Arrojados vivos a contenedores de basura, hacinados en minúsculas jaulas donde nunca pueden ponerse en pie, estrangulados nada más nacer cuando son demasiados para la industria, heridos por agresiones debidas al confinamiento, automutilándose por estrés, padeciendo graves infecciones en sus ojos y oídos que nunca son tratadas para ahorrar gastos veterinarios. Así viven y mueren actualmente los conejos en las granjas españolas.
La vida de estos sensibles animales es una tortura desde el primer día.Víctimas no solo de una industria que los cosifica en la que sus vidas tienen el valor del precio de mercado, sino también de un marco legislativo que los deja completamente desprotegidos frente a algunas de las prácticas más crueles de la ganadería industrial.
Por ejemplo, por su pequeño tamaño, es perfectamente legal matarlos de un golpe seco en la cabeza. Esto implica que los animales enfermos, heridos o considerados excedentes en las granjas sean apaleados, estampados contra las paredes o desnucados contra los bordes de las jaulas. ¿No es urgente que promovamos cambios legislativos que pongan freno a estas prácticas alevosamente crueles?
Una ley para proteger a los conejos criados en granjas
La semana pasada Europa tomó una decisión histórica a favor de los conejos criados para consumo. En el pleno celebrado en Estrasburgo, los eurodiputados han votado a favor de la elaboración de una legislación específica que los proteja. Y es que hasta la fecha no existía tal legislación reguladora de la cría de conejos en el marco de la Unión Europea.
Ya el pasado 25 de enero, la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo aprobó un informe que proponía importantes mejoras para el bienestar de estos animales en las granjas donde son criados, pero fue este 14 de marzo cuando el pleno aprobó también la enmienda que exige la creación de una legislación específica para estos animales y que supondría el fin de las jaulas de batería.
Tras esta votación, el Parlamento Europeo ha ordenado a la Comisión la elaboración de una legislación en la que se establezcan los estándares mínimos para la cría de conejos en granjas, proceso que puede tardar varios meses y que estará sujeto a debates posteriores. Sigue siendo por tanto necesario que quienes defendemos a los animales mantengamos la atención en el proceso y continuemos ejerciendo presión como han venido realizando organizaciones tales como Compassion in World Farming, Animanaturalis o Igualdad Animal a través de recogidas de firmas, campañas informativas, etc.
Terminar con las jaulas de batería para los conejos criados en la Unión Europea ayudará a más de 340 millones de animales cada año y contribuirá a que se pueda continuar avanzando hacia su prohibición también para otras especies. Para Emma Slawinski, Directora de Campañas de Compassion in World Farming, "éste es el comienzo del fin de la ganadería intensiva".
España es de los países que cría más conejos
España se encuentra entre los 3 principales productores de carne de conejo dentro de la UE, aunque el sector cunícula se encuentra en decadencia. De ahí que hayamos asistido en los últimos años a diversas campañas publicitarias para la promoción de este tipo de carne impulsadas desde INTERCUN, su Organización Interprofesional, desde la que tratan de aumentar las ventas entre una población cada vez más reticente a consumir carne procedente de estos animales.
Así, de la imagen que INTERCUN muestra en sus anuncios podríamos decir que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, como bien demostró Igualdad Animal tras investigar más de 75 granjas (varias de ellas premiadas por el propio sector, es decir, consideradas una referencia y en las que se denunciaron numerosas irregularidades) y varios de los principales mataderos españoles de conejos.
Con la aprobación de este informe presentado en el Parlamento Europeo se abre una posibilidad sin precedentes de aliviar parte del sufrimiento inimaginable al que estamos sometiendo a estos animales y se eleva el debate sobre la cuestión de su consideración.
Si me pongo en el lugar de esos conejos que ahora mismo se encuentran doloridos, angustiados y mordiendo neuróticamente los barrotes de una jaula, desearía que quienes me defienden utilizaran todas las herramientas a su alcance. Que investigaran para mostrar mi realidad, que concienciaran a la sociedad para que cambie sus hábitos de consumo, que alzaran la voz por mí en tantos espacios como sea posible, que incidieran para crear y modificar las leyes de las que depende mi vida, que intentaran rescatarme y llevarme a un lugar seguro, que debatieran para encontrar nuevas estrategias con las que ayudarme.
El sufrimiento de los animales es un problema de tal magnitud que no podemos permitirnos perder oportunidades de cambio. Nos necesitan con urgencia y con inteligencia ahora, en este mismo momento y en todas partes, para que empecemos a construir esa sociedad donde sus intereses fundamentales sean, por fin, respetados.