El mangostán o mangostino (Garcinia mangostana) es una fruta del sudeste asiático, aunque hoy se cultiva también en algunos países de África y Sudamérica. Es difícil encontrarla como fruta fresca en otras zonas por su naturaleza altamente perecedera.

Su tamaño es el de una ciruela grande, tiene una cáscara de color moradorojizo y la pulpa es de color blancobeige. El sabor es tan extraordinario que en el sudeste asiático se la conoce como la reina de las frutas.

Mangostán, la joya de la corona

Pero además de sabrosa, es una fruta muy saludable por su contenido en vitaminas A y C, vitaminas del grupo B (sobre todo tiamina, riboflavina y niacina), calcio, fósforo y potasio.

Aunque la joya de la corona es la cáscara, por su gran cantidad y variedad de xantonas (más de 40; el aloe tiene tres y los cítricos suelen tener cuatro o cinco), polifenoles con propiedades antioxidantes, antibacterianas, antivirales y antifúngicas.

La parte carnosa que rodea el hueso es lo que se suele consumir. Pero la mayoría de sus propiedades saludables se hallan en la cáscara, por lo que conviene tomarlo en zumo o en polvo liofilizado. Se puede encontrar también en extractos o en cápsulas para facilitar su consumo. También se comercializa como bebida.

De antiinflamatorio natural a tratamiento de la candidiasis

Las cualidades curativas del mangostán se conocen desde hace cientos de años, pero ahora vienen ratificadas por estudios científicos.

Por ejemplo, está siendo usado en el tratamiento a nivel intestinal y vaginal de la candidiasis, con resultados positivos por la elevada actividad antifúngica de sus alfaxantonas y su baja toxicidad, según la revista Journal of Oral Science.

Un uso tradicional del mangostán es como antiinflamatorio, y los estudios prueban que su extracto tiene propiedades antialergénicas y antiinflamatorias, y que inhibe la liberación de histamina y prostaglandina, sustancias asociadas a la inflamación del cuerpo.

Sus propiedades ayudan a reducir el riesgo de varias afecciones de la piel, como la inflamación, el envejecimiento, los eccemas, las alergias o las infecciones bacterianas. Un estudio realizado en la Flinders University, Australia, sugiere incluso que los compuestos presentes en el mangostán son útiles como agentes preventivos ante el cáncer de piel.

Por su elevada concentración de componentes antioxidantes, fortalece el sistema inmunitario y el cuerpo en general en situaciones de debilidad.

Hay estudios que sugieren que puede ser efectivo en el mantenimiento de los niveles de azúcar en sangre, aunque por su elevado contenido en hidratos su consumo debe ser moderado.

La cáscara y la piel alivian los dolores de estómago en caso de diarrea y disentería. Y las xantonas que contiene la cáscara pueden resultar muy beneficiosas para tratar los problemas digestivos derivados de la bacteria Helicobacter pylori, como las úlceras pépticas y la gastritis.