil en repostería, pero además es un aceite apto para frituras por su estabilidad.

Su precio elevado en Europa hace aconsejable usarlo en preparaciones que pidan poca cantidad.

2. Harina de coco

Además de usarse en repostería, se puede mezclar con mueslis, yogures o batidos.

Aporta un delicado aroma de coco más una dosis extra de fibra, ácidos grasos valiosos y proteínas.

3. Manteca de coco

Se diferencia del aceite en que incorpora la fibra del coco. Es un excelente sustituto de la mantequilla, sobre todo cuando acompaña a ingredientes dulces. También puede enriquecer smoothies y mueslis, o aportar sabor a multitud de recetas.

No debe utilizarse para freír, porque la fibra se quema.

4. Azúcar de coco

Es el sustituto ideal del azúcar blanco por su bajo índice glucémico.

5. Leche de coco

Es una leche vegetal espesa, perfecta para elaborar batidos con frutas y dar un toque exótico a salsas, repostería y sopas.

Se encuentra fácilmente, aunque si quieres puedes prepararla en casa mezclando el agua del coco con la pulpa troceada, y añadiendo agua mineral si hiciera falta. Luego puedes endulzarla con vainilla en polvo, estevia líquida o azúcar de coco al gusto.

6. Agua de coco

Es una buena bebida isotónica, pero no todas las aguas de coco que se comercializan son igual de puras. De hecho, el agua pura de coco, a la que se le pueden atribuir beneficios para la salud, es aquella recién sacada del fruto o envasada adecuadamente, sin añadidos.

A muchos productos que se comercializan como tal se les suele añadir ácido ascórbico (vitamina C) como conservante, e incluso edulcorantes y otros aditivos. Tampoco es agua de coco auténtica la que procede de concentrados.

7. Aminoácidos o aminos de coco

Es en realidad un aderezo, con un aspecto similar al de la salsa de soja. De hecho, como aliño tiene los mismos usos que la salsa de soja, pero contiene menos sodio y más proteínas.