Uno de los mejores momentos de cualquier paseo por la montaña sucede al descubrir una mata con bayas maduras. Las sonrisas se instalan en los rostros y, si no se reconoce la planta a primera vista, surgen las inevitables dudas sobre si serán comestibles.

Es una escena que reproduce las que hace miles de años protagonizaban nuestros antepasados, para quienes las bayas eran esenciales. Las comían frescas y las desecaban para tener reservas en los meses sin cosecha.

Bayas y frutos del bosque repletos de antioxidantes

Hoy seguramente no les sacamos tanto partido, pero el poder protector de las pequeñas frutas del bosque y de otras bayas o frutillas de colores rojos y morados hace muy recomendable su consumo habitual.

Descubre en este vídeo una receta con frutos rojos.

La clave de sus beneficios para nuestra salud está en el color rojo, pues este se debe a sus pigmentos antioxidantes. Se trata, concretamente, de compuestos fenólicos como los flavonoides, las antocianinas y los taninos junto a otras sustancias antioxidantes.

De todas formas, cada baya una tiene sus particularidades. Por eso, cuanta más variedad de frutos rojos consumamos, mayor variedad de antioxidantes proporcionaremos también a nuestro organismo.

Además te aportan abundante agua, buenas cantidades de fibra y azúcares, y diferentes minerales y vitaminas.

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Fresas, más nutritivas si son ecológicas

Las fresas ecológicas no solo están libres de plaguicidas químicos, sino que contienen hasta un 29% más de sustancias naturales con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, según los estudios de María Dolores Raigón, ingeniera agrónoma y profesora de la Universidad Politécnica de Valencia.

Te aportan hierro, vitamina C y vitamina K.

Puedes intentar obtenerlas de tu propia cosecha. De hecho, es la fruta que más fácilmente se cultiva, pues crece bien en un tiesto o en un huerto vertical. Además no necesita mucha luz.

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Arándanos, un regalo para tus venas y arterias

Las antocianinas son las responsables del color azul de esta fruta que te mancha la lengua y multiplica los niveles de antioxidantes que circulan por tu sangre.

Están especialmente indicadas para mantener en buen estado los vasos sanguíneos.

Aprovecha su temporada de julio a octubre porque los arándanos frescos te aportan todos sus compuestos fenólicos beneficiosos. Con la congelación muchos se degradan o casi llegan a desaparecer.

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Frambuesas llenas de vitaminas antirradicales

Su color alegra los bosques y jardines durante el verano, pero lo mejor llega cuando te la comes y te inunda la boca de una mezcla de sabor ácido y dulce y de aromas únicos.

Son una gran fuente de vitaminas antioxidantes: una ración de 100 gramos te proporciona el 42% de la vitamina C que precisas al día y el 38% de la E, una cifra sorprendente en un alimento casi carente de grasas.

Además posee antocianinas y flavonoides, igualmente activos contra los radicales libres.

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Moras para recargarse de alegría

No hay paseo de verano por el campo en que no revivamos el pasado de nuestra especie como alegres recolectores.

La mora es una fruta compuesta formada por un conjunto de 50 a 150 frutitas, cada una con su hueso. Te proporciona fibra, vitaminas C y E, ácido fólico, algo de hierro y muchas antocianinas.

Además, contiene cianidina-3-glucósido con propiedades antitumorales.

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Grosellas, con todo el sabor del verano

Son ideales para incluirlas en postres creativos y salsas que dan un toque sofisticado a ensaladas y guisos.

Pero además son muy nutritivas. Te aportan vitamina C, potasio y fibra, lo que las hace depurativas y laxantes.  ¡Y contienen hasta 65 compuestos fenólicos con propiedades antioxidantes!

Puedes prepararte un delicioso refresco combinando, en proporciones al gusto, estevia, jugo de grosella, zumo de limón y agua con gas muy fría.

 

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Cerezas para renovar cada rincón de tu cuerpo

Las cerezas forman pareja con la juventud.

Contienen ácidos orgánicos con efectos depurativos y antiinflamatorios que permiten la regeneración de los tejidos. Además aportan vitamina C y ácido fólico.     

Son también tus aliadas para favorecer el sueño, pues las cerezas (sobre todo las variedades ácidas, como la Montmorency) son ricas en melatonina, la hormona que segregamos para dormir, descansar y renovarnos.

Puedes tomar un vaso de zumo antes de dormir.