El apocalipsis en la ropa de bebé

Se acerca la Navidad y corremos el grave riesgo de comprarle a los niños regalos que refuerzan la maquinaria del género. Empecemos por la ropa.

Genero ropa de bebé

Queridas Mentes Insanas,

Sigo a vueltas con el género y las compras, por mucho que la semana pasada no me dieseis ni bola y tenga a la community manager del Mente Sana echando “fuego por las muelas” como decimos las catalanas por aquello de los dragones. Así está la cosa, pero yo resisto, que no en vano anda una aquí presumiendo de peligrosa y no sé qué cosas.

Y resisto también, Mentes Majas, porque en nada llega Navidad y nos vamos a poner a comprar regalos envenenados como si no hubiese mañana y esto no puede ser. Vamos a poner el género otra vez sobre la mesa. Esta vez, con la ropa infantil.

Os propongo una excursión a la sección infantil de cualquier cadena de ropa de estas suecas o gallegas, por escoger dos lugares así al azar.

Telita con el género

Primer susto: todo está dividido por edad y género. Bebé niño y bebé niña. Vamos a ver: ¿es necesario vestir a los bebés de niño o niña?

Y sí, contestaréis, porque precisamente cuando son bebés es difícil saber si son niño o niña y así la gente puede confundirse y hablarle al bebé con el género erróneo cosa que puede provocar un ola sísmico-atómica que cree una fractura temporal que contraiga el espacio hasta que el universo implosione y desaparezca la humanidad.

Exagero, claro.

No pasa básicamente nada de nada por confundirle el género a un bebé. Pasa nada. De hecho, casi diría que no pasa nada malo… pero tal vez pasan cosas buenas.

Circula un vídeo por ahí que registra las reacciones de la gente ante un bebé vestido de azul o de rosa. El mismo bebé en el mismo carrito. Cuando “parece” un niño la gente le habla con un tono de voz más grave, leen sus pataletas en positivo (un tío con carácter) y cosas así. Al mismo bebé vestido de rosa se le habla con ñiñiñí y se le reprime por las pataletas. Buscadlo.

Os lo incrustaría aquí, pero la CM, la del fuego y las muelas, no me deja incrustar videos. Mi vida es así.

Pasado ese susto podéis pasear graciosamente por la zona “niños”. Veréis que la ropa de bebé está llena de colores, dibujos y telas amables. Lo que merece un bebé, vamos. Alegría estética también.

Pero la alegría estética en los niños caduca pronto y sobre los 3 años todo cambia y todo se vuelve “sobrio”. Así, los niños de 3 o 4 años pasan a ir disfrazados de señor importante: marrón, azul oscuro, gris, esas cosas. Estoy casi segura que el problema con la masculinidad empieza allí, pero aún no puedo demostrarlo.

En cualquier caso, la situación se puede salvar de manera efectiva. Basta con alzar la vista y darnos cuenta de que, en el lado “niñas”, la vida sigue siendo en tecnicolor. Verdes, rosas, amarilllos, azules, lilas, flores, lazos y de todo. Toda la alegría que queráis.

Pero, aquí está el tema. La ropa de niña es ajustada. Os lo juro. Los chándals de niñas de 3 años, 3 años Mentes, son ajustados; los pantalones de niñas que aún llevan pañales, son entallados; las camisetas, son cortas y estrechas, para marcar la silueta de niñas pequeñas, muy muy pequeñas.

Sé que no me creéis, sé que parezco exagerada. Pero id a hacer la prueba, id a verlo con vuestros propios ojos. Y es más, cuando lo veáis, haced una reclamación formal en la tienda. Porque nuestras criaturas tienen derecho a ser criaturas, sin más. A no estar sexualizadas, ni cosificadas sino a ser criaturas que corren, saltan, se llenan de barro y visten de colores.

Imaginaos, no he pasado de los 3 años y ya no me queda espacio para seguir. Y nos queda para contar tela marinera, literalmente.

Tres semanas para Navidad. Tres semanas para pensar soluciones creativas para los regalos que no alimenten la maquinaria del género, que no nos cuelen la violencia entre el papel celofán. A ver qué se nos ocurre.

¡Feliz semana, Mentes!

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