Deseamos por encima de nuestras posibilidades

Compartir expectativas y formas de amar es clave si quieres que una relación funcione. En otras palabras: aunque el veneno esté delicioso, no te lo comas.

Deseamos por encima de nuestras posibilidades

Queridas Mentes Insanas,

Cuando la semana pasada relacioné las plantas y los amores mi CM/CW me dijo, así en petit comité pero sabiendo que yo lo rajo todo, que a ella se le morían incluso las plantas de plástico. Lo juro.

Que se te muera una cosa que ya está muerta de por sí es mucha muerte junta, no nos engañemos. Parece ser que la puso tan cerca de la vitrocerámica que la pobre se derritió, que viene a ser lo que me pasa a mí con las lentejas: que las pongo al fuego, me aburro de esperar a que se hagan y se acaban derritiendo literalmente. Aunque esa sea ya otra historia.

Total: vamos a aclarar lo de las plantas. Una de las cosas importantes a la hora de relacionarnos con el resto de seres vivos, lo que incluye plantas e incluye humanos, es conocerte a ti misma. Esto suena muy blog de autoayuda-tú-puedes-todo-saldrá-bien pero dadme un par de párrafos de confianza y veréis por dónde voy.

Gustar está sobrevalorado

Decíamos hace unos días lo de Narciso y morirte tratando de ser algo que se parece a ti pero que no eres tú, o al menos no de momento. Con los amores (sean vegetales o no) sucede algo parecido.

Estamos obsesionadas con el deseo: si alguien nos gusta se nos va la pinza, pero gustar está muy sobrevalorado. Nos puede gustar Cincinatti y no nos vamos a vivir allí y no pasa nada.

O nos puede gustar cruzar la calle sin mirar pero tampoco lo hacemos normalmente. O nos puede gustar una comida con nosecuantas sustancias tóxicas que sabemos que nos va a sentar fatal pero somos capaces de no comerla, o no comerla a mogollón.

Pero en cuestión de amores, lo de gustar está hiper-sobrevalorado. Porque que alguien te guste no quiere decir que esa relación os vaya a hacer bien.

¿Eso que tiene que ver con las plantas? Pues ahí voy. Tú puedes querer tener plantas, pero tienes que saber qué puedes asumir y qué no. Puedes desear tener un jardín lleno de orquídeas super delicadas que necesiten de horas de atención cada día… pero si no tienes tiempo, ni ganas, ni atención suficiente para darles, es inútil que lo quieras: no saldrá bien.

Si no tienes tiempo, ni memoria para acordarte de regarlas, ni te emociona dedicarles espacio, tienes que relacionarte con plantas que necesiten precisamente eso y que es así como estarán bien. Ellas y tú.

Si, por el contrario, quieres tener una relación super intensa con las plantas, y pasarte el día mirándolas, y cuidarlas al milímetro y darles mucha atención, tienes que buscar plantas que quieran eso, porque si se lo das a un cactus, por ejemplo, lo vas a agobiar de mala manera y el cactus va a ser infeliz y te va a odiar.

El problemón viene cuando te obsesionas con la planta que no encaja contigo y te dedicas a mentir y a mentirte sobre cómo te vas a relacionar, prometiendo y prometiéndote cosas que ni de lejos puedes asumir, generando y generándote unas expectativas que no son nada realistas, y metiendo a todo el mundo en un follón emocional que no hay jardinera que lo resuelva.

Con las personas, ya veis, pasan cosas parecidas. Gustarse es estupendo, pero compartir expectativas sobre las relaciones y las formas de relacionarse es lo que hace que las relaciones sean sostenibles y nos ahorra frustraciones, violencias, desesperos y no sé cuántas cosas más.

Para evitarnos derretir hasta las plantas de plástico, o quemar reiteradamente las lentejas por falta de paciencia para cocinar lentejas. Y así una y otra y otra vez.

¡Feliz semana, Mentes!

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