No, Narciso no estaba enamorado de sí mismo

¿Te imaginas a Cristiano Ronaldo ahogándose en un lago de lo mucho que se quiere? No, yo tampoco. Hay varias cosas que no cuadran en el mito de Narciso.

Mito de narciso

Queridas Mentes Insanas,

Llevo meses de mi vida dándole vueltas al mito de Narciso, ¿recordáis? La cosa, según el mito, va así más o menos:

  1. Narciso es un chaval griego así medio guaperas que se cree el no va más y tiene un ego que no le cabe en la vida.
  2. Las chicas (y digo yo que también muchos chicos) se enamoran de él, pero él pasa de todo porque se cree demasiado bueno.
  3. Un día ve su imagen reflejada en un estanque y ahí sí que se enamora, y es tan bobo que se cae al estanque y se ahoga.

Vale. Hasta aquí, el mito, que es como un aviso de que si te flipas demasiado contigo misma pues vas a ir por el mal camino.

Supongo que esta historia en la antigua Grecia, sin redes sociales, ni paparazzis, ni selfies podía dar el pego, pero hoy en día, para ti que estás leyendo esto en una pantalla y yo que lo escribí en otra pantalla parecida, la verdad, esta historia no tiene ningún sentido.

Vamos por partes: para empezar me parece muy grande que la gente se enamore de alguien muy guapo pero muy idiota. Y eso tiene que ver con lo que os contaba la semana pasada de que tenemos montado un follón de dimensiones cósmicas con el tema del deseo y el amor, como si fuesen dos cosas que van juntas o que una lleva a la otra.

Queridas Mentes, aceptadme un consejo de zorra vieja: cuando deseéis a alguien que os parece muy guapo pero muy mala persona no os preocupéis. Disfrutad de estar deseando, que es en el fondo una sensación muy bonita, pero disfrutadlo en vuestra casita mirando la tele y comiendo palomitas.

Ni acercarse al sujeto en cuestión y ¡ni plantearse remotamente llevar ese deseo a nada! La mala gente, cuanto más lejos, mejor. Incluso para tener sexo es preferible buscar personas que sepan hacer buen sexo antes que a gente guapa, que nada garantiza que a la hora de la verdad sepa de qué va la cosa.

La guapura, en fin, está hipersobrevalorada. Y lo está porque se ha utilizado para representar valores morales.

Fijaos en las pelis, o los cuentos, o los videoclips: las personas que molan siempre son representadas como más guapas. Y las personas chungas son representadas como feas.

¿Y los chicos malotes del cine? me diréis. Los chicos malotes del cine, os diré, se usan para representar chicos buenos descarriados que volverán al buen camino gracias a una chica que les haga de madre y les aguante todas sus tonterías. Que no son malos de verdad, vamos, que solo estaban de parranda.

A lo que íbamos: Narciso. La segunda inconsistencia del mito es afirmar que Narciso se ahogó porque estaba enamorado de sí mismo.

La gente no muere de quererse demasiado, queridas Mentes, sino de quererse demasiado poco. No por exceso de amor propio, sino por su defecto.

Pensad en cualquier Narciso contemporáneo, algún futbolista, por ejemplo: ¿creéis que Cristiano Ronaldo morirá ahogado en un lago? ¿O os lo imagináis, más bien, en su lecho de muerte rodeado de fans y de autorretratos y de trofeos y de muchas cosas autorreferenciales y horteras?

No, Narciso no estaba enamorado de sí mismo, sino de lo que hubiese deseado ser. Estaba enamorado, literalmente, de una imagen suya reflejada en un estanque, irreal e inalcanzable. Y murió tratando de ser eso, tratando de ser lo bastante bueno para amar y ser amado. Tratando de estar a la altura de la imagen soñada.

Y, efectivamente, esto también tiene que ver con el poliamor. Porque hay una cosa, según me informa mi querido Miguel Vagalume, que se llama el Síndrome de la Buena Poliamorosa y que va, así a lo bruto, de aguantar, aguantar y aguantar, sin quejarte ni nada, hasta que te ahogas de tanto querer ser lo que no eres pero deseas llegar a ser.

Bueno, esto último igual se lo he añadido yo a la cosa, pero ya sabéis cómo soy…

¡Feliz semana, Mentes!

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